PDV. Elena.Un mes después. – Lo siento Luz, no me podré ir con ustedes pasado mañana. Debo atender unas asesorías, gestionar algunos trámites administrativos, y además Hassam está de viaje. – Ok, si estás segura que no puedes delegarlo, te disculpo, pero mamá y papá se van con nosotros. Me puedo llevar a los niños si quieres. – Gracias, pero no, los niños me los llevo yo, nos iríamos tres días después, para llegar un día antes de la ceremonia – le aseguré para que estuviera tranquila. Ajustaremos los horarios para que no nos pegue tanto el jet lag. Dos días después Hassam volvió de su viaje y decidimos no vernos esa noche para descansar ya que nos iríamos en la madrugada del día siguiente a los Estados Unidos. Sin embargo, estuvimos hasta las diez de la noche hablando por video llamada. – Adiós mi dulce Moon, te extraño. – Adiós amor, también te extraño. Nos vemos mañana. – Si, por cierto, enviaré a alguien por ustedes y nos vemos acá en casa ¿de ac
PDV Elena. – Mamá ¿qué hacemos en este aeropuerto? – pregunto medio dormido Esteban. – Hassam no puede viajar cariño, así que nos iremos en vuelo comercial – respondí acariciándole su cabello castaño en mi pecho. Aparte de los niños, revisar los indicadores de gestión del año de Psicoteach era la distracción perfecta, había varios proyectos andando por lo que me traje mi laptop que ahora resultó ser mi tabla de consuelo durante el día de vuelo, llegamos al segundo aeropuerto solo serían tres horas de espera. Para la noche ya en el avión de conexión dejé a los niños dormidos en sus asientos al cuidado de la nana para ir al baño a llorar y desahogarme, este ha sido el día más retador en cuanto a control de mis emociones, lloré, rompí papel, me lavé la cara una y otra vez. Me preguntaba ¿cómo es posible que haya repetido el patrón de la infidelidad? Cómo me deje engañar nuevamente, por Dios si ya me lo habían hecho una vez, me cuestionaba a mí misma, pero adm
PDV Elena. – ¿Dices que él te pidió que fueras a su casa con su chófer? – Si eso hizo, no sé con qué intención si iba a encontrarse con una mujer. – ¿Y la mujer te hablo cuando entraste? ¿Que hizo el? – Si, me habló con una pausa que creo que se sonreía y todo – exclamé con amargura – él ni se inmutó estaba dormido. – Quieres decir que la mujer no se sorprendió cuando entraste a la habitación? – indagó. Me quedé repasando la escena en mi mente y efectivamente la mujer no se sorprendió para nada. – Pues no, ni se esforzó por taparse si quiera. – Ele mi niña y ¿eso no te parece raro? – preguntó buscando mi cara – ya sé que no tienes mucha experiencia con los hombres, pero hasta una prostituta barata se sorprende cuando otro entra en una habitación y más si es mujer. Lo digo por experiencia propia. – No me hagas pensar más en eso María, yo sé lo que vi. – ¿Y no te ha llamado? – No lo sé, apague el teléfono en el avión de venida, le s
PDV. Hassam. – Llegaron los resultados, confirmado, fue positivo – dijo Ahmed al entrar a mi oficina. – ¿Seguro? – pregunté aún incrédulo. – Su alteza tres pruebas, tres laboratorios diferentes. – dijo disculpándose nuevamente. – ¿Pudiera ser esto más jodido? – grité en mi idioma golpeando mi escritorio. – ¿Dónde está la viuda? – quise saber. – Salió del Sultanato – afirmó Ahmed. – Muy conveniente. – ¿Elena? – No ha vuelto. Me pase ambas manos por el cabello exasperado. – Tienes la reunión de ascenso a las dos su alteza. – Si, pide que me traigan el atuendo oficial aquí por favor. Más tarde de camino hacia el destacamento de la fuerza aérea nacional en un auto de protocolo le pedí. – Ahmad, si Elena llegase hoy a menos que esté en pleno discurso, con quién esté o donde sea que esté avísame cuando ponga un pie en el Sultanato y te vas a buscarla y me la traes, así tengas que arrestarla. – No te parece un poco r
