SIGRIDSe levantó de su posición inclinada, con la ceja arqueada y me miró de arriba abajo, hubiese jurado que hasta con asco.—Puedes dormir tranquila, no tengo ni pizca de interés en ti —por la forma tan directa y sabiendo de su futuro, estuve más convencida.—¿Trajiste lo que quiero? —le pregunté y lo vi como sacó al fin de su bolsillo, las runas que necesitaba para armar el artefacto, de hecho, lo tenía todo, solo me faltaba eso.—Aquí están tus perlas —le dije quitándome el collar que llevaba al cuello y donde tuve la previsión de esconderlas antes de la pelea.— A la cuenta de tres hacemos el intercambio.Él asintió acercándose paso a paso.—Una… dos… —miraba fijamente a su mano, esperaba que no me jugara ningún truco— ¡Tres!Le arrebaté el plano de runas mientras él tomaba con rapidez las perlas. Ambos suspiramos logrando nuestros objetivos.—Me visto y me voy, un placer hacer negocios contigo —le dije, la verdad, no creía que él pudiese ayudarme mucho con mi misión.No me gus
SIGRIDA través de los ojos del animal, observaba la inmensidad del bosque buscando un refugio seguro y pronto lo encontré.En medio de las montañas, lejos de la mansión, posiblemente fuera de sus tierras, vi un agujero oscuro, medio oculto en la ladera. Me posé suavemente en la entrada cambiando a mi forma humana, un hechizo de fuego en mis manos que me serviría para atacar y alumbrarme. Las corrientes frías hacían revolotear mi cabello, miré hacia el horizonte, al cielo nocturno.Por alguna razón me sentía inquieta y nerviosa; aun así, tomé el riesgo de internarme en esta cueva salvaje, esperando no encontrarme con ninguna sorpresa. Coloqué por si acaso un hechizo defensivo en la entrada. Al inicio transité por pasadizo estrecho que luego se fue ampliando como un embudo.El olor a humedad y a tierra me dio la bienvenida, pero no parecía la guarida de ningún animal. Miré a dos túneles que seguían internándose en lo desconocido, pero lo que iba a hacer, bien lo podía ejecutar aqu
NARRADORAZarek salió apresurado al jardín del castillo. Enseguida tuvo a Celine corriendo a su encuentro.—Amor, ¿qué sucede? ¿Por qué todo se volvió una locura de repente?—¡¿Qué pasó con mi hija?! ¡Dime!Antes de que pudiera explicarse, Valeria lo tomó por las solapas de la camisa y le preguntó entre lágrimas. El dolor era evidente en sus ojos azules. Ella la pudo sentir, su presencia, incluso su olor, la melancolía, su pequeña estuvo cerca de ellos, ¿por qué parecía el espíritu lánguido de una fallecida?—Cálmese su majestad, tranquila, le explicaré. Aldric, por favor —le pidió al Rey Lycan que enseguida fue a apoyar a su mate, consolándola entre sus fuertes brazos, a pesar de también estar desesperado.Quinn y Gabrielle igualmente, con los rostros llenos de preocupación.Gabrielle intentó consolar a su hija, todos habían sentido la tristeza intensa de Sigrid.—Sigrid ha sido llamada para una misión por… la Diosa —Zarek dijo su nombre como quien había comido mierd4— Ella no me
SIGRIDRenata sintió el peligro inminente erizándole todos los vellos de la nuca. ¿De dónde venía esa energía tan demoníaca? Se giró, movida por el calor del momento y su propia rabia, bloqueando el golpe de aura oscura que iba directo a impactar contra su cuerpo. La onda se esparció por el bosque, odio contra odio, a su alrededor los árboles, césped, los animales, todo lo que contenía vida comenzó a morir, siendo absorbido por sus poderes. ¿Un elemental era el portador? ¿Qué tipo de broma era esta? Un hombre desfigurado, rodeado de tanta oscuridad y magia negra, se abalanzó sobre ella con dos armas en sus manos parecidas a puñales, hechas de su misma energía.—¡SILAS NO, HUYE, HUYE! —Sigrid le gritó tosiendo sangre que salpicaba las hojas marchitas. Parecía que el mundo estaba agonizando de repente. Silas no la escuchó y arremetió contra la mujer que estaba a punto de asesinar a su persona favorita. Cuando llegó, siguiendo el rastro de la magia de su señora y vio esa escena,
