Lucian se detuvo en la parte más oscura del jardín del hotel cuando sintió la vibración del teléfono que había tomado de la persona que limpiaba la habitación, ni siquiera pensó que podía ser alguien más, o la misma persona dueña del aparato, simplemente tomo la llamada, aliviado de escuchar la voz de su amigo. Le había dicho que no contactara con él hasta que estuviera en Génova de modo que debía estar cerca.—“¿Dónde estás? —Preguntó a su amigo frotándose el rostro con ambas manos y controlar las ganas de matar a su hermano ahí mismo. No era momento, no tenía la fuerza necesaria y lo sabía.—“Cerca del Palacio San Giorgio” —Respondió Francesco con esa característica calma tan suya.—“Ven al hotel que está frente a la villa Imperiale, entra por el jardín lateral, te estaré esperando.” —Indicó cortando la llamada. Se sentó sobre la hierba, bajo el amparo de un árbol y cerró los ojos con fuerza, su mente era un caos constante que se negaba a aceptar lo que vio con sus propios ojos. Por
Lo primero que vio Lucian al abrir los ojos fue el brillo blanquecino de la luz del techo que iluminaba todo el garaje. Su mirada aún borrosa se enfocó entonces en su amigo quien estaba apoyado contra el capo del auto, con un cigarro entre los labios y la mirada puesta al frente.—¿Dónde estamos?Lucian había dormido por lo que le parecían horas. Tenía el cuerpo rígido y la garganta seca.—En Génova, aún. —Francesco le entregó una botella de agua fría que el rey agradeció. —No sabía si querías ir a casa, así que te traje a una de mis propiedades.Lucian abrió la botella y bebió de ésta dando un vistazo alrededor. Parecían estar en un estacionamiento subterráneo, el cemento era tan grueso que casi podría jurar eso era más bien un bunker. —¿Cuánto tiempo he dormido? —Se frotó el rostro con una mano y abrió la puerta para salir del vehículo y estirar los pies.—Unas horas, amanecerá dentro de poco.Lucian asintió. Su mente seguía siendo un caos que intentaba con todas sus fuerzas poner e
Emma permaneció por lo que le pareció una eternidad, sentada en el borde de la cama, en completo silencio, con la mirada perdida en los patrones de la alfombra y el corazón adolorido. Los ojos se le habían secado luego de un rato y el cuerpo se le entumeció hasta el punto de dejar de sentir el frío que entraba por la puerta de cristal abierta.“No es la primera vez” le recordó la odiosa voz de su cabeza. Sus labios se elevaron en una sonrisa llena de ironía y sarcasmo. Equivocada no estaba.Tomó una honda respiración, miró la hora en su teléfono celular, se negó a mirar si tenía algún mensaje o llamada perdida. No soportaría la decepción en ese momento. Cansada de autocompadecerse, se levantó para ir al baño y lavarse el rostro sin poner mucha atención a su reflejo en el espejo. Se acomodó el cabello, retocó su maquillaje y suspiro con pesadez antes de salir de la habitación para volver a la villa, no podía seguir dejando todo el trabajo en manos de sus amigos, no era justo que ellos
En un abrir y cerrar de ojos, el tiempo se desvanece como la noche al llegar el día, ni siquiera lo notas, solo das por sentado que al salir el sol una nueva oportunidad llegará para ti.Lucian se miró al espejo una vez más. El cabello oscuro perfectamente peinado hacia atrás, la barba afeitada, los ojos de un verde más oscuro, los rasgos más duros e impenetrables. Había recuperado peso, finalmente se veía como antes de que lo encerraran. Durante meses estuvo bajo una rigurosa dieta para recuperar su musculatura, entrenando sin descanso para estar listo cuando llegará el momento de enfrentar a su enemigo.Con las manos se aseguró de que el cuello de la camisa estuviera impoluto, el nudo de su corbata derecho, las solapas del saco perfectas, el pantalón sin arrugas, los zapatos sin manchas. Coloco un pañuelo de seda negro en el bolsillo de su saco y soltó un suspiro. Era momento de recuperar lo que era suyo.—¿Tenemos noticias de Víctor? —Cuestionó a su amigo mientras ambos hombres ava
