Emma despertó cuando alguien comenzó a aporrear su puerta con toda la intención de echarla abajo. Lucian saltó de la cama dispuesto a matar a quien estuviera afuera, pero ella lo detuvo colocando una mano sobre su pecho y hablando suavemente. —Deben ser mis amigos. —Somnolienta, se frotó los ojos con la mano libre. —Iré a hablar con ellos, ¿de acuerdo?—No permitiré que te lastimen de nuevo. —Su voz era tan serena que le provoco escalofríos porque sabía que hablaba muy en serio.—No lo harán, —aseguró sonriendo agradecida por su preocupación. —Se deben estar preguntando quien es el apuesto hombre que tengo oculto en la habitación conmigo. —Bromeó tratando de aligerar el ambiente.Si pensaba que eso iba a hacer que se relajara, se equivocó miserablemente, los ojos verdes se entrecerraron hasta convertirse en dos finas líneas, todo el cuerpo de Lucian emitió ondas de calor, abrió la boca como si fuera a decir algo, luego la cerró, se encogió de hombros y se volvió a recostar en la cama.
Francesco Tommaso dejó la copa vacía sobre la barra del bar y le dirigió una última mirada al cuadro que se encontraba colgado en la pared, por encima del sillón ingles que había conservado por puro sentimentalismo. Los ojos verdes le devolvieron la mirada y como siempre le sucedía al ojear aquella fotografía, se le formó un nudo en la garganta.—¿Dónde estás mi buen amigo? —Le preguntó a la soledad que lo rodeaba.Tantos años buscando, conservando la esperanza de encontrarlo. ¿Para qué?, para volver a casa con las manos vacías una y otra vez. Estaba cansado, de la soledad, de la impotencia, de la maldita seguridad de que perdía el tiempo persiguiendo a un fantasma que desapareció tanto tiempo atrás.Pero no podía rendirse. Juro por su honor que siempre sería leal a un solo rey y por su amistad que nunca le fallaría. Bien, lo hizo. Le fallo cuando lo dejo ir solo, y eso no iba a perdonárselo jamás.Relleno su copa hasta la mitad de Buchanan’s y le dio vueltas al contenido observando c
Los días pasaron sin mayor contratiempo. Emma pasaba gran parte del día trabajando, algunas veces incluso por la noche. Lucian por su parte no podía hacer mucho de modo que gastaba su tiempo leyendo el periódico, tratando de encontrar cuanta información le fuera posible sobre la organización y los cambios ocurridos en los últimos años.Cuando finalmente podían estar juntos solían hablar un poco de todo, ella le contó que vivía en Ontario Canadá junto a sus dos amigos, los tres estaban estudiando la universidad y tenían cada uno su propio trabajo. Les había costado casi cinco años de ahorros realizar ese viaje, le contó también de los contratiempos que se les presentaron, pero le aseguró que había valido la pena.También hablaron de su carrera, a Lucian le gusto la pasión con la que Emma hablaba de los proyectos en los que había participado, así como las obras arquitectónicas que admiraba y cómo su mirada podía captar la esencia detrás de cada detalle arquitectónico que los mortales no
Tomada por sorpresa, Emma se limitó a quedarse inmóvil, pero cuando Lucian acaricio su labio inferior con la punta de su lengua, pidiendo permiso para intensificar el beso, ella se abrazó a su cuello y abrió la boca. Aquello era la mejor sensación del mundo y Lucian se encontró a sí mismo deseando más, mucho más de todo eso.Despacio, separo sus cuerpos sin romper el beso y comenzó a abrir los botones de la blusa de Emma de abajo hacia arriba. —Si no deseas esto… será mejor que me detengas ahora. —Ofreció cuando quedaban solo dos botones por soltar y su lado racional le recordó que era un caballero. O lo fue, tiempo atrás.Como respuesta; las manos de Emma se colaron por debajo del dobladillo de su camiseta, acariciando la piel de su espalda. Todo su cuerpo se tensó y la erección dentro de sus pantalones salto de alegría. No había marcha atrás, incluso si lo intentaba, no existía poder humano en el planeta que detuviera el camino trazado por sus manos al deshacerse de la ropa pieza po
