Janet miró a su hija y se sintió tan mal al verla desanimada, no entendía que era lo que le estaba pasando. Ya no le creía cuando Bianca le explicaba que solo eran los asuntos de la universidad, había algo más que claramente le estaba ocultando. Aquel momento le dejó unas galletas y jugo sobre la mesita de centro en donde ella ocupaba con la portátil y parecía hacer algunas tareas. —¿Todavía te falta mucho por terminar? —Sí, mamá. Gracias —fue lo único que le dijo, y es que Janet también era consciente de que su hija se había alejado de ella y era cortante con sus respuestas. —Tu padre se ha ido tan emocionado, en realidad se siente mejor trabajando en aquel lugar. Elijah le ha hecho un gran favor a tu padre por esta reasignación. Ella asintió. —Mamá, ¿no ibas a salir? —No, sin embargo ¿por qué siento que me estás echando? Bianca... —ella la volteó a ver —. Necesito que por favor seas sincera conmigo y me cuentes que eso es lo que te está ocurriendo, créeme que puedes co
A los días de estar encerrada en su habitación, apenas probando bocado, Bianca decidió no dejarse caer y mirar al frente con firmeza. Después de ir a la universidad se dirigió a las instalaciones de la compañía Whitmore. Estar allí era como un sueño hecho realidad, pero sería perfecto si fuera aceptada para hacer las pasantias. Lo que estaba evitando pasó, allí estaba Elijah, ingresando al mismo elevador que ella. La última vez que lo vio, fue aquel día en casa de sus padres, cuando el moreno intentó hablar con ella y Bianca se fue a su habitación pasando el pestillo. Los días posteriores la llamó y ella no respondió. Al final, Elijah se sintió rechazado y decidió dejarla tranquila. —Buenos días —saludó con seriedad. Ella solo dió un asentimiento de cabeza. El silencio se volvió tan incómodo y ninguno de los dos fue capaz de romperlo. Hasta que Bianca decidió hacerlo. —Elijah, ¿vas a ver a Alexander? Yo comenzaré hoy mis pasantías. —Bueno... Sí, hablaré con él. ¿Cómo has es
La mudanza a la nueva casa fue un momento quiero de una emoción indescriptible para todos. Era una mansión hermosa, ubicada en una zona tranquila y rodeada de naturaleza. La propiedad tenía un jardín extenso, una piscina resplandeciente y suficientes habitaciones para que cada uno de ellos tuviera su propio espacio. Cuando Jake y Lucas vieron la casa, sus ojos se iluminaron de asombro.—¡Mira, Jake! ¡Tenemos un patio enorme! —gritó Lucas, corriendo hacia el jardín.Jake no podía dejar de sonreír mientras recorría a la par de su sobrino el sitio. Lauren y Alexander se quedaron observando a los niños, sintiendo una inmensa felicidad al ver cómo se adaptaban a su nuevo hogar.No existía algo más gratificante que verlos felices y sin preocupaciones.—No puedo creer que finalmente estamos aquí —admitió Lauren, mirando la mansión con sorpresa —. Cuando me la has enseñando en fotos me quedé impactada pero ahora es aún más increíble Alexander se acercó a ella, tomando su mano suavemente.—E
Bianca se presentó aquel lunes en la oficina de Alexander un poco nerviosa, sus palmas estaban sudorosas y a pesar de haber hecho un buen trabajo con sus pasantías no estaba segura si podría conseguir el empleo de sus sueños. —Aquí estás toma asiento. Quiero decirte que me ha parecido muy bueno todo lo que has hecho. Has demostrado que eres diligente, capaz, inteligente y creativa. No puedo dejar escapar a una persona tan buena. Por eso, quiero darte un lugar en la compañía, Bianca. Ella abrir los ojos de par en par sin poder creer lo que le estaba diciendo y finalmente aceptó que algo extremadamente bueno estaba pasando en su vida.—Alexander, muchas gracias. Yo...—Te lo mereces, felicidades. Todavía sin dar crédito asentía con la cabeza. Elijah una vez la pasó recogiendo, la felicitó por su logro y quedaron en celebrarlo con una cena.Ambos también solucionaron sus problemas y se disculparon. Habían fallado, sucedieron problemas, pero estaban dispuesto a salir adelante. ***Lau