Tal como prometió, Lucian se centró primero en la hija secuestrada de Alexander. Junto a Francesco hicieron una ardua investigación que los guio hasta un ostentoso salón de tabaco en la zona central de Londres. Desde el edificio de enfrente los italianos pudieron ver a hombres de todas las edades entrar y salir como si fueran dueños del lugar.—Tenemos un par de minutos antes del cambio de guardia. —Francesco miraba a través de los binoculares, buscando cualquier tipo de cambio en la rutina del lugar que les diera a entender que sabían de su presencia.—Diles a los nuestros que esperen. Si notan nuestra presencia podrían lastimar a las niñas. —Porque sabían que no solo la hija de Alexander estaba ahí. Por lo visto, el Master tenía una sucia predilección por las jovencitas y había creado una red a través de la cual LF le proveía por orden de Víctor de nueva mercancía para sus burdeles, a los cuales asistían la mayor parte de sus reclutados.Siempre supo que la supuesta justicia detrás
Manhattan, principios de 2023. La mañana estaba especialmente fría, algunos copos de nieve caían de forma esporádica tapizando el concreto de la acera de blanco por donde la gente no pisaba. Emma evitó chocar con una mujer que corría al lado de su perro y cruzó la calle junto al grupo de gente que esperaba el cambió de luz del semáforo. Un joven de no más de dieciocho años, cabello rubio, ojos azules y una preciosa sonrisa le abrió la puerta cuando estuvo frente al local de café que frecuentaba. —Listo latte con dos de azúcar y leche entera. —Daniel, el chico tras el mostrador, le entregó el café sin que tuviera que pedirlo o hacer fila. Un beneficio de ser cliente frecuente en la cafetería y sobre todo, ser hermana adoptiva del dueño de la mitad del local. —Si sigues regalándole el café nos iremos a la bancarrota. —Se quejó Pablo al salir de la cocina. La sonrisa en su rostro era algo a lo que Emma no se acostumbraba, pero que le alegraba bastante, pues sabía mejor que nadie que su
—De nuevo tienes el ceño fruncido. —Helena como siempre, llenó el espacio del despacho con su sola presencia. Y es que ella era como el sol en un nublado día de verano, aparecía y los colores se volvían brillantes, como si todo a su alrededor simplemente cobrara vida. Helena era apenas seis años menor que él. Era la bebé de la familia, la luz de los ojos de su padre, y de él también, pues la adoraba desde el momento en que su madre volvió a casa con ella entre sus brazos. Para Isabella, un año menor que él, no había sido fácil compartir la atención de sus padres con una niña extraña a la que no conocía de nada, al principio incluso se negó a estar cerca de ella, pero eventualmente se convirtió en su defensora número uno. Isa era entre ellos la ternura, la fuerza, la lógica. Lucian siempre la asoció con estar en su hogar, ella tenía esa energía familiar y tranquilizadora, quizás porque había heredado la belleza de su madre, sus facciones suaves, la pequeña nariz respingada, los ojos e
Durante los meses siguientes a su recuperación, Lucian se dedicó a recuperar la organización que le había sido arrebatada. Con ayuda de Francesco, Alexander, y el resto de los Signori, el rey se embarcó en una cacería interna contra todo aquel que fue corrompido por el enemigo. Que se aliaron con el asesino de su padre solo por un poco más de dinero y un puesto a un lado del poder. No tuvo piedad con ellos, como ellos no la tuvieron con él, ni con todos los inocentes que pagaron por su avaricia. Durante meses, los traidores fueron cayendo uno a uno, los negocios de los miembros de la organización fueron restaurados, las familias rotas reunidas, los enemigos apresados o eliminados. La Fagmilia volvió a tener su poderío y esplendor de antaño, las vidas recuperadas al sacar los negocios del Master de Europa les gano aliados inesperados que hicieron crecer su influencia por todo el continente.Para finales del año siguiente, Lucian pudo volver finalmente al hogar que lo vio crecer, junt