Emma despertó de mala gana cuando le fue imposible ignorar el molesto sonido de la alarma de su teléfono. Se removió en la cama hasta lograr apagar el dichoso aparato y refunfuño para sus adentros. Estaba cansada, dolorida y demasiado cálida y cómoda dentro de su cama como para pensar siquiera en la posibilidad de moverse.El suave sonido de las mantas moviéndose detrás de ella la hizo quedarse completamente quieta. Luego de un momento que su cerebro necesito para bombardearla con las imágenes de lo que pasó la noche anterior, Emma se giró sobre la cama para encontrarse de frente con el hombre al que había sacado de la iglesia la noche anterior.Así que no había sido un sueño. Realmente había cometido la peor estupidez de su vida. Porque no iba a engañarse más, el hombre que dormía a su lado seguramente era un criminal de lo peor, de otro modo, no se explicaba la saña con la cual lo castigaron. Pero entonces, ¿por qué no sentía miedo cerca de él? Ella era muy buena leyendo a las perso
De nuevo solo, Lucian se concentró en terminar la comida que Emma le había dejado sobre la mesa. Mientras se llevaba el croissant a la boca noto que sus manos temblaban ligeramente. Había escuchado claramente la conversación que Emma sostuvo al otro lado de la puerta con un tal Roger que tenía la confianza suficiente con ella como para hablarle en un tono de obvio reproche, cómo si ella le debiera algún tipo de explicación sobre sus acciones. ¿Cómo se atrevía a dirigirse de esa manera a su… bueno, a la mujer que le salvo la vida sacándolo del hueco inmundo en el que paso solo el infierno sabía cuánto tiempo? Por eso, por puro agradecimiento se sintió tentado a salir de la cama y cortarle la lengua y ambas manos al tal Roger por su atrevimiento. Estaba tan furioso que casi pasa por alto la clara incomodidad en ella cuando por fin entro en la habitación y sus miradas se encontraron. ¡Por el infierno estaba tan hermosa!, incluso con ese horrible pantalón negro y la blusa blanca que se l
Emma luchó por alejarse, pero Roger tenía los pulgares clavados en su tráquea con tanta fuerza que le estaba cortando la respiración, estaba segura de que iba a desmayarse por la falta de oxígeno, podía sentir como su cuerpo perdía fuerza y todo a su alrededor comenzaba a girar sin control. Y entonces las puertas de cristal se abrieron de forma violenta y el agarre en su cuello desapareció. Su cuerpo se tambaleó hacia atrás y luego cayó al suelo sobre las rodillas y las manos, tosiendo con fuerza. Boqueo buscando un poco de aire para sus pulmones, luego lo hizo de nuevo y una vez más antes de levantar la cabeza. La imagen con la que se encontró sin duda jamás se la hubiera imaginado. Lucian estaba ahí, tenía a Roger contra la pared presionando su garganta con una sola mano. Sus ojos verdes brillaban furiosos y todo su cuerpo, a pesar del daño obvio estaba preparado para luchar. Era increíblemente hermoso, y letal. —Vas a matarlo. —Logro articular antes de doblarse en un nuevo ataq
Durante el día había tenido tiempo más que suficiente para pensar, para planear su siguiente movimiento, pues sabía que en el momento que alguien supiera que estaba vivo, sus enemigos vendrían por él y por todo aquel que le ayudara, si es que quedaba alguien aún dispuesto a hacerlo.Como fuera, cualquier plan pensado para esa noche quedó desechado luego de lo que paso con Emma, pues no deseaba otra cosa que no fuera cuidar de ella. Sabía que se estaba involucrando demasiado, pensaba en ella cuando no estaba alrededor, y cuando la tenía cerca, deseaba tocarla, besarla, poseerla, protegerla y mantenerla segura entre sus brazos.Lucian no era tonto, su inteligencia era una de sus grandes virtudes. Por eso podía asegurar que todos esos sentimientos irracionales eran los de un hombre enamorado. Y bajo otras circunstancias estaría bailando de alegría, siempre fue un hombre familiar y deseaba formar su propia familia, pero no ahora. Para empezar, él no tenía nada que ofrecerle, ni siquiera p
Emma despertó cuando alguien comenzó a aporrear su puerta con toda la intención de echarla abajo. Lucian saltó de la cama dispuesto a matar a quien estuviera afuera, pero ella lo detuvo colocando una mano sobre su pecho y hablando suavemente. —Deben ser mis amigos. —Somnolienta, se frotó los ojos con la mano libre. —Iré a hablar con ellos, ¿de acuerdo?—No permitiré que te lastimen de nuevo. —Su voz era tan serena que le provoco escalofríos porque sabía que hablaba muy en serio.—No lo harán, —aseguró sonriendo agradecida por su preocupación. —Se deben estar preguntando quien es el apuesto hombre que tengo oculto en la habitación conmigo. —Bromeó tratando de aligerar el ambiente.Si pensaba que eso iba a hacer que se relajara, se equivocó miserablemente, los ojos verdes se entrecerraron hasta convertirse en dos finas líneas, todo el cuerpo de Lucian emitió ondas de calor, abrió la boca como si fuera a decir algo, luego la cerró, se encogió de hombros y se volvió a recostar en la cama.
