—Muchas gracias por contarme esto… — Albert estiró su mano hacia el señor Ruiz para darle un apretón.—Lo hice, porque espero que tomes cartas en el asunto, sé que su familia es muy correcta, los conozco desde hace mucho tiempo, pero con el escándalo con el que se vieron involucrados hace años…—Sí, lo sé, con mi abuelo… — Murmuró Albert.Él recordaba bien la historia que le había contado sus padres sobre su abuelo, Maximiliano, o mejor dicho Gerardo Ortiz, el padre de Máximo Collins.Ese hombre ya había fallecido en prisión hacía varios años, solo y muy enfermo, ni Albert, ni sus hermanos, llegaron a conocerlo, pues hacía mucho tiempo, antes del nacimiento de Albert, su abuelo tuvo un juicio muy comentado en el país.Se había hecho público, y demostrado, que el padre de Máximo Collins, estuvo involucrado con la mafia. Esa fue una época muy tumultuosa para ambas familias, los Collins y los Sinclair, en las que salieron muchos secretos oscuros.—Exacto… Después de tal escánda
Albert la arropo entre sus brazos, Megan se acurrucó en él, sintiendo el calor y la protección de su cuerpo, ella podía escuchar los rápidos latidos de su corazón, ese ritmo fue como un arrullo que fue disipando sus lágrimas y temores lentamente.Así estuvieron por largos minutos, sobre el colchón algo espichado de la vieja cama de Megan, poco a poco se acercaban más el uno al otro, se aferraban y los problemas en los que ambos pensaban, se iban disipando, desaparecían momentáneamente.La respiración de Albert se hizo más regular de un momento a otro, Megan se imaginó que él se había quedado dormido, ella se separó un poco, levantó el rostro para verle la cara y terminó encontrándose con esos hermosos ojos verdes, que parecían más oscuros en la tenue oscuridad.—Eres muy hermosa… — Le susurró Albert, mirándola fijamente, sin los anteojos.Y poco a poco, los labios de los dos, se fueron acercando, hasta unirse en un tierno y dulce beso. El abrazo se hizo más fuerte, el calor de
El clímax llegó para ambos, quienes, en medio de un gruñido y un gemido, estallaron.Así se quedaron, Albert estaba sobre Megan, recostando todo su peso en sus esculpidos brazos, ambos se observaron por un rato, con la respiración agitada.Él notando pequeños detalles en las facciones de ella que no había visto antes y ella, preguntándose de quién eran esos ojos verdes que había visto en su mente.Una extraña sensación abrumó a Megan, ¿qué había sido ese recuerdo?, ella había podido jurar que esos ojos, esos ojos verdes que ella recordó por un instante, eran los de Albert.O por lo menos eran muy parecidos, casi idénticos.Albert se tiró a su lado, abrazándola, acercándola a su cuerpo, besando con suavidad su cabello, la cien, su oreja, dándole a Megan un montón de pequeños besos que afianzaban todo lo que él sentía por dentro.Él inhalaba su aroma, se relamía el sabor de su cuerpo, Albert se aferraba a Megan muy seguro de que ella le pertenecía y esta vez iba a ser para siempre
Megan pestañeó varias veces, intentando procesar lo que Albert le acababa de decir y la pregunta que le hizo.¿Qué él la estuvo buscando por cinco años?, ¿pero de dónde la conocía?, y más importante, ¿por qué tanto empeño, de pronto, en saber quién era el padre de April?—¿Qué? — Megan arrugó el entrecejo, dando un paso atrás.Ella intentó repasar todo, sí, ella sabía que desde hacía cinco años alguien la estaba buscando, Gianfranco y la mafia, pero, ¿Albert?—Por favor, respóndeme… ¿Quién es el padre de April? — Insistió Albert, provocando un sobresalto en Megan.—No… Es que no lo entiendo… Por… Por qué me preguntas… — Tartamudeo ella, sintiendo como la confusión y el miedo aumentaba.—¿Qué no lo entiendes? — Albert se levantó algo agitado, para ponerse su ropa interior. — Has estado simulando frente a mí, todo este tiempo, y está bien, no te recriminaré por eso, entiendo que tuvieras miedo, huiste por una razón…—¿Co…?, ¿cómo lo sabes? — Balbuceó Megan sintiendo el coraz
