El sonido de un aullido desgarrador rompió la noche.Raiden cayó al suelo, su pecho empapado de sangre.El tiempo pareció detenerse.Los lobos de Cuarto Creciente miraron con horror cómo su alfa se desplomaba sobre la tierra.Laila sintió que su mundo se rompía.Entre la Vida y la MuerteDentro de la cabaña, el aire estaba cargado de tensión y desesperación.Raiden luchaba por respirar.Los sanadores se movían con rapidez, sus manos trabajando incansables sobre la herida profunda.Aria estaba a su lado, sosteniendo su mano con firmeza.Aria (con la voz quebrada, pero con fuego en los ojos): “No te atrevas a rendirte.”Raiden la miró con una sonrisa débil, sus ojos llenos de amor.Raiden (en un susurro apenas audible):“Jamás lo haría.”Pero su mirada comenzó a volverse borrosa.Y el mundo se oscureció.El sanador, un anciano de mirada aguda llamado Elian, frunció el ceño mientras examinaba la herida de Raiden con manos expertas.Laila (con voz desesperada):”¿Por qué no está sanando?
El amanecer se filtraba entre los árboles, tiñendo el cielo de rojo y naranja, como si reflejara la sangre derramada en los últimos días. El ataque de Kael había dejado cicatrices en la manada, físicas y emocionales. La herida de Raiden seguía abierta, y aunque su cuerpo aún respiraba, su espíritu parecía atrapado en un letargo insondable.El claro central de Cuarto Creciente estaba lleno. Hombres y mujeres, lobos y guerreros, todos reunidos en busca de respuestas. Un murmullo inquieto recorría el grupo como un viento helado, cada palabra cargada de incertidumbre.Todas las miradas convergieron en una figura.Laila.Ella era la única que podía hablar. La única que podía guiarlos.Laila avanzó con pasos medidos, sintiendo el peso de la responsabilidad asentarse sobre sus hombros. A su lado, Aria permanecía erguida, con el porte de quien no necesitaba hablar para demostrar su lealtad.Amir, firme como una muralla, se mantenía cerca, observando cada movimiento con ojos analíticos.Laila
El cielo estaba cubierto por una espesa capa de nubes, como si la luna misma se rehusara a presenciar lo que estaba por suceder.El claro de Cuarto Creciente estaba lleno de lobos, pero el silencio era sepulcral. Todos estaban allí, con la mirada fija en Laila, esperando su siguiente movimiento. No había vuelta atrás. No podía permitirse dudar.El peso del liderazgo caía sobre sus hombros como una losa de piedra.Y lo sabía.Estaban esperando que fallara.Desde las filas de lobos reunidos, una voz retumbó como un trueno en medio de la tormenta.Derek, el mismo guerrero que la había desafiado antes, dio un paso adelante. Su postura era firme, desafiante, y su ceño fruncido delataba su descontento.—Si vamos a arriesgar nuestras vidas —dijo con voz grave—, necesitamos estar seguros de que seguimos al líder adecuado.Un murmullo se esparció entre los lobos como fuego en la hierba seca. Algunos asintieron en silencio, otros intercambiaron miradas incómodas. La tensión se sentía en el aire
El fuego ardía en el centro del claro de Cuarto Creciente,pero nadie hablaba.Los guerreros estaban reunidos,sus rostros marcados por cansancio, rabia y tensión.Laila miró a cada uno de ellos,sintiendo el peso de su responsabilidad como una cadena alrededor de su cuello.Sabía lo que todos estaban pensando.Sabía que algunos aún dudaban de ella.Y que si cometía un solo error,la manada caería.Laila:“Kael no esperará mucho más. Quiere desestabilizarnos, y no podemos dejar que lo haga.”Su voz era firme, pero algunos guerreros intercambiaron miradas incómodas.Fue Derek quien habló primero,cruzándose de brazos con una expresión escéptica.Derek:”¿Y qué planeas hacer? ¿Esperarlo sentados?”Laila frunció el ceño.Laila:“No. Planeo darle algo que no espera.”Silencio.Thane inclinó la cabeza,analizando sus palabras.Thane:”¿Quieres atacar primero?”Laila asintió lentamente.Laila:“Sí. Pero no de frente. Lo obligaremos a salir de su escondite en nuestros términos.”Amir dio un paso ade
