El aire en Cuarto Creciente estaba cargado de una tensión silenciosa. Los días habían pasado desde el encuentro en el claro del río, pero Laila y Amir apenas se hablaban.Los guerreros lo notaban.Los ancianos lo sentían.Pero nadie se atrevía a mencionarlo.Nadie… excepto Aria y Raiden.Desde la entrada de la cabaña principal, Aria miraba a Laila sentada junto al río.Su hija adoptiva tenía los hombros caídos, los ojos fijos en el agua, como si buscara respuestas en la corriente.Dentro de Aria, Selene suspiró.Selene:“Está sufriendo.”Aria cerró los ojos un instante.Aria:“Lo sé.”Desde que Laila había regresado de aquella noche con Kaelen, había cambiado.La energía vibrante que siempre la rodeaba se había desvanecido.Y lo más preocupante…Ya no sonreía.Aria tomó aire y caminó hasta donde estaba.Aria (suavemente):“¿Puedo sentarme?”Laila apenas se giró antes de asentir.El silencio entre ellas fue espeso.Aria miró su reflejo en el agua y luego a su hija.Aria:“No tienes que
La luna llena brillaba sobre Cuarto Creciente, bañando el bosque con una luz plateada. Era una noche tranquila. Demasiado tranquila. Y esa falsa calma era lo que preocupaba a Raiden. Desde la cima de la colina, el alfa observaba los límites del territorio, con los sentidos alerta. Dentro de él, Fenrir gruñó en advertencia. Fenrir: “Algo no está bien.” Raiden no respondió, pero sintió cómo su lobo se tensaba, preparándose para lo que venía. Porque lo sabía. El enemigo estaba cerca. El primer grito rompió la calma. Luego, el fuego. Desde el lado norte del bosque, las llamas se elevaron, devorando los árboles y pintando el cielo de un naranja ardiente. La aldea despertó de golpe. Los guerreros salieron corriendo, con los ojos brillando en la oscuridad. Pero no hubo tiempo para organizarse. Porque ya estaban aquí. Kael había atacado. La Primera Línea de Defensa Raiden rugió una orden, su voz resonando con poder en la noche. Raiden: ”¡Defiendan el
El aire se volvió denso, cargado de tensión y asombro. Los gritos de la batalla se desvanecieron momentáneamente cuando él apareció. Laila sintió que el suelo se desmoronaba bajo sus pies. No podía ser. No él.El traidor que avanzaba hacia Kael, con la mirada fría y determinada, era Eryk. El guerrero en quien todos confiaban. El hombre que había protegido a la manada durante años. El lobo que, hasta ese momento, era uno de los suyos.Laila sintió que el aire le faltaba. Nyra rugió dentro de ella, su furia vibrando a través de sus venas.Nyra: “¡Nos ha traicionado!”Laila no podía mover un solo músculo. No podía procesarlo. Pero Amir sí.Con un rugido, Amir avanzó hacia Eryk, pero Laila lo detuvo en el último momento, sujetándolo del brazo.Laila (susurrando, con voz quebrada): “No.”Porque necesitaba saber por qué. Porque necesitaba escuchar la verdad de su propia boca.Eryk los miró con una expresión desprovista de emociones. Pero había algo en sus ojos. Algo que Laila reconoció. Dol
El sonido de un aullido desgarrador rompió la noche.Raiden cayó al suelo, su pecho empapado de sangre.El tiempo pareció detenerse.Los lobos de Cuarto Creciente miraron con horror cómo su alfa se desplomaba sobre la tierra.Laila sintió que su mundo se rompía.Entre la Vida y la MuerteDentro de la cabaña, el aire estaba cargado de tensión y desesperación.Raiden luchaba por respirar.Los sanadores se movían con rapidez, sus manos trabajando incansables sobre la herida profunda.Aria estaba a su lado, sosteniendo su mano con firmeza.Aria (con la voz quebrada, pero con fuego en los ojos): “No te atrevas a rendirte.”Raiden la miró con una sonrisa débil, sus ojos llenos de amor.Raiden (en un susurro apenas audible):“Jamás lo haría.”Pero su mirada comenzó a volverse borrosa.Y el mundo se oscureció.El sanador, un anciano de mirada aguda llamado Elian, frunció el ceño mientras examinaba la herida de Raiden con manos expertas.Laila (con voz desesperada):”¿Por qué no está sanando?
