—Sí, es correcto, yo mismo revisé ese archivo y todos los demás, esos inversionistas han tenido perdidas, por eso retiraron sus fondos de la empresa. — Explicó Albert.—Pero yo lo vi, señor, se lo puedo asegurar, recuerdo que me pareció extraño que el señor Ruiz se retirara de la empresa cuando obtuvo tan buenos ingresos. — Insistió Megan.—Debes estar equivocada. — Albert se levantó de su asiento acercándose a ella.—Señor, si me permite, me gustaría revisar en ese depósito otra vez y…—Eso es imposible. — Albert se detuvo frente a ella, observándola con mucha seriedad. — Luego de que tuvieras ese accidente, ordene limpiar ese depósito, deshacerse de los archivos más antiguos de los que se tuvieran respaldo.—Pero señor…—Estos los mandé a imprimir, si gustas puedo enviarte el respaldo por correo para que los revises, pero el que vayas al depósito será solo una perdida de tiempo. — Aclaró Albert.Megan cerró la carpeta, pensativa y confundida, ¿qué había sucedido?, ella
Fue como una revelación.Megan entró con algo de inseguridad en cada paso, sonriendo tenuemente al ver a la distancia a Albert esperándola, mientras que él seguía estático.Albert se había prometido a sí mismo no volver a pensar en eso, pero en ese instante, era imposible que la idea no pasara por su mente: «Ella se parece mucho a aquella mujer» sopesó, recordando aquel apasionado encuentro de hacía más de cinco años con la otra Megan.Para los ojos de cualquier otro hombre, esta Megan Smith lucia como una mujer común, como lo que era, una asistente sin mucha gracia, vestida elegante y algo arreglada, eso es todo.Pero para los ojos de Albert, ella se veía diferente, hermosa, con un aire a esa Megan del pasado que habría sido el amor de su vida, él no quería compararlas, pero en ese instante, resultó imposible no hacerlo.¿Cuál era la mayor diferencia entre ellas?, que esta Megan era morena y siempre lucia poco arreglada, ¿podría ser posible, que esta mujer pudiera ser la misma y
Megan se quedó allí, en el arco de la entrada, ella no estaba escondida, pero tampoco estaba expuesta, el instinto le dijo que no interviniera en esa conversación, por lo que solo escucho.—Por favor, señor Ruiz, somos hombres de negocios, seamos claros, sé que hay algo que le incomoda, algo que lo detiene… — Declaró Albert.—No, no, se equivoca, señor Collins.—Señor Ruiz, nuestra familia siempre ha contado con su apoyo, sé que usted es un hombre honesto e íntegro… — Albert sostuvo el hombro de Ruiz con firmeza, al mismo tiempo que lo miró a los ojos con convicción. — Así que, cuento con usted, cuento con que será sincero si hay algo de nuestra empresa que no le gusta… Usted sería sincero y nos lo diría, ¿no es así? — Murmuró Albert, dejando a Ruiz algo pensativo por un instante, hasta que, luego de un largo suspiro, el hombre habló.—Albert, sabes muy bien que todas mis inversiones están hechas en las empresas de tu familia, cualquier idiota con cuatro dedos de frente y dine
—Muchas gracias por contarme esto… — Albert estiró su mano hacia el señor Ruiz para darle un apretón.—Lo hice, porque espero que tomes cartas en el asunto, sé que su familia es muy correcta, los conozco desde hace mucho tiempo, pero con el escándalo con el que se vieron involucrados hace años…—Sí, lo sé, con mi abuelo… — Murmuró Albert.Él recordaba bien la historia que le había contado sus padres sobre su abuelo, Maximiliano, o mejor dicho Gerardo Ortiz, el padre de Máximo Collins.Ese hombre ya había fallecido en prisión hacía varios años, solo y muy enfermo, ni Albert, ni sus hermanos, llegaron a conocerlo, pues hacía mucho tiempo, antes del nacimiento de Albert, su abuelo tuvo un juicio muy comentado en el país.Se había hecho público, y demostrado, que el padre de Máximo Collins, estuvo involucrado con la mafia. Esa fue una época muy tumultuosa para ambas familias, los Collins y los Sinclair, en las que salieron muchos secretos oscuros.—Exacto… Después de tal escánda