El fuego crepitaba en el claro,pero el aire estaba helado.Todos los ojos estaban sobre Laila.Gabriel yacía en el suelo,su respiración agitada, sus manos atadas, su rostro cubierto de golpes.Y junto a él,la daga de advertencia de Kael, clavada en la tierra.La amenaza era clara.“Si no te entregas antes del amanecer, Gabriel morirá.”Laila sentía la presión en el pecho,como si una garra invisible la estuviera asfixiando.Tenía que elegir.Y no había opción correcta.Derek fue el primero en hablar.Derek (con tono tenso):“No podemos darnos el lujo de arriesgarlo. Kael ya nos ha demostrado que hará cualquier cosa.”Darius frunció el ceño.Darius: ¿Y qué sugieres? ¿Que la entreguemos como sacrificio?”El murmullo se extendió entre los guerreros.Thane cruzó los brazos.Thane: “Kael está jugando con nosotros. Si Laila se entrega, la perderemos a ella y a Gabriel.”Amir dio un paso adelante, su mirada oscura y determinada.Amir: No lo permitiremos.Su tono era frío, decidido, inquebrant
El rugido de los lobos resonó en la noche, el choque de cuerpos, el chasquido de garras,el sonido del metal contra carne.La batalla había comenzado. Los guerreros de Cuarto Creciente se lanzaron contra los de Luna Oscura, las sombras de los árboles pintadas de rojo con la sangre de ambos bandos.Kael no se quedó atrás. Se movía con la precisión de un cazador, derribando a los que se interponían en su camino.Pero él solo tenía un objetivo. Laila. Y ella lo sabía.Laila y Amir en el Corazón del CaosAmir se movía como un depredador. Cada golpe, cada esquiva, cada corte, era calculado y letal.Amir: ¡ No dejen que los rodeen!Laila estaba a su lado, su lobo rugiendo dentro de ella.Nyra: “Es ahora o nunca.”Ella bloqueó un golpe, giro sobre sí misma y hundió sus garras en el costado de su atacante.El enemigo cayó sin hacer ruido. Pero no había tiempo para detenerse. Porque Kael estaba cada vez más cerca.Kael y Laila: La Danza MortalCuando sus ojos se encontraron,el mundo pareció de
El bosque estaba en silencio.Pero no era un silencio de paz.Era el silencio antes de la tormenta.Laila se quedó inmóvil, con el pulso acelerado, observando a los lobos que emergían de las sombras.Sus ojos brillaban con un rojo oscuro, y sus cuerpos estaban cubiertos de cicatrices antiguas, como si cada una fuera una historia de guerra, de sangre derramada, de promesas rotas.Amir dio un paso adelante, su cuerpo tenso, su mandíbula apretada. Sus manos listas para atacar, sus instintos rugiendo dentro de él.Amir:”¿Quiénes son?”Pero Laila ya lo sabía.Porque algo en su sangre los reconocía.Y en su interior, Nyra tembló.Nyra (en un susurro lleno de incredulidad y miedo):“No puede ser…”Desde la formación de los lobos extraños, una figura avanzó con paso lento, calculado.Era alto y delgado, con una presencia oscura y dominante que parecía absorber la luz de la luna a su alrededor.Su cabello, blanco como la nieve.Sus ojos, del mismo rojo profundo que los de su manada.Pero lo q
El aire era denso, cargado de tensión.El sonido de las hojas susurrando con el viento era lo único que se escuchaba,pero Laila sentía que el bosque entero contenía la respiración.La manada Escarlata no atacó. Pero tampoco mostraron señales de ser aliados.Kano se mantuvo erguido, su postura relajada pero dominante.Sus ojos rojos no se apartaban de Laila, como si analizara cada movimiento, cada respiración.Kano (con voz grave):“No estamos aquí para pelear contigo, Laila. No somos tus enemigos.”Los guerreros de Cuarto Creciente se tensaron.Amir dio un paso adelante, colocándose ligeramente delante de Laila, como un escudo entre ella y Kano.Amir:“Disculpa si nos cuesta creerlo, después de cómo nos rodearon.”Kano esbozó una leve sonrisa, pero sus ojos seguían fríos.Kano:”¿Crees que soy un aliado de Kael?”Laila mantuvo su mirada firme.Laila:“Si no lo eres, ¿qué haces aquí con él?”Kael, hasta ese momento en silencio, soltó una carcajada.Kael:“Oh, Laila… ¿aún no lo entiende