La niebla flotaba perezosa sobre el claro del río, un velo plateado que hacía que el lugar pareciera sacado de un sueño. Laila caminó con cautela, su corazón latiendo con un ritmo irregular.El mensaje de Kaelen aún ardía en su mente:“Ven al claro del río al amanecer. Te daré respuestas.”Sabía que no era prudente estar allí, pero algo dentro de ella la empujaba. Quizás era la curiosidad, quizás la necesidad de entender por qué siempre había sentido que algo faltaba en su vida.Dentro de ella, Nyra gruñó en alerta.Nyra: “Esto es una trampa.”Laila: “Lo sé.”Pero aun así, no se detuvo.Cuando llegó al claro, Kaelen ya estaba allí.Se apoyaba contra un árbol, con los brazos cruzados sobre su pecho y una expresión indescifrable en el rostro. Sus ojos azules brillaban con un misterio que parecía demasiado antiguo para su edad.Kaelen (sonriendo levemente):“Sabía que vendrías.”Laila se detuvo a varios pasos de él, sin bajar la guardia.Laila:“No tengo tiempo para juegos. ¿Qué quieres?
.El camino de regreso a Cuarto Creciente se sintió más largo de lo normal.Laila caminaba a pasos rápidos, su mente atrapada en un torbellino de pensamientos imposibles de ignorar. Kaelen había dicho la verdad.No porque él lo hubiera revelado.No porque lo hubieran descubierto en ese momento.Sino porque siempre lo habían sabido.Y ese era el problema.Ella y Amir lo sabían.Desde hace años.Pero habían elegido ignorarlo.Y ahora que la verdad había salido a la luz, ya no podían enterrarla otra vez.Dentro de ella, Nyra estaba inquieta.Nyra (con voz baja):“Es inútil seguir negándolo , es inevitable “Laila cerró los ojos un instante.Laila (susurrando):“No podemos ser mates.”Nyra (con paciencia):”¿Por qué no?”Laila tragó saliva.Porque si lo aceptaban…Si reconocían lo que eran…Nada volvería a ser lo mismo.Su amistad con Amir.Su relación con la manada.Su papel en Cuarto Creciente.Todo se derrumbaría.Laila (con voz dura):“Porque no quiero perderlo.”Nyra suspiró, pero no
El aire en Cuarto Creciente estaba cargado de una tensión silenciosa. Los días habían pasado desde el encuentro en el claro del río, pero Laila y Amir apenas se hablaban.Los guerreros lo notaban.Los ancianos lo sentían.Pero nadie se atrevía a mencionarlo.Nadie… excepto Aria y Raiden.Desde la entrada de la cabaña principal, Aria miraba a Laila sentada junto al río.Su hija adoptiva tenía los hombros caídos, los ojos fijos en el agua, como si buscara respuestas en la corriente.Dentro de Aria, Selene suspiró.Selene:“Está sufriendo.”Aria cerró los ojos un instante.Aria:“Lo sé.”Desde que Laila había regresado de aquella noche con Kaelen, había cambiado.La energía vibrante que siempre la rodeaba se había desvanecido.Y lo más preocupante…Ya no sonreía.Aria tomó aire y caminó hasta donde estaba.Aria (suavemente):“¿Puedo sentarme?”Laila apenas se giró antes de asentir.El silencio entre ellas fue espeso.Aria miró su reflejo en el agua y luego a su hija.Aria:“No tienes que
La luna llena brillaba sobre Cuarto Creciente, bañando el bosque con una luz plateada. Era una noche tranquila. Demasiado tranquila. Y esa falsa calma era lo que preocupaba a Raiden. Desde la cima de la colina, el alfa observaba los límites del territorio, con los sentidos alerta. Dentro de él, Fenrir gruñó en advertencia. Fenrir: “Algo no está bien.” Raiden no respondió, pero sintió cómo su lobo se tensaba, preparándose para lo que venía. Porque lo sabía. El enemigo estaba cerca. El primer grito rompió la calma. Luego, el fuego. Desde el lado norte del bosque, las llamas se elevaron, devorando los árboles y pintando el cielo de un naranja ardiente. La aldea despertó de golpe. Los guerreros salieron corriendo, con los ojos brillando en la oscuridad. Pero no hubo tiempo para organizarse. Porque ya estaban aquí. Kael había atacado. La Primera Línea de Defensa Raiden rugió una orden, su voz resonando con poder en la noche. Raiden: ”¡Defiendan el
