GABRIELLECon esa idea comencé a girarme sobre su cuerpo con un poco de torpeza, para quedar frente a frente. — Gabrielle — murmuró mi nombre mientras agarraba mi cintura y me ayudaba a sentarme sobre sus muslos, ambos sentados sobre la cama.Su miembro semierecto rozaba contra mis nalgas, pero pronto me encargaría de ponérselo bien duro. — ¿Será que puedo tomar otro adelanto? Necesito más fuerza para complacerte — pasé mis manos por detrás de su cuello, pegando mis senos a su pecho, acariciando su nuca, aspirando el aroma tan dulce de sus feromonas, mis caninos de vampira picando insoportablemente. — Sabes que no tienes que pedirme permiso — suspiró apresando mis caderas, pegándome más a su cuerpo dominante —, puedes tomar lo que desees de mí, siempre ha sido tuyo, para tu placer… — Para nuestro placer, mi macho, la Diosa te dio una mate tan problemática, solo puedo pagarte mis errores con mi cuerpo, yo deseo que me tomes, Quinn, desde que te conocí te anhelo, solo que soy una to
GABRIELLEGrité contra la almohada cuando mi centro fue apuñalado desde atrás, mis piernas abiertas, mis puños se cerraron temblorosos sobre la sábana.Dominada por el peso entero de mi mate sobre mi espalda, montándome como un lobo en celo. Mis gemidos se perdían entre la tela y el relleno y los que Quinn vibraban en mi nuca, que comenzó a lamer obsesivamente.Sabía que me iba a marcar y mi ser comenzó a llamar al suyo con desesperación. — Quinn… — gemí amortiguado cuando las embestidas se hicieron bestiales, su eje comenzó a engrosarse estirando cada músculo de mi vagina, el límite del doloroso placer desdibujándose en mi mente. Me fragmenté en miles de pedazos de éxtasis al llegar al explosivo orgasmo, sintiendo sus caninos de lycan marcando mi nuca profundamente y su falo anudándome, llenándome con su semilla hasta sentir mi vientre hincharse. En mi mente turbulenta la figura de un lobo comenzaba a dibujarse, lo sabía, era el espíritu de lobo de Quinn que me llamaba aullando.
ALDRICParecía que la Luna se había convertido en un agujero negro escalofriante y, de su interior, cientos de cuervos salieron revoloteando. Sus graznidos ensordecedores molestaban mis oídos de lycan; no sabía cómo no llevarían tantos kilómetros de distancia y, lo peor, temía que esta magia tan poderosa le hiciera daño a mi mujer y a mi cachorra.—¡Aldric, pégate a mí con fuerza!Valeria me gritó y la abracé por la espalda, protegiendo con mis grandes manos su vientre mientras éramos envueltos por una bandada de cuervos enloquecidos que daban vueltas y más vueltas.La niebla oscura cubría el aire y, de repente, sentí que perdía mi estabilidad.Parecía que mi cuerpo era elevado del suelo, no sentía conexión con nada a mi alrededor. Odiaba toda esta hechicería, esa era la realidad, pero retuve a mis seres queridos contra mi pecho y hundí mi cabeza en el hueco de su cuello, cerrando los ojos mientras sentía las plumas rozar toda mi piel, picos, garras, el silbido del aire en mis oídos
ALDRICPronto la embarcación que utilizaban para cruzar se puso en funcionamiento. Estas aguas eran traicioneras, infestadas de cocodrilos y animales peligrosos. Yo solo me atrevía a cruzarlo, pero no con mi mujer a cuestas.—Ya estamos con los nuestros, amor, todo va a estar bien— besé la mano de Valeria y ella besó mi nuca.Era hora de planificar la revancha y la conquista de este reino.Quien se quede en el trono me da lo mismo, pero tiene que ser un aliado, nadie amenazará más a mi familia.*****CELINEMe sentía tan mal.Mi cabeza dolía y mareos asaltaban mis sentidos, mi pecho se apretaba con un dolor sordo. ¿Qué me ocurría? ¿Acaso era la maldición de mi sangre? ¿Pronto tendría otra recaída? No podía pensar con claridad.La impotencia crecía en mi interior y mientras me sumergía en el agua hirviendo de la tina, cerré los ojos, tan agotada.Cuando los volví a abrir, me encontraba en un lugar diferente.—¿Dónde... dónde estoy de nuevo?— me pregunté, mirando como tonta a mi alred