El amanecer se filtraba entre los árboles, tiñendo el cielo de rojo y naranja, como si reflejara la sangre derramada en los últimos días. El ataque de Kael había dejado cicatrices en la manada, físicas y emocionales. La herida de Raiden seguía abierta, y aunque su cuerpo aún respiraba, su espíritu parecía atrapado en un letargo insondable.El claro central de Cuarto Creciente estaba lleno. Hombres y mujeres, lobos y guerreros, todos reunidos en busca de respuestas. Un murmullo inquieto recorría el grupo como un viento helado, cada palabra cargada de incertidumbre.Todas las miradas convergieron en una figura.Laila.Ella era la única que podía hablar. La única que podía guiarlos.Laila avanzó con pasos medidos, sintiendo el peso de la responsabilidad asentarse sobre sus hombros. A su lado, Aria permanecía erguida, con el porte de quien no necesitaba hablar para demostrar su lealtad.Amir, firme como una muralla, se mantenía cerca, observando cada movimiento con ojos analíticos.Laila
El cielo estaba cubierto por una espesa capa de nubes, como si la luna misma se rehusara a presenciar lo que estaba por suceder.El claro de Cuarto Creciente estaba lleno de lobos, pero el silencio era sepulcral. Todos estaban allí, con la mirada fija en Laila, esperando su siguiente movimiento. No había vuelta atrás. No podía permitirse dudar.El peso del liderazgo caía sobre sus hombros como una losa de piedra.Y lo sabía.Estaban esperando que fallara.Desde las filas de lobos reunidos, una voz retumbó como un trueno en medio de la tormenta.Derek, el mismo guerrero que la había desafiado antes, dio un paso adelante. Su postura era firme, desafiante, y su ceño fruncido delataba su descontento.—Si vamos a arriesgar nuestras vidas —dijo con voz grave—, necesitamos estar seguros de que seguimos al líder adecuado.Un murmullo se esparció entre los lobos como fuego en la hierba seca. Algunos asintieron en silencio, otros intercambiaron miradas incómodas. La tensión se sentía en el aire
El fuego ardía en el centro del claro de Cuarto Creciente,pero nadie hablaba.Los guerreros estaban reunidos,sus rostros marcados por cansancio, rabia y tensión.Laila miró a cada uno de ellos,sintiendo el peso de su responsabilidad como una cadena alrededor de su cuello.Sabía lo que todos estaban pensando.Sabía que algunos aún dudaban de ella.Y que si cometía un solo error,la manada caería.Laila:“Kael no esperará mucho más. Quiere desestabilizarnos, y no podemos dejar que lo haga.”Su voz era firme, pero algunos guerreros intercambiaron miradas incómodas.Fue Derek quien habló primero,cruzándose de brazos con una expresión escéptica.Derek:”¿Y qué planeas hacer? ¿Esperarlo sentados?”Laila frunció el ceño.Laila:“No. Planeo darle algo que no espera.”Silencio.Thane inclinó la cabeza,analizando sus palabras.Thane:”¿Quieres atacar primero?”Laila asintió lentamente.Laila:“Sí. Pero no de frente. Lo obligaremos a salir de su escondite en nuestros términos.”Amir dio un paso ade
El fuego crepitaba en el claro,pero el aire estaba helado.Todos los ojos estaban sobre Laila.Gabriel yacía en el suelo,su respiración agitada, sus manos atadas, su rostro cubierto de golpes.Y junto a él,la daga de advertencia de Kael, clavada en la tierra.La amenaza era clara.“Si no te entregas antes del amanecer, Gabriel morirá.”Laila sentía la presión en el pecho,como si una garra invisible la estuviera asfixiando.Tenía que elegir.Y no había opción correcta.Derek fue el primero en hablar.Derek (con tono tenso):“No podemos darnos el lujo de arriesgarlo. Kael ya nos ha demostrado que hará cualquier cosa.”Darius frunció el ceño.Darius: ¿Y qué sugieres? ¿Que la entreguemos como sacrificio?”El murmullo se extendió entre los guerreros.Thane cruzó los brazos.Thane: “Kael está jugando con nosotros. Si Laila se entrega, la perderemos a ella y a Gabriel.”Amir dio un paso adelante, su mirada oscura y determinada.Amir: No lo permitiremos.Su tono era frío, decidido, inquebrant