Capítulo 22

Valeria Sanroman

El sol brilla intensamente, y el bullicio del mercado se mezcla con el olor de frutas frescas y especias. Estoy arrastrando las bolsas llenas de víveres, mis manos se sienten cansadas y la sombra de mi vientre avanza, pesada y cálida. Me detengo un momento, buscando un lugar donde recargarme, y es entonces cuando siento que algo cambia dentro de mí.

Un retortijón agudo se apodera de mi abdomen, como si un nudo se hubiera apretado en mi interior. Respiro hondo, tratando de calmarme, pero el dolor se intensifica. Me apoyo en un poste de madera, sintiendo su superficie rugosa contra mi piel. Mis piernas tiemblan, y el sudor comienza a brotar en mi frente.

No sé a quién acudir. He dejado el teléfono en casa, en la prisa por salir. La idea de estar sola en este momento me llena de ansiedad. Otro dolor me atraviesa, y esta vez es más fuerte, más desesperado. Mis bolsas caen al suelo, la fruta rodando por el pavimento, los tomates y las manzanas dispersándose a mi alrededor.
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