VALERIAMe incorporé enseguida, pegándome al intrincado respaldar de acero tallado con rosas y hojas en negro que imitaban a un jardín.Mis piernas encogidas protectoramente contra mi pecho, el tintineo de la gruesa cadena se escuchó en la habitación, al igual que sus pasos acercándose al borde de la inmensa cama.Lo miré con algo de temor a medida que veía con mayor claridad su cabello oscuro como ébano, los ojos rojos como la sangre fresca y esa sonrisa cínica en sus finos labios.— ¿Qué quieres de mí? – logré articular tragando, intentando ocultar el temblor en mis manos y mi voz.Se sentó muy tranquilamente a mi lado, apartando a un lado la larga chaqueta negra con brocados dorados.— Creo que sabes muy bien lo que deseo de ti, es increíble que te hayas escondido durante todos estos años – me dijo observándome curioso, su mano de repente fue hacia mi barbilla y por mucho que deseé escapar de su fuerte agarre no pude - ¿cómo lo hiciste?Quería defenderme, convocar todo mi poder, tr
VALERIAPensé en la posibilidad de que me quitaría esa pesada cadena del tobillo, parecía estar encantada y era la que me drenaba toda la energía.No tuve suerte, él no me liberó, sin embargo, nuestros pasos nos llevaron hacia las puertas de cristal dobles que daban a un pequeño balcón.Mis ojos asombrados miraron a la noche, parecía estar en las alturas, en un castillo antiguo, sobre una montaña rodeada de nieve y un lago congelado.A los lejos se veían las murallas oscuras y todo el ambiente era frío y lleno de una niebla oscura que cubría el cielo.— Ya que estás observando todo, ¿por qué no le das un vistazo a nuestros invitados en la plaza? – me dice al oído, su mano controlando mi cabeza, mi cabello negro ondeando con el fuerte viento de las alturas, al igual que el fino camisón que no me protegía de las bajas temperaturas.— No, no, - solo pude articular cuando vi mucho más abajo en una amplia plaza de piedra rodeada de las murallas, a Celine, amordazada y atada con las manos h
VALERIA— ¿Quién… quién eres? – me levanté enseguida un poco tambaleante.La verdad no tenía miedo de esta pequeña anciana que a penas me llegaba por el pecho, pero de dónde salió repentinamente.— Ven, ven, no te asustes, sabes que no te voy a hacer daño, acuéstate en la cama, el suelo está muy frío, te puedes resfriar – me dijo, empujándome hacia la enorme cama, abriendo el edredón para mí y luego cobijándome dulcemente.Me sentía una niña pequeña y veo su espalda alejarse para meter más troncos en la chimenea que calentaba la fría habitación.Algo en ella, en su aura, hacía que me dieran ganas de llorar, recordé las palabras que leí en el último altar.¿Sería ella la que me llamaba pequeño cuervo?— Soy yo – me respondió, girándose al fin y sonriendo, regresó a la cama y subió, sentándose a mi lado.— ¿Eres mi nana? ¿Por qué sabes mi nombre y me dices princesa? ¿Por qué me llamas pequeño cuervo? – tantas preguntas que le hago una tras otra.— Sí, se puede decir que soy tu nana, fui
VALERIAPaseaba nerviosa de un lado a otro de la asfixiante habitación, estaba que me comía las uñas y no había pegado ojo.Mi mano acariciando protectoramente mi vientre. Ahora, esta era mi prioridad, mantener a salvo a mi cachorro.No me lo podía creer cuando nana me lo dijo, me parecía una mentira demasiado cruel, ¡pero pude “verlo”!, ¡ella me mostró con su magia la vida de mi bebé creciendo dentro de mí!Una sonrisa apareció en mis labios sin que lo pudiese evitar, debía ocultarlo en lo profundo, nadie más se podía enterar, solo nana y yo lo sabíamos.Mi vientre marchito de alguna manera había florecido, ella me dijo que ese era el milagro del amor verdadero, la sangre poderosa de su padre y mi poder despertando.Incluso, me dijo que podía arreglarme el rostro, pero yo no quise. Por supuesto que no me quiero quedar así para siempre, pero ahora, lo más conveniente es pasar desapercibida delante del Rey Vampiro.— Aldric— susurré su nombre sentada en la cama, extrañándolo como loc
