Valeria SanromanEstoy en la habitación principal, limpiando los últimos rincones. El cansancio me pesa, mi vientre parece una esfera a punto de estallar, y mis movimientos son torpes. Solo faltan unas semanas, lo sé, pero no puedo permitirme detenerme. Cada centavo cuenta ahora más que nunca. Me arrodillo para recoger la cubeta, pero el agua resbala por el borde y, en mi intento desesperado por evitar que se derrame, pierdo el equilibrio. Un grito se me escapa justo cuando caigo al suelo con un golpe seco, sintiendo una punzada que sube por mi espalda.Antes de poder siquiera procesar el dolor, la puerta se abre de golpe. El dueño del departamento, el hombre maduro que rara vez veo, está parado en el umbral con el ceño fruncido y los ojos llenos de preocupación. En cuestión de segundos, está a mi lado, sujetándome con cuidado.—¿Estás bien? ¡Dios mío, no te muevas! —Su voz es baja, pero firme, llena de una calma controlada que me tranquiliza de inmediato.—Estoy bien... creo —susurro
Luca CooperSalgo del coche y me encuentro en la entrada del antro. La música retumba, vibrante, haciéndome sentir como si estuviera en un mundo ajeno. Mi hermana Leticia me lanza una mirada de preocupación. A veces, creo que puede leer mis pensamientos; hoy, me ve peor que cuando rompí con mi anterior amante.—Venga, hermano, diviértete un poco —me dice, empujándome suavemente hacia el interior.Las luces parpadean en una danza hipnótica y la multitud se agita en un vaivén de cuerpos. Leticia me presenta a sus amigas, chicas alegres y llenas de vida, pero yo me siento atrapado en una burbuja de melancolía. Las risas me parecen lejanas, como ecos de un tiempo que ya no tengo.Trato de sonreír, de dejarme llevar, pero la falta de Valeria se siente como un puñal en el pecho. Sus ojos, su risa, esa chispa que iluminaba mis días. Me empujan a bailar, y aunque mis pies se mueven, mi mente está lejos, atrapada en recuerdos que no puedo dejar atrás.—¿Te encuentras bien? —me pregunta una de
Valeria SanromanEl sol brilla intensamente, y el bullicio del mercado se mezcla con el olor de frutas frescas y especias. Estoy arrastrando las bolsas llenas de víveres, mis manos se sienten cansadas y la sombra de mi vientre avanza, pesada y cálida. Me detengo un momento, buscando un lugar donde recargarme, y es entonces cuando siento que algo cambia dentro de mí.Un retortijón agudo se apodera de mi abdomen, como si un nudo se hubiera apretado en mi interior. Respiro hondo, tratando de calmarme, pero el dolor se intensifica. Me apoyo en un poste de madera, sintiendo su superficie rugosa contra mi piel. Mis piernas tiemblan, y el sudor comienza a brotar en mi frente.No sé a quién acudir. He dejado el teléfono en casa, en la prisa por salir. La idea de estar sola en este momento me llena de ansiedad. Otro dolor me atraviesa, y esta vez es más fuerte, más desesperado. Mis bolsas caen al suelo, la fruta rodando por el pavimento, los tomates y las manzanas dispersándose a mi alrededor.
