ALDRICAntes de irme por completo volví a mirar hacia el borde del abismo, su sangre y la mía manchaba la tierra, ahora con el embrujo roto podía olerla con claridad, yo la había atacado con intenciones de asesinarla. Solo Quinn y Celine la defendieron de mí, ellos lo sabían, ellos también me mintieron, al menos se pudieron colar a donde sea que la hayan llevado, espero que la protejan y me ganen algo de tiempo.Esto no lo pudo haber hecho ese hijo de puta del Rey Vampiro solo, ¿cómo supo que vendríamos aquí? Todo parecía demasiado preparado, incluso me alejaron diciéndome que había una vampira para predisponerme en contra de ella.— ¡Su majestad!, ¿qué sucedió, escuchamos los ruidos de luchas, no nos atrevimos a acercarnos a la niebla, está herido, ¡tome un abrigo!— Reúne a todos los miembros de tu manada, menos a los cachorros, ¡AHORA! – le rugí al Alfa que me esperaba con algunos guerreros al pie de la montaña.Estaba que veía rojo de la desesperación, pero tenía que poner mi men
ALDRIC— ¡Su alteza, esta mujer comercia con el Reino Oscuro, mire a mi hermano, ni siquiera nos recuerda, de verdad tiene metido en su cabeza que es su nieto, hace todo lo que ella quiere! – la mujer se arrojó al suelo a mis pies llorando— Me tiene chantajeada con la vida de mi hermano y mis padres, prisioneros en esa choza, como mismo quería chantajear a Valeria con eso, mire, ¡lo que lleva en su cuello!Y se abalanzó a quitarle un relicario del cuello entre los gritos y la resistencia de la mujer que se detuvo cuando me acerqué.— Actívalo, solo para mí – le dije tomando el colgante que la chica me pasó y agarrándola del cabello con fuerza – haces un mínimo truco y durarás menos de lo previsto.Entonces dijo unas palabras temblorosas activando esa magia de mierd4 que me mostró la verdad en un recuerdo. Caminé hacia el frente de esa rara criatura que nunca había visto.No era una vampira, ni una bruja, no un espectro, nada que pareciese haber conocido, sin embargo, cuando subió la
VALERIAMe incorporé enseguida, pegándome al intrincado respaldar de acero tallado con rosas y hojas en negro que imitaban a un jardín.Mis piernas encogidas protectoramente contra mi pecho, el tintineo de la gruesa cadena se escuchó en la habitación, al igual que sus pasos acercándose al borde de la inmensa cama.Lo miré con algo de temor a medida que veía con mayor claridad su cabello oscuro como ébano, los ojos rojos como la sangre fresca y esa sonrisa cínica en sus finos labios.— ¿Qué quieres de mí? – logré articular tragando, intentando ocultar el temblor en mis manos y mi voz.Se sentó muy tranquilamente a mi lado, apartando a un lado la larga chaqueta negra con brocados dorados.— Creo que sabes muy bien lo que deseo de ti, es increíble que te hayas escondido durante todos estos años – me dijo observándome curioso, su mano de repente fue hacia mi barbilla y por mucho que deseé escapar de su fuerte agarre no pude - ¿cómo lo hiciste?Quería defenderme, convocar todo mi poder, tr
VALERIAPensé en la posibilidad de que me quitaría esa pesada cadena del tobillo, parecía estar encantada y era la que me drenaba toda la energía.No tuve suerte, él no me liberó, sin embargo, nuestros pasos nos llevaron hacia las puertas de cristal dobles que daban a un pequeño balcón.Mis ojos asombrados miraron a la noche, parecía estar en las alturas, en un castillo antiguo, sobre una montaña rodeada de nieve y un lago congelado.A los lejos se veían las murallas oscuras y todo el ambiente era frío y lleno de una niebla oscura que cubría el cielo.— Ya que estás observando todo, ¿por qué no le das un vistazo a nuestros invitados en la plaza? – me dice al oído, su mano controlando mi cabeza, mi cabello negro ondeando con el fuerte viento de las alturas, al igual que el fino camisón que no me protegía de las bajas temperaturas.— No, no, - solo pude articular cuando vi mucho más abajo en una amplia plaza de piedra rodeada de las murallas, a Celine, amordazada y atada con las manos h