Albert la arropo entre sus brazos, Megan se acurrucó en él, sintiendo el calor y la protección de su cuerpo, ella podía escuchar los rápidos latidos de su corazón, ese ritmo fue como un arrullo que fue disipando sus lágrimas y temores lentamente.Así estuvieron por largos minutos, sobre el colchón algo espichado de la vieja cama de Megan, poco a poco se acercaban más el uno al otro, se aferraban y los problemas en los que ambos pensaban, se iban disipando, desaparecían momentáneamente.La respiración de Albert se hizo más regular de un momento a otro, Megan se imaginó que él se había quedado dormido, ella se separó un poco, levantó el rostro para verle la cara y terminó encontrándose con esos hermosos ojos verdes, que parecían más oscuros en la tenue oscuridad.—Eres muy hermosa… — Le susurró Albert, mirándola fijamente, sin los anteojos.Y poco a poco, los labios de los dos, se fueron acercando, hasta unirse en un tierno y dulce beso. El abrazo se hizo más fuerte, el calor de
El clímax llegó para ambos, quienes, en medio de un gruñido y un gemido, estallaron.Así se quedaron, Albert estaba sobre Megan, recostando todo su peso en sus esculpidos brazos, ambos se observaron por un rato, con la respiración agitada.Él notando pequeños detalles en las facciones de ella que no había visto antes y ella, preguntándose de quién eran esos ojos verdes que había visto en su mente.Una extraña sensación abrumó a Megan, ¿qué había sido ese recuerdo?, ella había podido jurar que esos ojos, esos ojos verdes que ella recordó por un instante, eran los de Albert.O por lo menos eran muy parecidos, casi idénticos.Albert se tiró a su lado, abrazándola, acercándola a su cuerpo, besando con suavidad su cabello, la cien, su oreja, dándole a Megan un montón de pequeños besos que afianzaban todo lo que él sentía por dentro.Él inhalaba su aroma, se relamía el sabor de su cuerpo, Albert se aferraba a Megan muy seguro de que ella le pertenecía y esta vez iba a ser para siempre
Megan pestañeó varias veces, intentando procesar lo que Albert le acababa de decir y la pregunta que le hizo.¿Qué él la estuvo buscando por cinco años?, ¿pero de dónde la conocía?, y más importante, ¿por qué tanto empeño, de pronto, en saber quién era el padre de April?—¿Qué? — Megan arrugó el entrecejo, dando un paso atrás.Ella intentó repasar todo, sí, ella sabía que desde hacía cinco años alguien la estaba buscando, Gianfranco y la mafia, pero, ¿Albert?—Por favor, respóndeme… ¿Quién es el padre de April? — Insistió Albert, provocando un sobresalto en Megan.—No… Es que no lo entiendo… Por… Por qué me preguntas… — Tartamudeo ella, sintiendo como la confusión y el miedo aumentaba.—¿Qué no lo entiendes? — Albert se levantó algo agitado, para ponerse su ropa interior. — Has estado simulando frente a mí, todo este tiempo, y está bien, no te recriminaré por eso, entiendo que tuvieras miedo, huiste por una razón…—¿Co…?, ¿cómo lo sabes? — Balbuceó Megan sintiendo el coraz
Albert cerró los ojos pensando en lo estúpido que había sido, no debió alterarse, ni hablarle de esa manera a Megan, pero había aguardado una pequeña esperanza, de que April fuese su hija y eso lo hizo entrar en desespero.Lo peor, por su culpa la pequeña lo descubriría allí y él no sabía como reaccionaría April, pues ni él, ni Megan, le habían anunciado su relación formalmente a la niña.Pero cuando esos brillantes ojos verdes lo vieron recostado a la pared, tras el closet, la expresión de April se iluminó con una sonrisa.—¡Señor Albert! — Ella corrió hacia él y de inmediato, Albert se agachó para darle un pequeño abrazo como correspondía. — ¿Qué hace aquí?—Bueno, yo…—¿Durmió con mi mamá? — Preguntó espontáneamente la pequeña, provocando que ambos tosieran nerviosos, sin saber qué decir.—¿Qué?, ¡No, April…! Él, me ayudaba… Y yo… — Balbuceó Megan, buscando una excusa rápida, pero para su mala suerte, la mente se le había quedado en blanco.—¿Ya son novios? Si durmieron