PerlaSalimos por otra puerta de la casa que nos conduce a lo que al parecer es un garaje. —Después te vas a memorizar toda la edificación de la villa—informa Leonor—. Por qué también será importante. —Eso espero, por qué realmente es gigante —respondo mirando el amplio terreno.El garaje al parecer está cerrado, pero hay dos camionetas negras, estacionadas afuera y cuatro hombres trajeados que se encuentran conversando. De entre los cuatro hombres, uno de cabello castaño, piel blanca y ojos cafés, se empieza a acercar hacia nosotras y se detiene delante de Leonor.—Señorita Leonor, buenas tardes —saluda con amabilidad—. He recibido su mensaje.—Hola, Angelo, sí. Necesito ir a comprar unas cosas —avisa—. Pero antes, te voy a presentar a Perla, ella será la otra secretaria del señor Fabiano —le informa Leonor. El hombre me observa manteniendo una expresión neutra y extiende su mano hacia mí. —Un gusto, señorita mi nombre es Angelo —se presenta con educación—. Estoy disponible para
PerlaLeonor y yo seguimos a Joe hasta un probador. Solo llegué a observar este tipo de tiendas desde lejos, jamás me imaginé entraría en una. El probador es grande y es de color rosa claro con blanco. Hay una alfombra grande de color blanco y un juego de sofás de color café, que contiene en medio una mesita con un florero qué tiene rosas blancas frescas. También hay ranks llenos de vestidos y hay un espejo largo de cuerpo completo.—Muy bien, hay un vestido que podría ser el adecuado para ti, Perla —dice Joe, quien se aproxima a uno de los ranks y empieza a pasar vestida tras vestido—. Creo que está por aquí.Leonor se sienta en el sofá largo y mira a Joe.—Debe lucir muy bien, jamás voy a permitir que mi compañera se vea insípida. Joe le lanza una mirada.—¿No confías en mí? —continúa buscando el vestido—. ¡Ah!, aquí está —saca un vestido color esmeralda y se gira para mostrarlo—. Este es —se acerca a mí.Miro un vestido color esmeralda con corsé en forma de corazón qué contiene u
Perla Solo había escuchado sobre los matrimonios arreglados en novelas y películas, pero en pleno siglo veintiuno, jamás. —¿Me explicas? —parpadeo confundida—. ¿Cómo es que un hombre hecho y derecho, como Fabiano es obligado a casarse con una mujer, solo por su padre muerto? —Querida, son cosas que los padres hacen con sus hijos en esta clase de mundo. El padre de Fabiano y el padre de Fiorella eran amigos y un día decidieron seguir manteniendo la amistad, con la decisión de unir a sus hijos para entrelazar la sangre y ser completamente familia —Leo, realiza una pausa—. Desde pequeños están prometidos y bueno, ya llegaron a la edad adecuada para que se casen. En realidad Fiorella, Fabiano es mayor que ella, pero eso no es tan importante. Ya se van a casar, no hay vuelta atrás —Leonor Realiza una pausa—. Digo, si Fabiano después no se retracta, no creo que Fiorella lo haga, ella si está obsesionada con Fabiano. Es muy intensa y como niña mimada, le da lo que quiere. Pestañeo y lev
PerlaUna mujer de cabello oscuro y sonrisa agradable, se empieza acercar así nosotras. Aparenta unos cincuenta años, sin embargo, se ve más joven a pesar de la edad. Llava un vestido rosa claro que resalta con su cabello corto y negro.—¡Leonor, cara! —saluda con una inmensa sonrisa.—Come stai, Lucia? —consulta Leonor, sonriente. Leonor y ella se saludan de besos en ambos lados de sus mejillas, luego se acerca a mí y también nos saludamos.—Es la primera vez que te veo, ¿eres nueva en el club? —sonríe y extiende la mano—. Soy Lucía Fontana.Le sonrío enseguida y sujeto su mano.—Soy Perla Lee, mucho gusto, y un placer conocerla, señorita Fontana.—El placer es mío, bella —dice ella con suavidad—. ¿Eres familiar de Fabiano? —pregunta con curiosidad.Le sonrío.—Soy su nueva secretaria —respondo.La mujer eleva las cejas, luego mira a Leonor.—¡Oh!, tendrás una compañera, Leonor —vuelve a sonreír con amabilidad—. Que bueno.—Si, así es —responde Leonor.—Perla, cualquier cosa que nec
