VICTORIA Todos nos quedamos esperando a ver qué sucedía, el ceño de la anciana solo seguía fruncido y ahora movía los labios. Lucien estaba agitándose a mi lado y su agarre en mi cintura parecía querer estrangularme. —Ya suéltalo, Grecia, y di de una maldit4 vez que es lo que pasa con mi cachorro. Ella por fin lo soltó y sus ojos se posaron en mí, una mirada intensa, curiosa, significativa. Su mirada volvió a Lucien que de seguro estaba que saltaba sobre ella. —Todo está bien con el pequeño, su poder se salió de control solo por un momento, pero el comando de su madre fue suficiente para detenerlo. —¿Qué tanto fruncía el ceño y murmuraba? Ella volvió a mirarme de una forma extraña, como si supiera algo que claramente yo no. —Deja de mirarla a ella y dime de una vez— tomé la mano de Lucien que se calmó al instante al sentir mi toque, ella se encontró con mis ojos una vez más y me sonrió. —Bueno, Ben está bien, pero necesita alguien que lo ayude con sus dones, por lo
VICTORIA Aquí estoy de nuevo frente a este extraño, tomando un café, como si fuéramos grandes amigos. —Si vas a decirme algo de mi madre, hazlo ya, perdona que te apure, pero aquí ninguno está a salvo. —Si lo dices por tu padre, no te preocupes, no va a encontrarnos mientras estés a mi lado. Sus ojos grises me miran fijamente y sé que no miente, pero veo una esperanza en ellos que no puedo darle. —Tu madre nació en nuestra manada, creció en ella como cualquier otro hasta que cumplió los 18 años. Su compañero elegido estaba listo para tomarla como esposa, pero ella huyó. ¿Huyó?, ¿por qué lo haría? —Pensábamos que regresaría, pero no fue así. Su compañero salió a buscarla, tres años después, regresó con ella, pero ya no venía sola. Su mirada lejana se posó en mí, dándome una suave sonrisa. —Ella regresó con un hermoso regalo, uno que cambiaría nuestras vidas; tú. Solo bajé la mirada sin decir nada, no tengo mucho que decir la verdad. —La bruja de la manada, dijo qu
VICTORIA Miro al frente con la visión algo borrosa, mirando como comenzamos a salir de la ciudad, comienzo a sentir miedo de todo esto. ¿En qué estaba pensando cuando decidí venir aquí?, debía saber que él no se iba a quedar quieto. —Estarás bien, descansa. —¿Mi madre sabía de esto? —Lo sabía, ella sabía lo que tú ibas a significar para nosotros. Sigo sin entender, qué papel en todo esto juegan los guardianes y porque los antiguos Reyes quisieron exterminarlos, algo falta aquí. —¿A dónde vamos? —Te llevaré a las afueras de la ciudad, en el bosque hay una casa donde nos quedaremos solo hasta mañana, apenas lleguemos, debo marcarte, descansaras hasta la noche para luego completar el vínculo. Cierro los ojos y aprieto con fuerza mis manos cuando de nuevo la puntada comienza a quemarme la cabeza. Cuando pasa, miro los alrededores, los últimos edificios se alzan sobre nosotros para adentrarnos en el camino. Debo pensar en algo antes de que este loco vaya a hacerme alg
VICTORIA Lucien ya lleva cinco días fuera, parece que realmente no quiere verme. Solo suspiro mientras paso la página del libro que estoy leyendo. Daniel no mintió cuando dijo que los Reyes casi exterminan a los lobos guardianes, aunque tampoco mencionó el motivo por el cual lo hicieron. —Mami te traje jugo. —Gracias cariño. Paso de nuevo la página y sigo leyendo la historia de todo este desastre. La verdad es que los lobos guardianes trabajaron en unión con los Reyes en el pasado, pero un día, una loba fue destinada al Rey Alfa, esta loca, intentó asesinarlo para darle paso a la rebelión de los guardianes. Ellos creían que merecían más, así que decidieron derrocar al Rey Alfa y acabar con su linaje utilizando a la pobre mujer como peón. Así ellos quedarían como Reyes gobernando el mundo sobrenatural mientras utilizaban sus dones para hacer daño a todo aquel que no los aceptara. Cierro el libro y pego la cabeza a este, no quiero saber nada de esto. —Parece que te