CELINE Al fin logré articular, no podía hablar nada más, no podía revelar nada más, aunque quisiera. Pensé que se enojaría, pero solo me dio una rara sonrisa siniestra que hizo que todos los cabellos de mi cuerpo se erizaran. —Lo sé, traes ratas astutas a nuestra casa, pero no importa nena, tu esposo es el peor depredador de todos, me encargaré de destriparlas por ti—sonrió y sus colmillos brillaron peligrosamente. Quise dar un paso atrás, sin embargo, sus brazos se cerraron sobre mi cintura y mi cabeza fue pegada a su pecho protectoramente, mi cuerpo entero fundido con el suyo. Este hombre irradiaba peligro por todos lados y ni siquiera estaba físicamente aquí, sin embargo, entre sus brazos se sentía como el refugio más seguro para mí. —Voy a hacer todo lo que me pidas, pero me pregunto, ¿qué obtendré yo a cambio?—susurró al cabo de unos segundos. —¿A... a cambio?—¡Cómo se transformó la atmósfera tan rápido, ahora me estaba poniendo nerviosa! - ¿Qué... deseas? —Sabes muy bien
NARRADORASusurros de pisadas se escuchaban en el bosque, la luz de la luna revelaba las siluetas que se movían con sigilo y cautela, se escondían y esperaban.—Más adelante está la entrada al cementerio…—No, iremos por otro sitio —Dante le dijo tajante a la híbrida que era su carta de triunfo— Sígueme.Le ordenó y Celine, aunque dudosa, persiguió sus pasos rápidos, en silencio, hasta que el sonido del agua llegó a sus oídos.Dante la guio a través de un riachuelo lleno de guijarros, siguieron la corriente hasta internarse en altas malezas que no dejaban mirar más allá.Cuando el vampiro apartó la hierba, Celine se asombró al ver que el agua salía de un enorme agujero redondo, como la salida un viejo acueducto.—Ven, entremos por aquí, todavía esta área está fuera de la influencia del castillo, Zarek no la controla y es más segura que el cementerio, vamos.Le hizo señas con la mano y ambos se internaron en el oscuro agujero, chapoteando el agua con las botas.El olor a humedad y a vi
NARRADORAMientras vampiros y hechiceros peleaban a muerte, los hombres lobos avanzaban por el bosque hasta llegar a los límites del cementerio.Las nubes se movían veloces en el cielo, tapando la luz de la luna, impulsadas por el viento que movía violentamente la copa de los árboles; el olor a humedad se sentía en el ambiente.A lo lejos, se alumbraba la noche con potentes relámpagos, un cielo negro de tormenta se cernía sobre el castillo del príncipe vampiro y, en cualquier momento, caería la lluvia torrencial como si fuera la manifestación de sus propios sentimientos.—Zarek está encolerizado —Gabrielle anunció, no necesitaba sus ojos para saberlo, la ira de Zarek parecía traspasar todas las barreras.—¿Quinn, puedes sentir a tu hermana? —Aldric le preguntó, habían avanzado sin descanso toda la tarde y la noche.—Es confuso, pero parece estar bajo nuestros pies, quizás en un subterráneo o algo así, he intentado hablar con ella, pero no puedo llegar hasta su loba.Quinn fruncía el c
NARRADORA Gabrielle comenzó a toser ruidosamente, sentía que Quinn no aguantaría y en cualquier momento entraría a rescatarla.“Ella nunca lo perdonará… señor… su hermano… es mi mate… es el hombre que está allí afuera,” jugó la carta que creía podría salvarle la vida.Solo esperaba que resultara.Zarek se quedó mirándola por un segundo que pareció una hora.De repente, escuchó una risa ronca y cínica salir de sus labios que daba más miedo todavía; sus afilados caninos brillaban con su aura asesina.“Te daré una última oportunidad porque ahora mismo no puedo dividir mi fuerza en tantas partes, pero si me vuelves a fallar, Gabrielle, sabes que tengo muchas maneras de asesinarte sin que ella se entere, ¿verdad?”“La recuperaremos, señor,” aseguró no muy convencida, pero qué más podría decir.Cayó entonces al suelo pesadamente, tosiendo casi a punto de echar los pulmones afuera.Pocas veces había estado del lado más débil, rendirle cuentas a Zarek, la hacía rechinar los dientes de la ira