Albert cerró los ojos pensando en lo estúpido que había sido, no debió alterarse, ni hablarle de esa manera a Megan, pero había aguardado una pequeña esperanza, de que April fuese su hija y eso lo hizo entrar en desespero.Lo peor, por su culpa la pequeña lo descubriría allí y él no sabía como reaccionaría April, pues ni él, ni Megan, le habían anunciado su relación formalmente a la niña.Pero cuando esos brillantes ojos verdes lo vieron recostado a la pared, tras el closet, la expresión de April se iluminó con una sonrisa.—¡Señor Albert! — Ella corrió hacia él y de inmediato, Albert se agachó para darle un pequeño abrazo como correspondía. — ¿Qué hace aquí?—Bueno, yo…—¿Durmió con mi mamá? — Preguntó espontáneamente la pequeña, provocando que ambos tosieran nerviosos, sin saber qué decir.—¿Qué?, ¡No, April…! Él, me ayudaba… Y yo… — Balbuceó Megan, buscando una excusa rápida, pero para su mala suerte, la mente se le había quedado en blanco.—¿Ya son novios? Si durmieron
—¿Quién es Jonathan? — Preguntó Albert con mucho interés y una repentina seriedad.—Es un amigo de mami, vive a lado y… — Contestó April, como si nada, dando de pronto un repentino salto de felicidad, al ver que su madre ya volvía con los helados.¿Jonathan?, ¿por qué Megan no lo había mencionado antes?, debía ser muy cercano si April le había pedido que fuese su padre, o quizás, ¿tuvo algún otro tipo de relación con Megan?La llama de los celos aumentó en Albert ante estos pensamientos, provocándole un ardor en el interior e incluso un ligero dolor de cabeza.La imagen de Megan con otro hombre le provocaba demasiado malestar y el hecho de pensar que April le había pedido a otro sujeto que fuese su padre… Era peor.En ese instante, lo que más quería Albert, era preguntarle directamente a Megan sobre ese sujeto.Pero él tampoco quería ser impertinente y mucho menos frente a April, pues por culpa de sus impulsos, la niña escucho sus voces esa misma mañana, cuando discutían.Él
Eran altos, jóvenes, atractivos y elegantes, los tres hombres, desconocidos para Megan, se erguían con ese aire de elegancia y superioridad mirándola con incredulidad.— No puede ser… ¿Tú eres su secretaria? — Preguntó el otro sujeto, elevando una ceja.— Su asistente personal. — Aclaró Megan, inhalando profundamente.Pues parecía que ese era el día en que todos se dedicarían a menospreciarla por su aspecto, hasta los desconocidos.— Pfffff. — El tercer hombre intentó contener una carcajada.El primer hombre que habló y que estaba en medio de los otros dos, les dirigió una mirada seria a sus compañeros, como si los regañara, los otros dos sujetos intentaron recuperar la compostura.— Somos amigos de Albert, venimos a verlo… — Declaró el primer hombre hacia Megan, dando un paso al frente como si no necesitara decir nada más.— Muy bien, ¿me dan sus nombres para anunciarlos? — Indicó Megan levantando la bocina del telefonillo.— ¿De verdad crees que te vamos a hacer caso? — Preguntó el
Gael tomó a Albert por los hombros y lo llevó hacia los ventanales, alejándolo de todos, esperando que se controlara por completo.— ¿Dónde escucharon ese rumor? — Murmuró Albert hacia Gael.— ¿Rumor?— Rosalyn no es mi novia, nunca lo fuimos, solo salimos un par de veces, como amigos… — Gruñó Albert con la mandíbula apretada, lleno de frustración.— Bueno, hermano… — Gael elevó las cejas, sorprendido. — Tendrás que aclarárselo a toda la clase alta de la ciudad y sus alrededores, todos hablan de eso.— ¡M∆ldici0n! — Mascullo Albert para sus adentros, imaginándose a la única persona que hubiera podido hacer correr este rumor, la misma Rosalyn.— Bueno, en vista de la situación, creo que será mejor que nos vayamos. — Gael estiró la mano hacia Albert, sacándolo de sus pensamientos. — Albert, lamento mucho todo esto.— Tranquilo, sé que tú eres mejor que esos dos idiotas… — Albert le dio un apretón de manos. — No sé cómo todavía sales con ellos.— Usualmente no lo hago… — Gael inhaló prof