Francesco Tommaso dejó la copa vacía sobre la barra del bar y le dirigió una última mirada al cuadro que se encontraba colgado en la pared, por encima del sillón ingles que había conservado por puro sentimentalismo. Los ojos verdes le devolvieron la mirada y como siempre le sucedía al ojear aquella fotografía, se le formó un nudo en la garganta.—¿Dónde estás mi buen amigo? —Le preguntó a la soledad que lo rodeaba.Tantos años buscando, conservando la esperanza de encontrarlo. ¿Para qué?, para volver a casa con las manos vacías una y otra vez. Estaba cansado, de la soledad, de la impotencia, de la maldita seguridad de que perdía el tiempo persiguiendo a un fantasma que desapareció tanto tiempo atrás.Pero no podía rendirse. Juro por su honor que siempre sería leal a un solo rey y por su amistad que nunca le fallaría. Bien, lo hizo. Le fallo cuando lo dejo ir solo, y eso no iba a perdonárselo jamás.Relleno su copa hasta la mitad de Buchanan’s y le dio vueltas al contenido observando c
Los días pasaron sin mayor contratiempo. Emma pasaba gran parte del día trabajando, algunas veces incluso por la noche. Lucian por su parte no podía hacer mucho de modo que gastaba su tiempo leyendo el periódico, tratando de encontrar cuanta información le fuera posible sobre la organización y los cambios ocurridos en los últimos años.Cuando finalmente podían estar juntos solían hablar un poco de todo, ella le contó que vivía en Ontario Canadá junto a sus dos amigos, los tres estaban estudiando la universidad y tenían cada uno su propio trabajo. Les había costado casi cinco años de ahorros realizar ese viaje, le contó también de los contratiempos que se les presentaron, pero le aseguró que había valido la pena.También hablaron de su carrera, a Lucian le gusto la pasión con la que Emma hablaba de los proyectos en los que había participado, así como las obras arquitectónicas que admiraba y cómo su mirada podía captar la esencia detrás de cada detalle arquitectónico que los mortales no
Tomada por sorpresa, Emma se limitó a quedarse inmóvil, pero cuando Lucian acaricio su labio inferior con la punta de su lengua, pidiendo permiso para intensificar el beso, ella se abrazó a su cuello y abrió la boca. Aquello era la mejor sensación del mundo y Lucian se encontró a sí mismo deseando más, mucho más de todo eso.Despacio, separo sus cuerpos sin romper el beso y comenzó a abrir los botones de la blusa de Emma de abajo hacia arriba. —Si no deseas esto… será mejor que me detengas ahora. —Ofreció cuando quedaban solo dos botones por soltar y su lado racional le recordó que era un caballero. O lo fue, tiempo atrás.Como respuesta; las manos de Emma se colaron por debajo del dobladillo de su camiseta, acariciando la piel de su espalda. Todo su cuerpo se tensó y la erección dentro de sus pantalones salto de alegría. No había marcha atrás, incluso si lo intentaba, no existía poder humano en el planeta que detuviera el camino trazado por sus manos al deshacerse de la ropa pieza po