Valeria Sanroman—Valeria —dice, y su voz es un susurro, pero en mi mente resuena como un trueno.Mis ojos se encuentran con los suyos, y en ese instante, el mundo exterior se desdibuja. Todo lo que he sentido en su ausencia se agolpa en mi pecho: dolor, anhelo, ira, amor. No puedo moverme, como si las raíces de mi vida estuvieran entrelazadas con el suelo, incapaz de soltarme. Sus ojos, esos ojos verdes que tanto he deseado ver, me atraviesan, y de repente, todas mis defensas comienzan a desmoronarse.—Hola, Luca —logro murmurar, mi voz temblando.Luca da un paso al frente, y en su rostro hay una mezcla de preocupación y una vulnerabilidad que rara vez muestra, sobre todo hay confusión tatuada en cada gesto. Me doy cuenta de que ha pasado tiempo desde la última vez que lo vi; el tiempo ha dejado huellas en él, un halo de madurez que no había notado antes.—¿Qué haces aquí?— cuestiona con incredulidad manchando su voz.—Creo que esta pregunta debería hacerla yo— reprendo, y sus ojos v
Luca CooperEl auto avanza a través de la ciudad, y el silencio entre nosotros es como un peso insoportable. Mis manos están tensas en el volante, y aunque intento mantener la calma, mi corazón late con una intensidad que me resulta abrumadora. Valeria está a mi lado, mirando por la ventana, pero no puedo descifrar lo que está pasando por su mente. Siempre ha sido un enigma para mí, y ahora más que nunca, siento que el suelo bajo mis pies se tambalea.No puedo más con esto. La incertidumbre me está carcomiendo, y la posibilidad de perderla, ahora que sé quién es, me asusta más de lo que jamás hubiera imaginado.—Valeria —digo finalmente, rompiendo el silencio que ha crecido entre nosotros como una barrera—. Necesito que hablemos.Ella gira hacia mí, sus ojos reflejan una mezcla de sorpresa y cansancio. Sé que todo esto ha sido abrumador para ella, pero no puedo evitarlo. No puedo seguir pretendiendo que no siento lo que siento.—¿De qué quieres hablar? —pregunta en un susurro, como si
Valeria SanromanEl frío aire de la tarde me golpea el rostro mientras nos acercamos a la mansión. Mi corazón late con fuerza, como si supiera que, al cruzar ese umbral, no habrá vuelta atrás. Luca camina a mi lado, silencioso, pero puedo sentir la intensidad de su presencia. Me doy cuenta de que, a pesar de todo lo que nos separa, él sigue siendo mi ancla en medio de esta tormenta. Quiero aferrarme a él, pero no puedo. No ahora.La mansión se alza imponente frente a mí, una reliquia de tiempos pasados que parece contener siglos de secretos y sombras. Siento un nudo en el estómago mientras subimos los escalones de la entrada, y mi mano tiembla ligeramente cuando toco el timbre. El sonido retumba en el silencio, y por un instante, me siento como una extraña en un mundo que no me pertenece.Una anciana sirvienta nos abre la puerta, su rostro arrugado es sereno, pero sus ojos delatan una tristeza que va más allá del simple deber. Nos hace un gesto para que entremos, y susurra:—Lo está e
Valeria SanromanLas semanas desde la muerte de mi padre han sido un torbellino de emociones. Todo lo que creía saber sobre mi vida se ha desmoronado como un castillo de naipes. Ahora soy la heredera de una fortuna inimaginable, hija de uno de los hombres más poderosos del mundo, pero esa riqueza no puede llenar el vacío de tantos años perdidos. La muerte de mi madre y la ausencia de mi padre pesan más que el oro que podría tener entre mis manos. Mi hijo, pequeño y vulnerable, es lo único que me ancla en este caos de emociones.Hoy es el día de la lectura del testamento, un evento que nunca pensé que protagonizaría. Me siento atrapada entre el pasado y un futuro que no sé si quiero aceptar. Santiago me acompaña, como siempre, un pilar inquebrantable de apoyo, su presencia cálida me reconforta mientras el bebé queda bajo el cuidado de Olivia. Hemos vuelto a la ciudad, y aunque es un alivio estar lejos de la mansión de mi padre, una parte de mí todavía está sumergida en el remolino de t
Capítulo 27Luca CooperLa felicidad burbujea en mi interior mientras miro a Valeria a mi lado. Desde que le propuse matrimonio, cada día a su lado se siente como un regalo, y no puedo evitar llevarla a lugares especiales para celebrar nuestro amor. Me encanta verla reír, el brillo en sus ojos cuando exploramos nuevos rincones juntos; esos momentos son un bálsamo para mi alma. La ciudad parece cobrar vida con ella a mi lado, y cada rincón que visitamos se convierte en un recuerdo que atesoraré para siempre.Hoy tenemos una reunión importante en la empresa, donde anunciarán a un nuevo socio. Sin embargo, a pesar de la agenda apretada, mi mente está completamente ocupada por Valeria. La encuentro hermosa en su vestido, que abraza su figura de una manera que me hace querer protegerla de todo. Su sola presencia hace que los problemas y el estrés se disuelvan, y la idea de pasar el resto de mi vida con ella se siente más real que nunca.Al entrar en la sala de juntas, la energía es palpabl