Perla.Estuvimos en la fiesta solo un rato, ya que Leonor tuvo que irse a su casa y yo decidí irme a mi habitación para mirar algunas cosas que Leonor me dejó.Leonor me habló de casi todos los invitados qué estaban en la fiesta y los negocios qué tienen en conjunto con el señor Greco, además de conocer a algunos de ellos.Mirando la laptop—qué le pertenece a Leonor—, escucho dos toques a la puerta.—¡Adelante! —vocifero desde mi lugar.La puerta se abre de inmediato y veo entrar a Lidia y Angela, con sonrisa traviesas en el rostro. Están usando sus pijamas, lo que indica que ya están en su hora no laboral.—¡Hola, señorita Perla! —saluda Angela quien se sienta a mi lado.—Tu me debes una explicación, mujer —expresa Lidia—. Cómo es posible que hayas llegado con un traje de camarera y de pronto te desapareciste y regresaste con un traje muy llamativo, como toda una señora del círculo Greco.—La verdad si te viste así —dice Angela con una sonrisa y asintiendo.—¿En serio? —cierro la tap
Perla —¡Vamos a comprar ropa nueva! —dice Leonor con emoción mientras que enciende su auto—. Yo también me voy a desahogar —se coloca unos anteojos oscuros. —Me parece genial, Leo —miro por el reflejo del retrovisor la camioneta negra que ha empezado a seguirnos. Los escoltas qué deben vigilarme. Eso no hay que olvidarlo. —Hace tiempo que no renuevo mi armario —dice ella quien luego me entrega unos anteojos oscuros—. Para que los uses. Agarro los anteojos y me los coloco —¿Iremos nuevamente para la tienda de tu hermano? —Sí, pero primero vamos a ir al centro comercial —informa mientras conduce—. Tus lentes se ven bien —dice con una sonrisa y concentrada en el camino. —Gracias —respondo y miro mi reflejo en el espejo. La verdad si se ven muy bien. —Vamos a colocar música de chicas —refiere Leonor, mientras mira la pantalla de su reproductor. De inmediato empieza a sonar una canción de Christina Aguilera, y Leonor no tarde en empezar a moverse mientras canta y sigue conducien
Perla Leonor me mira con curiosidad, sus ojos reflejaban una mezcla de interés y compasión. Vuelve a hablar. —¿De dónde eres realmente? —todavía me sigo haciendo la pregunta de cómo llegaste a las manos de Fabiano Greco. Tomé un respiro profundo, preparándome para abrir una parte de mi vida que rara vez comparto. —Soy de Seattle —comienzo a decir, sintiendo cómo las palabras se deslizaban lentamente—. Nunca conocí a mi padre. Mi madre… bueno, ella nunca me quiso. Siempre estaba ocupada con sus propios problemas, y yo era más una carga que una hija para ella. La verdad nunca me ha querido. Leonor levanta las cejas y asiente, sus ojos nunca apartándose de los míos. Me hace sentir una extraña mezcla de alivio y tristeza al continuar. —La única persona que realmente me cuidaba era mi abuela. Ella era mi todo, mi refugio. Pero… —mi voz se quiebra un poco—, ella murió hace unos años. Desde entonces, he estado sola. El silencio que sigue es pesado, pero también liberador. Había com
Perla Casi me ahogo con mi propia saliva. Vuelvo a tragar y tomo un sorbo de capuchino para pasar la locura, que Leonor acaba de insinuar. Niego con rapidez. —No, no. Estás equivocada —le sonrío—. Es que es de ni siquiera pensarlo. —¿Quién conoce más a Fabiano Greco entre tú y yo? —levanta una ceja, agarra helado y come lentamente, sin despegar sus ojos azules de mi persona. Con cuidado, dejo la tasa del capuchino sobre la mesa y la vuelvo a mirar. —Tú, por supuesto —le confirmo, por qué obviamente jamás podría decir que no a eso. Traga suave y se acomoda en la silla. —Mira —entrelaza las manos, mirándome con atención—. La regla de ellos es quitarse de encima la piedra del zapato. Tú, eras la piedra en el zapato de Fabiano al presenciar lo que viste —explica—. Quizás no has comprendido con qué clase de hombre estás tratando, pero tanto Fabiano como cada uno de los hombres y mujeres que viste el día de ayer, resuelven todo con la muerte, Perla. Así funciona todo con ellos