VALERIA— Entonces ven, acércate a esta mesa – me llevó hasta una enorme mesa ovalada de mármol con un gigantesco mapa encima.Algunas zonas estaban dibujadas y otras se mostraban opacas y ocultas.— ¡Tráiganme la caja! – ordenó y le trajeron una pequeña caja de madera, me parecía conocida y cuando la abrió y me enseñó el contenido, reconocí la piedra que aquella vez toqué y por fingir, quemó mi mano.— Es una piedra echa del Altar madre, el primero de todos, que está situado donde se encuentra la Puerta Lunar, es una reliquia de tu raza, tómala con una mano y extiende la otra hacia mí – me ordena prepotente y no me queda de otra que obedecer.Mis dedos temblorosos se acercan a la oscura roca que parece brillar como si tuviese minerales dentro.Recuerdo muy bien el dolor que me causó aquella vez, pero ahora solo sentía el llamado, como una cuerda invisible que me halaba hacia un lugar sagrado e increíble.El tacto frío al fin llegó a mi mano cuando la sujeté, sacándola de la caja ater
VALERIAEl mar era algo mucho más extraordinario de lo que imaginaba.Criada siempre sin salir de las manadas, dentro del Reino de los Hombres Lobos, nunca tendría acceso a esta vista interminable de agua que se fundía en el horizonte con la oscuridad del cielo.La luna brillaba sobre nuestras cabezas, mientras el viento y la magia impulsaban las velas hacia el sitio que el artefacto había marcado en el mapa que trajo el Rey Vampiro.Me coloqué un chal por encima de los hombros y salí al pequeñito balcón de mi camarote.No era el mejor, pero tampoco estaba mal, una camita contra una esquina, con una mesita redonda y una silla para tomar cualquier alimento.Lo que más me gustó era la privacidad y este pequeño balcón que daba a la popa del barco y donde me encontraba de pie observando a las estrellas.Cada camarote, cada tabla, cada clavo, el roce de las olas en el casco, todo lo podía sentir, esta embarcación avanzaba bajo mi voluntad y si no lo deseaba, nadie la hubiese movido de su s
VALERIAEl artefacto mágico había adoptado la forma de este barco, pero en miniatura, navegaba por encima del mapa que el Rey Vampiro había colocado sobre una mesa en la cabina del capitán.— ¿A dónde nos llevas ahora? – me preguntó algo exasperado.— No lo sé, solo estoy deseando llegar a la Puerta Lunar, el camino exacto no lo conozco – le respondí igual de manera hosca.Ya había pasado la noche y los primeros rayos del sol asomaban por el horizonte, sin embargo, la neblina que nos rodeaba dificultaba bastante la visión.— Quiero ver a mis amigos…— ¡Tierra a la vista! – gritaron desde la cubierta cuando él me iba a responder.Salió apresuradamente, apartándome a un lado de manera grosera y yo seguí sus pasos, subiendo la escalerilla hasta el exterior.Mis pies rozaban la madera del suelo, muchos de sus soldados estaban presentes, todos mirando en una sola dirección y yo también fijé mis ojos en ese punto, hacia donde avanzábamos.Pronto, la silueta de lo que parecía una islita come
VALERIA— Mi señor está solo de paso, indíqueme el mejor sitio para descansar en este… singular pueblucho— escuché desde mi posición, rodeada por los guardias del Rey.Parecía que no le gustaba llegar anunciándose, lo cual me pareció extraño, dado lo narcisista que se notaba que era.— Por supuesto… claro, su señoría, por aquí está la mejor posada de nuestro pueblo – el hombre sonriente, casi en el puro hueso y la cabeza más despoblada de cabellos que este decrépito pueblo, enseguida comenzó a guiarnos.Caminamos por las calles de piedras y mi mirada vagaba sutilmente hacia los viejos edificios que a penas se mantenían en pie.La pobreza y decadencia en cada esquina, así como los ojos curiosos mirando detrás de las oscuras ventanas.Nunca había estado en este Reino, ¿todos los pueblos serían iguales?La verdad es que creo que hasta la manada más pobre del Reino de los Hombres Lobos era un paraíso comparado con este lugar.— Esta es la mejor posada y también tienen un restaurante, el s