Cuando Emma despertó ya era pasado el medio día, el brazo de Lucian la tenía bien sujeta por la cintura y el calor de su piel la envolvía como una suave manta de la que no quería liberarse por nada del mundo. Desafortunadamente, quedarse así era imposible ya que debía ir a desayunar y luego a su trabajo. Ya sólo quedaban el sábado y el domingo, entonces tendrían dinero suficiente para continuar su viaje antes de volver a casa. La sola idea le provoco un vacío en la boca del estómago pero lo atribuyó al encantamiento que tenía por Europa en general.Lucian suspiro muy cerca de su oído y apretó más el agarre alrededor de su cintura, pegando más sus cuerpos, Emma jadeo al sentir su erección matutina apretándose contra su muslo y le dedico una mirada entre divertida y sorprendida.—Lo lamento piccola, es inevitable. —Se disculpó Lucian con la voz somnolienta.En respuesta, Emma arqueo la espalda provocándolo al frotar sus senos desnudos contra la piel de su torso. Él gimió bajo y ronco, c
Lucian suspiro aliviado. Después de muchos intentos había logrado recordar completo el numero de la línea privada que Francesco tenía para casos de emergencia. Ambos eran en extremo precavidos, tenían formulado un plan para cualquier eventualidad, era necesario en su mundo, sobre todo por el bien de sus familias. ¿Por qué decidió contactar con él?, eso era fácil, Francesco y él crecieron juntos, fue su mejor amigo desde que tenía uso de razón, su más leal compañero, su hermano. No por sangre, sino por elección propia, ¿tenía dudas sobre donde estaba puesta su lealtad después de tanto tiempo?; por supuesto. Pero tenía que correr el riesgo si quería recuperar lo que era suyo. ¿Confiaba en él plenamente?, no, no hasta que lo tuviera enfrente y le jurara mirándolo a los ojos que seguía siendo fiel a su promesa de lealtad. He incluso entonces iba a ser difícil para él confiar del todo. No podía evitarlo, después de todo su hermano, sangre de su sangre lo había traicionado. Miro el cuarto
Lucian se detuvo en la parte más oscura del jardín del hotel cuando sintió la vibración del teléfono que había tomado de la persona que limpiaba la habitación, ni siquiera pensó que podía ser alguien más, o la misma persona dueña del aparato, simplemente tomo la llamada, aliviado de escuchar la voz de su amigo. Le había dicho que no contactara con él hasta que estuviera en Génova de modo que debía estar cerca.—“¿Dónde estás? —Preguntó a su amigo frotándose el rostro con ambas manos y controlar las ganas de matar a su hermano ahí mismo. No era momento, no tenía la fuerza necesaria y lo sabía.—“Cerca del Palacio San Giorgio” —Respondió Francesco con esa característica calma tan suya.—“Ven al hotel que está frente a la villa Imperiale, entra por el jardín lateral, te estaré esperando.” —Indicó cortando la llamada. Se sentó sobre la hierba, bajo el amparo de un árbol y cerró los ojos con fuerza, su mente era un caos constante que se negaba a aceptar lo que vio con sus propios ojos. Por
Lo primero que vio Lucian al abrir los ojos fue el brillo blanquecino de la luz del techo que iluminaba todo el garaje. Su mirada aún borrosa se enfocó entonces en su amigo quien estaba apoyado contra el capo del auto, con un cigarro entre los labios y la mirada puesta al frente.—¿Dónde estamos?Lucian había dormido por lo que le parecían horas. Tenía el cuerpo rígido y la garganta seca.—En Génova, aún. —Francesco le entregó una botella de agua fría que el rey agradeció. —No sabía si querías ir a casa, así que te traje a una de mis propiedades.Lucian abrió la botella y bebió de ésta dando un vistazo alrededor. Parecían estar en un estacionamiento subterráneo, el cemento era tan grueso que casi podría jurar eso era más bien un bunker. —¿Cuánto tiempo he dormido? —Se frotó el rostro con una mano y abrió la puerta para salir del vehículo y estirar los pies.—Unas horas, amanecerá dentro de poco.Lucian asintió. Su mente seguía siendo un caos que intentaba con todas sus fuerzas poner e