El aire se volvió denso, cargado de tensión y asombro. Los gritos de la batalla se desvanecieron momentáneamente cuando él apareció. Laila sintió que el suelo se desmoronaba bajo sus pies. No podía ser. No él.El traidor que avanzaba hacia Kael, con la mirada fría y determinada, era Eryk. El guerrero en quien todos confiaban. El hombre que había protegido a la manada durante años. El lobo que, hasta ese momento, era uno de los suyos.Laila sintió que el aire le faltaba. Nyra rugió dentro de ella, su furia vibrando a través de sus venas.Nyra: “¡Nos ha traicionado!”Laila no podía mover un solo músculo. No podía procesarlo. Pero Amir sí.Con un rugido, Amir avanzó hacia Eryk, pero Laila lo detuvo en el último momento, sujetándolo del brazo.Laila (susurrando, con voz quebrada): “No.”Porque necesitaba saber por qué. Porque necesitaba escuchar la verdad de su propia boca.Eryk los miró con una expresión desprovista de emociones. Pero había algo en sus ojos. Algo que Laila reconoció. Dol
El sonido de un aullido desgarrador rompió la noche.Raiden cayó al suelo, su pecho empapado de sangre.El tiempo pareció detenerse.Los lobos de Cuarto Creciente miraron con horror cómo su alfa se desplomaba sobre la tierra.Laila sintió que su mundo se rompía.Entre la Vida y la MuerteDentro de la cabaña, el aire estaba cargado de tensión y desesperación.Raiden luchaba por respirar.Los sanadores se movían con rapidez, sus manos trabajando incansables sobre la herida profunda.Aria estaba a su lado, sosteniendo su mano con firmeza.Aria (con la voz quebrada, pero con fuego en los ojos): “No te atrevas a rendirte.”Raiden la miró con una sonrisa débil, sus ojos llenos de amor.Raiden (en un susurro apenas audible):“Jamás lo haría.”Pero su mirada comenzó a volverse borrosa.Y el mundo se oscureció.El sanador, un anciano de mirada aguda llamado Elian, frunció el ceño mientras examinaba la herida de Raiden con manos expertas.Laila (con voz desesperada):”¿Por qué no está sanando?
El amanecer se filtraba entre los árboles, tiñendo el cielo de rojo y naranja, como si reflejara la sangre derramada en los últimos días. El ataque de Kael había dejado cicatrices en la manada, físicas y emocionales. La herida de Raiden seguía abierta, y aunque su cuerpo aún respiraba, su espíritu parecía atrapado en un letargo insondable.El claro central de Cuarto Creciente estaba lleno. Hombres y mujeres, lobos y guerreros, todos reunidos en busca de respuestas. Un murmullo inquieto recorría el grupo como un viento helado, cada palabra cargada de incertidumbre.Todas las miradas convergieron en una figura.Laila.Ella era la única que podía hablar. La única que podía guiarlos.Laila avanzó con pasos medidos, sintiendo el peso de la responsabilidad asentarse sobre sus hombros. A su lado, Aria permanecía erguida, con el porte de quien no necesitaba hablar para demostrar su lealtad.Amir, firme como una muralla, se mantenía cerca, observando cada movimiento con ojos analíticos.Laila
El cielo estaba cubierto por una espesa capa de nubes, como si la luna misma se rehusara a presenciar lo que estaba por suceder.El claro de Cuarto Creciente estaba lleno de lobos, pero el silencio era sepulcral. Todos estaban allí, con la mirada fija en Laila, esperando su siguiente movimiento. No había vuelta atrás. No podía permitirse dudar.El peso del liderazgo caía sobre sus hombros como una losa de piedra.Y lo sabía.Estaban esperando que fallara.Desde las filas de lobos reunidos, una voz retumbó como un trueno en medio de la tormenta.Derek, el mismo guerrero que la había desafiado antes, dio un paso adelante. Su postura era firme, desafiante, y su ceño fruncido delataba su descontento.—Si vamos a arriesgar nuestras vidas —dijo con voz grave—, necesitamos estar seguros de que seguimos al líder adecuado.Un murmullo se esparció entre los lobos como fuego en la hierba seca. Algunos asintieron en silencio, otros intercambiaron miradas incómodas. La tensión se sentía en el aire