PDV. Elena. – Y bueno no sé, pero me acabo de acordar de eso y sabes. Moon, así – cerré la boca, me daba pena decirle a Luz que así me había llamado algunas veces Hassam. – ¿Moon? – preguntó con una ceja alzada. – Bueno nada, debe ser la cantidad de chai que me he tomado que hizo que me acordara de eso. – E por favor pareces una adolescente, termina de decirlo y reconocerlo, así te dice Hassam. Moon. Abrí los ojos como dos huevos. Estaba segura que las veces que me lo dijo estábamos solos, ¿o no? Me quedé pensando. – ¿Y tú cómo lo sabes? – pregunté un tanto alterada. – Se le ha salido mientras ha hablado de ti – encogió un hombro– una vez dijo algo así como “que tus ojos le iluminan el alma como la luna”, que romántico – dijo con una sonrisa burlona. – ¿Y porque no me lo habías dicho? – ¿Para qué? Si tú insiste en engañarte a ti misma, que no le gustas o que a ti no te gusta el. Ya en Londres dónde pude tener un tiempo a solas, mientra
PDV Elena. – Lo hare. Me encantó ir a verte primero. – me respondió mi socio y su sonrisa me deslumbró por lo amplia y real. Se dio media vuelta, camino unos pasos, lo suficiente para darme cuenta de lo bien que se ve en jeans desde atrás, cuando sentí que la respiración se me estaba poniendo pesada decidí moverme para pasar. – Elena – escuché a mi espalda y un escalofrío recorrió mi columna. – ¿Sí? – respondí girando nuevamente. – ¿Sabes el dicho que dice “a dónde fueres, haz lo que vieres”? – me preguntó, pero sus ojos hablaban de otras cosas más profundas. – Si, lo he escuchado – sonreí, más como nerviosa por no saber a qué se debía la pregunta. – Bueno aquí en Londres se despiden con doble beso en la mejilla. – dijo mientras asentía con su cara. Solté una carcajada a propósito de mis nervios. – Ok. Me acerque a él y me puse en puntillas para darle dos besos, el primero en su mejilla derecha, debió ser el beso en la mejilla
PDV. Elena. Cuando me disponía a bajar la bragueta de su pantalón para devolverle el magnífico favor que acababa de hacerme nos sorprendió el toque de la puerta de mi habitación. – Elena, estás ahí, abre la puerta – la voz de Luz media histérica sonaba detrás. – Permiso – empuje a Hassam en contra de su voluntad – vete a la habitación. Por fortuna la suite estaba dividida con una sala de estar y la habitación con la cama. – ¿Me estás ocultando? – pregunto con cara de ofendido – ¿te avergüenzas de mí? – con una mano en el pecho aguantando la risa. – Vete, vete – lo volví a empujar – vi mi reloj y me di cuenta que faltaba poco para la cena, ya debía de estar preparándome. Por fin abrí la puerta, por fortuna no nos habíamos desvestidos. – ¡Hola hermana! Disculpa se me pasó la hora. – ¿Se te pasó la hora? Pregunto con una mano en la cadera y la otra sosteniendo una caja blanca enorme. – Es mi cena de compromiso / despedida de solte
PDV. Hassam. Entre a la habitación directo a la ducha, pensando bajo la frialdad del agua que debería ponerme una disdasha a ver si así oculto un poco está erección tormentosa. De una vez descarte la idea, porque recordé aquella vez que escuche sin querer la conversación entre Elena y su hermana, hablando que preferían la ropa occidental porque con una disdasha sentía que estuvieran quitando un vestido. Me vestí lo más rápido que pude, tenía cinco llamadas perdidas de Khalid, el pobre debe estar nervioso ante su casamiento, y yo que no le avise que había llegado, supuse que los nervios prematrimoniales eran algo normal así te cases con la persona que elegiste y que amas. – Hermano – grité cuando lo vi sentado en la barra del restaurant en la azotea del hotel donde nos hospedados, me relajó saber que reservó toda la terraza para nosotros. Se levantó caminando hacia a mí y nos dimos un fuerte abrazo. – Con que apareciendo a última hora Eehh – dijo dándome co