VALERIA— ¿Quién… quién eres? – me levanté enseguida un poco tambaleante.La verdad no tenía miedo de esta pequeña anciana que a penas me llegaba por el pecho, pero de dónde salió repentinamente.— Ven, ven, no te asustes, sabes que no te voy a hacer daño, acuéstate en la cama, el suelo está muy frío, te puedes resfriar – me dijo, empujándome hacia la enorme cama, abriendo el edredón para mí y luego cobijándome dulcemente.Me sentía una niña pequeña y veo su espalda alejarse para meter más troncos en la chimenea que calentaba la fría habitación.Algo en ella, en su aura, hacía que me dieran ganas de llorar, recordé las palabras que leí en el último altar.¿Sería ella la que me llamaba pequeño cuervo?— Soy yo – me respondió, girándose al fin y sonriendo, regresó a la cama y subió, sentándose a mi lado.— ¿Eres mi nana? ¿Por qué sabes mi nombre y me dices princesa? ¿Por qué me llamas pequeño cuervo? – tantas preguntas que le hago una tras otra.— Sí, se puede decir que soy tu nana, fui
VALERIAPaseaba nerviosa de un lado a otro de la asfixiante habitación, estaba que me comía las uñas y no había pegado ojo.Mi mano acariciando protectoramente mi vientre. Ahora, esta era mi prioridad, mantener a salvo a mi cachorro.No me lo podía creer cuando nana me lo dijo, me parecía una mentira demasiado cruel, ¡pero pude “verlo”!, ¡ella me mostró con su magia la vida de mi bebé creciendo dentro de mí!Una sonrisa apareció en mis labios sin que lo pudiese evitar, debía ocultarlo en lo profundo, nadie más se podía enterar, solo nana y yo lo sabíamos.Mi vientre marchito de alguna manera había florecido, ella me dijo que ese era el milagro del amor verdadero, la sangre poderosa de su padre y mi poder despertando.Incluso, me dijo que podía arreglarme el rostro, pero yo no quise. Por supuesto que no me quiero quedar así para siempre, pero ahora, lo más conveniente es pasar desapercibida delante del Rey Vampiro.— Aldric— susurré su nombre sentada en la cama, extrañándolo como loc
VALERIA— Entonces ven, acércate a esta mesa – me llevó hasta una enorme mesa ovalada de mármol con un gigantesco mapa encima.Algunas zonas estaban dibujadas y otras se mostraban opacas y ocultas.— ¡Tráiganme la caja! – ordenó y le trajeron una pequeña caja de madera, me parecía conocida y cuando la abrió y me enseñó el contenido, reconocí la piedra que aquella vez toqué y por fingir, quemó mi mano.— Es una piedra echa del Altar madre, el primero de todos, que está situado donde se encuentra la Puerta Lunar, es una reliquia de tu raza, tómala con una mano y extiende la otra hacia mí – me ordena prepotente y no me queda de otra que obedecer.Mis dedos temblorosos se acercan a la oscura roca que parece brillar como si tuviese minerales dentro.Recuerdo muy bien el dolor que me causó aquella vez, pero ahora solo sentía el llamado, como una cuerda invisible que me halaba hacia un lugar sagrado e increíble.El tacto frío al fin llegó a mi mano cuando la sujeté, sacándola de la caja ater
VALERIAEl mar era algo mucho más extraordinario de lo que imaginaba.Criada siempre sin salir de las manadas, dentro del Reino de los Hombres Lobos, nunca tendría acceso a esta vista interminable de agua que se fundía en el horizonte con la oscuridad del cielo.La luna brillaba sobre nuestras cabezas, mientras el viento y la magia impulsaban las velas hacia el sitio que el artefacto había marcado en el mapa que trajo el Rey Vampiro.Me coloqué un chal por encima de los hombros y salí al pequeñito balcón de mi camarote.No era el mejor, pero tampoco estaba mal, una camita contra una esquina, con una mesita redonda y una silla para tomar cualquier alimento.Lo que más me gustó era la privacidad y este pequeño balcón que daba a la popa del barco y donde me encontraba de pie observando a las estrellas.Cada camarote, cada tabla, cada clavo, el roce de las olas en el casco, todo lo podía sentir, esta embarcación avanzaba bajo mi voluntad y si no lo deseaba, nadie la hubiese movido de su s