PDV. Elena. Y ahí estaba sentado en mi sofá con su traje típico oficial de color negro y dorado sus sandalias negras y aún con mi rabia me parecía tan sexi, tan varonil, no dejaba de impresionarme como mi cuerpo respondía ante él. Aún en la distancia, pude notar que no era su porte normal, relajado extendido hacia atrás, seguro de sí mismo. Está vez tenía los codos en sus rodillas y la cara entre sus manos, de no saber el motivo automáticamente hubiese sentido empatía hacia él con la tristeza que irradiaba. Terminé de bajar las escaleras y me puse en su campo de visión, la verdad no me esforcé en arreglarme ni mucho menos maquillarme por lo que su expresión al verme luego de pasar tres días durmiendo solo tres o cuatro horas diarias y dos vuelos que sumaban unas 14 horas no me sorprendió. Sabía que estaba ojerosa y mi pantalón beige de chándal con una franela Vinotinto y pantuflas tampoco me favorecían, pero en fin ahí estábamos frente a frente a solo dos metr
PDV Elena. Algo dentro de mí se estremeció y sentí miedo por él. Hassam camino rápido y me tomo por la cintura oliendo mi cuello. – Elena ¡Yo te Amo! No quiero estar con nadie más. – Suéltame Hassam por favor – dije contra todo mi cuerpo y mi corazón que le gritaban “yo también te amo”. – Me estás escuchando por Alah. Te Amo – lo dijo aún más fuerte y sus palabras vibraron en mí, aun llorando tenía que decirlo. – ¿Y de qué sirve? – ¿Que dices?, ¿Te preguntas de que sirve mi amor? – el tormento invadió su varonil rostro. – Si Hassam eso digo, porque si lo que me estás diciendo es verdad, ¿te das cuenta de lo lejos que cada vez está llegando tu familia por separarnos? Su cara se transformaba en desilusión, amargura e impotencia, todas esas emociones las podía ver en sus ojos rojos. – Respóndeme – pedí. – Si, se están portando como mis propios enemigos. – ¿Y cómo crees que pudiéramos seguir juntos? Yo no quiero sentir miedo
PDV Elena. – Khalid, ¿cómo está Hassam, dónde está? – pregunté y la sola oración me incrementó los latidos del corazón e hizo que mis ojos se llenarán de lágrimas. – No lo sé cuñada – respondió con cara triste y encogiéndose de hombros. – Como que no sabes, por favor no me mientas – le rogué – por favor dime. – Quisiera tenerte una respuesta hermana – me dijo con ternura cómo a veces me llamaba luego de que se casara la primera vez con Luz – te lo juro, pero no la tengo Elena, nosotros llegamos hace tres días luego de la llamada que recibimos de Ahmad, él fue quien te encontró inconsciente en el piso y te trajo al hospital. vinimos lo más rápido que pudimos. En ese momento entro Luz. – Con que haciéndole preguntas científicas al doctor ¿eh? – dijo sonreída. Lo que me hizo pensar que ya había hablado con el doctor. – pues si sigues con tus preguntas poderosas, mañana salimos así que ingéniate otras – exclamó dándole un abrazo a su esposo y sentándose
PDV Elena. Llego el verano y ahora era mi turno de vacacionar con mis hijos así que nos fuimos a mi Venezuela; planifique llevarlos a todos los lugares hermosos que amaba, para que apreciarán la naturaleza y la belleza de mi país, su país. Llegamos a Caracas y de ahí nos fuimos a la Colonia Tovar un pequeño pueblo en el estado Aragua donde se habían establecido los alemanes para mediados del año mil ochocientos y se apreciaba esa cultura en la arquitectura y comida, el clima siempre era fresco a menos de veinte grados centígrados. Pasamos esos días paseando comiendo comida alemana y vegetales frescos que se producían en la zona. Luz y yo por dos noches tomando cerveza alemana y venezolana. Khalid nos alcanzaría en dos semanas porque tenía compromisos que no podía postergar. – Yo elijo el próximo destino – grito Luz o no mejor lo sorteamos en el mapa – decía entre risas sonoras achispada por la bebida. – Vamos que estás ebria ya – dije mientras pedía la cuenta.