PDV. Hassam. – Muchas gracias, tú te ves muy bien también. – respondió mientras recorría toda mi altura con sus hermosos ojos bajo unas largas pestañas que le llegaban a las cejas. – te queda muy bien el azul marino, dijo ante mi pantalón de ese color camisa blanca y un corbatín del mismo azul del pantalón. – Ahora si – con dos copas de Chandon en la mano, entrándole a su hermana una. Continuo Luz– repitan después de mi com -pa -dre. – kom ba drhe – repetí yo muy confiado de mi pronunciación y ambas hermanas soltaron la risa. Elena respiro profundo para recuperar la compostura mientras empujaba a su hermana suavemente con el hombro. – No seas mala ellos no usan la letra P. – Coumpadree. – se venturo Ashley. – Vas mejor – la ánimo Elena, solo con la R más suave. Y así nos tuvimos riendo hasta que llegó la cena, recibimos unos diez amigos más, solo no conocía tres de ellos que venían siendo socios de Khalid un canadiense y una pareja alemana. lueg
PDV. Hassam. Una vez en las motos de agua Elena iba apretándome el torso para evitar caerse por la velocidad a la que íbamos, estábamos hablando de todo y de nada con la voz alta para pasar el sonido del motor, poco podía concentrarme al sentir a través del pequeño triángulo que tenía de traje de baño su pecho pegado a mi espalda, estábamos llegando a un risco al cual debíamos dar la vuelta para completar la carrera. Al percibir que su agarre cedía y en vez de sentir su quijada en mi hombro tratando de ver el camino, sentía su mejilla recostada en mi omóplato. Baje la velocidad un poco, lo suficiente para que me pasaran dos motos que iban muy de cerca uno de ellos resultó ser Andrew quien al pasar gritó. – Elena, vente aquí para que no te duermas de aburrimiento – y aceleró a carcajadas. Elena dio un respingo y baje aún más la velocidad, hasta quedarnos de últimos. – ¿Con que aburro tanto a mi socia que se quedó dormida? – comenté volteando la cara hacia ella,
PDV. Hassam. La penetré lento sintiendo cada milímetro de la calidez de sus paredes rugosas dándome acceso y ajustándose a mi miembro tanto que cada movimiento hacia que vibrara dentro de ella. – Mash Alah – susurré entre dientes. – ¡Tómame Hassam! Y esa fue una orden, termine de hundirme en ella, mientras que mis dedos tocaban la parte baja del hueso de su pelvis. – Oh! si si – escuchaba en jadeos mientras movía sus caderas a un ritmo que me enloquecía. Unas cuantas estocadas más y nuestro éxtasis llegó, liberador. – De todos los lugares que vinieron a mi mente, jamás me imaginé que nuestra primera vez sería en el agua – le confesé mientras íbamos nuevamente a alta velocidad en la moto, mientras Elena depositaba besos en mi cuello, hombros y acariciaba mi abdomen con sus uñas. – Eso quiere decir que si habías pensado en una primera vez entre nosotros. – Oh mi bella moon lo deseé desde que te vi en el aeropuerto con la franela mojada y tus
PDV. Elena. – Espero qué la hagas muy muy feliz, sino te las verás conmigo – pinche con un dedo el abdomen definido de mi ahora cuñado. – Hey no me quites mis diálogos – se quejó riendo mi hermana atrayéndome hacia ella con un gran abrazo. – esa advertencia ya la hice yo hace unos días, ¿verdad su alteza? – dijo guiñándole el ojo a su padrino de boda. Cómo era de esperar Hassam no permitió que usará mi pasaje de vuelta y ahora estaba sentada frente a él, mi novio, me parecía increíble. El continuaba masajeando mis pies con sus fuertes y a la vez suaves manos, su toque hacía que mi piel se erizara. – Humm– solo salía de mis labios, mientras hundía sus pulgares en la planta de mis pies y luego hacia rodar con su índice mis dedos entre sus manos. – Oh por favor – gemí, resultaba tan placentero como relajante y mi respiración ya se iba acelerando. Abrí un ojo y miré a Hassam nuevamente, mantenía los ojos cerrados concentrado en su tarea, como si estuviera bus