41: Jaula de castidad.

Por más que el pelinegro intenta calmar su nerviosismo durante las compras para Lila con Leslie, ella se da cuenta.

—¿Estás bien? —cuestiona preocupada.

Se ha dado cuenta que Dorian es una persona que no luce agitada o se toca mucho el cuerpo como la nuca o el cabello, y no ha dejado de hacerlo, como si algo estuviera alterándolo.

—Sí, pequeña. ¿Ya?

La rubia decide creerle, tal vez es su mismo cansancio emocional que la hace ver cosas. Salen de la tienda con las compras, y al llegar al hospital, Dorian decide que es momento de hablar.

—Eh… Leslie… —La mira, y se rasca la nuca—. Necesito verme con Kris dentro de media hora.

Ella lo examina. ¿Por qué parece que algo anda mal?

—Bien… —se ríe un poco, incrédula—. Pensé que no querías dejarme sola.

Dorian hace una mueca liberando la tensión mientras la abraza y pega a su pecho. Ambos suspiran y él besa su coronilla.

—No quiero pero es un compromiso. Debería regresar en la madrugada, ¿tienes algún problema?

Leslie sacude la cabeza, aunque s
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