NARRADORACuando Alessandre llegó y vio la escena iluminada por los relámpagos, casi se le escapa el alma del pecho. Jamás imaginó que Renata pudiera encontrarse en semejante peligro. Le pareció sentir el olor embriagante de su sangre, se escabulló de esa absurda fiesta para perseguir su rastro y descubrir esta lucha encarnizada. Sin perder un segundo, solo atinó a patear con fuerza a Electra. Aliada o lo que fuese, no amenazaría a su compañera.Sigrid no tuvo tiempo de esquivar, sintió el dolor agudo impactando contra sus costillas derechas, gritó de agonía y cayó contra el suelo lleno de fango y escoria. La lluvia continuaba lavando la sangre de sus cuerpos, el viento aullaba con ferocidad y la única oportunidad de vencer se había escapado de sus manos.—¡Espera, Renata! ¡¿Qué rayos estás haciendo?! —Sigrid levantó la cabeza para ver a Alessandre detenerse frente a Renata y comenzar a discutir.—¡¿Qué, viniste a proteger a tu prometida?! ¡Como te pedí tiempo, decidiste buscarte
NARRADORALo abrazó contra ella, de rodillas a su lado, besando su rostro desesperadamente, sin importarle sus heridas o fealdad.—Mi señora… no llores, por favor, no llore… — el sabor salado rodaba por sus labios cuarteados, el latir de ese corazón contra su pecho le daba fortalezas y sus labios, una calidez infinita.Aun así, Silas miraba receloso a la Selenia cerca de ellos.No confiaba, su señora debió escapar, temía por su vida. Quería volver a esforzarse, no podía dejarla desamparada.—Si intentas de nuevo atacarme, tu cuerpo elemental no lo resistirá —Renata le advirtió, descubriendo sus intenciones.—Silas, no, mírame, no, no, mírame a mí, a mí —Sigrid lo tomó por las mejillas con miedo de hacerle daño.Renata había eliminado el veneno de sus venas y las heridas fatales, pero igual aún necesitaba cuidados.—Confía en mí, yo lo voy a solucionar, ¿sí? Confía en mí, por favor —Sigrid se inclinó para susurrarle a su rostro destrozado, más que miedo o repulsión le daba tanto dolor
NARRADORALos pasos sobre la húmeda tierra se escuchaban, la tormenta se había detenido.El bosque estaba destrozado y muerto, ennegrecido a la redonda por casi un kilómetro de distancia del punto de la lucha.Por suerte se habían alejado lo suficiente de la mansión, si no Sigrid estaría expuesta.—Creo que sobran las palabras de explicaciones —Sigrid se paró delante de ellos, lista para ser breve y concisa.Este encuentro con sus ancestros era bastante agridulce.—Ya el Sr. Vlad le habrá explicado de nuestro trato…—Yo… lo lamento, fui muy impulsiva —Renata le dijo, y esa era de las pocas disculpas que había ofrecido en su vida.—No la perdono - Sigrid le respondió en malas maneras—, sobre todo por lo que le hizo a Silas. Solo estamos teniendo esta conversación “amigable” porque lo salvó al final.Renata frunció el ceño, pero no le replicó. De hecho, Silas fue el primero en atacarla, pero entendía que él solo defendía a la mujer que amaba. Toda esta confusión fue amor y celos.—¿Ust
SIGRID—¡Espera! —Renata me llamó al final de la conversación. La verdad es que se habían quedado muchas cosas colgando, planes inconclusos, pero todo no se podía hablar en una noche. Además, mi mente siempre divagaba hacia la cueva donde había dejado a Silas y me preocupaba. —Esto te protegerá —dijo quitándose un hermoso collar con una fina cadena dorada y un colgante con la forma de una lágrima negra.—. Es para evitar que se exponga tu poder de Selenia por accidente. Sigrid lo tomó con curiosidad; si era para eso, resultaba muy conveniente. —Cuando luches contra Morgana, esto evitará que salga el aura de Selenia fuera de la mansión y todo el feudo sepa lo que eres. Solo pensarán que fue una disputa entre hermanas por el liderazgo. —me explicó, asegurando el colgante mágico, que se pegó frío a mi piel. —Bien, lo tomaré. Gracias —dije, algo cortada. La verdad es que tendrían que trabajar un poco más para arreglar esta pésima primera impresión. —Me voy. Nos vemos entonces en e