Son las seis de la mañana cuando Leslie escucha a Lila llorar de dolor. La rubia se despierta alertada, nerviosa, pero se da cuenta que solo es la enferma haciendo sus curas, y sus ojos se llenan de lágrimas.

Lila le toma la mano, sin fuerza por el dolor, se siente agotada y quiere volver a sentir su pecho tranquilo. Quiere estar bien para su bebé pero piensa que no es lo suficientemente fuerte.

Se desmaya por el dolor en su intimidad y rápidamente llega el doctor. Ambos en el caso de Lila ven las máquinas, mientras Leslie solo se concentra en los latidos de su corazón y mantiene la mano sobre la barriga de su mejor amiga, dándole calma al bebé.

—Ella estará bien —le asegura el doctor—. Los antibióticos para prevenir alguna infección le darán más sueño del normal, así que tranquila.

Leslie se despide de ambos, y se lleva las manos a la frente, dándose cuenta que tiembla un poco por los nervios que ha generado despertar así y todo lo demás.

Su estómago ruge, así que sale de la ha