LUCIEN Mirando a través de la ventana de mi oficina, me pierdo en mis propios pensamientos. Errick anda silencioso y sé que es por ella. Los dos seguimos molestos, sentimos que ella nos traicionó, no importa cuantas veces trate de decirle a mi mente que no es así. —Adelante— digo cuando escucho golpes en la puerta. Volteo solo para ver a mi cachorro con la cabeza abajo, él sabe que hizo algo mal. —¿Sabes que fue lo que hiciste mal, Ben?—, él solo asiente con la cabeza y no dice nada más. —Dime que fue. —Haber ayudado a mi mamá a escapar, no me dijo para que, solo sé que ella iba a estar en peligro y por eso le dije a mi tía que te avisara. Mi mirada ahora se posa en Séfira, que solo permanece en silencio a su lado, mirándome como si nada. —Ben, que sea la última vez que ayudas a tu madre a hacer algo como esto, no quiero que nada les pase a ninguno, espero lo entiendas. Ahora ve a tus clases. Él sale sin decir nada y yo me quedo solo con Séfira que viene a s
VICTORIA Solo salí de aquella habitación sin mirar atrás, Lucien no parecía él, ese brillo dorado a su alrededor, sus ojos brillando con intensidad me gritaban peligro. Ese poder quería de alguna forma aplastarme, no me quedaría pasa saber que iba a hacer conmigo. Corrí hacia el bosque lo más rápido que pude, mis sentidos comenzaron a agudizarse de una forma extraña. El cielo de pronto cambio, el día tan claro como siempre se oscureció en solo segundos, la brisa comenzó a soplar con fuerza y el mismo suelo bajo mis pies se alteró. El verde suave comenzó a oscurecer bajo mis pies mientras seguía corriendo sin rumbo por entre los árboles. Un fuerte estruendo se escuchó a los lejos y la tierra bajo mis pies se sacudió con fuerza haciéndome caer. Todo a mi alrededor se quedó sumido en un profundo silencio, la brisa dejó de soplar y la poca luz que quedaba se fue. El miedo se filtró por cada célula de mi piel evitando que me moviera, escuchando atentamente cualquier
VICTORIA Cerré los ojos con fuerza, esperando a que el dolor más mortal de mi vida llegara y acabara con ella. Escuchaba el viento silbar en mis oídos y sé que era cuestión de tiempo para sentir el impacto. Sin embargo, una luz comenzó a colarse en la oscuridad de mis ojos, los abrí para ver como cadenas doradas se enrollaban en mi cuerpo. Cubriéndome hasta la más pequeña parte de mí, creando un ataúd que me mantenía a salvo. El impacto llegó pronto y con él; un dolor que me recorrió el cuerpo, como si hubiese caído de unos tres metros de altura. Las cadenas amortiguaron el golpe y una vez que lograron su cometido, se desvanecieron en pequeñas motas brillantes. —"No puedo creer que saltaras, ahora va a sentirse más traicionado" —"¿Y qué demonios esperas que haga?, va a lastimarme, no, va a matarme, tú no puedes venir a decirme nada por qué eres producto de mi imaginación" Me levanté sintiéndome mareada, me recosté un momento antes de que un aullido retumbara en todo
VICTORIA ¡Desperté!, tal como no quería, volví a despertar. Miro alrededor y estoy en una choza. Escucho el cantar de las aves y algo que parece agua. Miro la pequeña cocina donde hay una olla hirviendo, desprendiendo un olor tenue, pero agradable. Traté de levantarme y solo conseguí recostarme al cabecero, mi cuerpo dolía de una forma atroz y el cuello me ardía. Cerré los ojos recordando todo lo que pasó y por primera vez me dan ganas de golpearme. Abrí los ojos de golpe al recordar a mi loba, traté una y mil veces hablar con ella, pero solo obtenía silencio. —Ella no te puede oír. Giré en esa dirección, mirando como Grecia caminaba a la pequeña olla y servía algo en un vaso. —Tu loba volvió a su encierro una vez que la marca de Lucien desapareció. —¿Volverá? Ella no respondió, en cambio, caminó hasta mí dándome la taza con eso adentro. —No te preocupes, es solo para que recuperes fuerzas, es un milagro que sigas viva después de qué... bueno... —Lo