Era un día gris y lluvioso cuando Alexander se encontraba en su oficina, revisando documentos y tratando de concentrarse en el trabajo. La lluvia caía con fuerza sobre las ventanas, dejando un día aparentemente frío. Adelaida, su madre, estaba allí. Su presencia lo sorprendió y lo llenó de mucho enojo. —Lo siento, señor —se asomó Elena, su secretaria, al parecer no pudo manejar la situación. Él asintió y resopló mirando a su "madre". —Alexander... —comenzó ella con voz temblorosa, visiblemente afectada por el encuentro.Él la miró con incredulidad.—¿Qué haces aquí? —preguntó, tratando de mantener la calma, pero su voz tembló por la tensión —. No compremos por qué apareces de pronto, no sé que te da el derecho. —Vine a verte. Necesitaba hablar contigo. —Adelaida dio un paso hacia adelante, pero él se mantuvo en su lugar, como si un gran muro se imponía entre ellos. —¿Hablar? —replicó Alexander, sus ojos fijos en ella—. ¿Después de todos estos años? ¿Ahora que te sientes arrepent
—No esperes nada de mí. Vete y no regreses nunca más a mi vida. Ella comprendió que no podía hacer nada más y se puso en pies. —Me iré, espero que algún día puedas perdonarme —expresó. Con eso, ella se dio la vuelta y salió de la oficina, dejando a Alexander solo con sus pensamientos atravesados, y la lluvia que continuaba cayendo lo envolvió en un lugar lugubre. Pronto las lágrimas escaparon. Se sintió un idiota, un imbécil al sollozar como un crío. *** Cuando Alexander llegó a casa, se sintió fatal. No había sido suficiente llorar en la oficina, aún tenía mucho por soltar. De pronto, allí estaba con una botella en la mano, tratando de aligerar el dolor que sentía. La herida que creyó sanada, seguía ardiendo. Ella con su regreso, hizo que volviera a sentirse vulnerable otra vez. Lauren se sintió mal al verlo así y lo abrazó con cariño. —¿Qué ha pasado? —Volvió, después de años ausente, decidió regresar. Ha tenido el descaro de ir a mi oficina —bufó. —Odiarla no c
5 años después... Jake llegó de hacer deportes y saludó con un beso en la mejilla a su hermana. Lauren le indicó que había comida en el horno. —Gracias, el pollo a la parmesana está delicioso. Me gusta mucho —agregó deslizando una sonrisa. —No hay de qué. —Lauren, solo quería decirte que saldré esta noche. Lauren levantó la vista de su portátil y se giró hacia él, un poco sorprendida. —¿Salir? ¿Con quién? —quiso saber, frunciendo el ceño con curiosidad. —Con una chica, —declaró, con un aire despreocupado. —¿Una cita? —inquirió Lauren, sus ojos se ampliaron en sorpresa—. ¡Vaya, no puedo creerlo! ¿Desde cuándo tienes citas? Jake se encogió de hombros, aunque una sonrisa traviesa se dibujó en su rostro. —Desde hace poco. Se llama Katherine, la conocí un día de estos, y hemos estado hablando. —¡Eso es genial! Era difícil creer que su pequeño hermano, aquel niño rubio que solía correr por la casa, ahora era un joven fornido, alto y guapo, ya tenía dieciocho años. —Sí, a
FINAL Más tarde, se fueron a la cama. —Deberíamos tomarnos unas vacaciones. Incluyamos a Elijah y Bianca, sería bonito que Camila también fuera. En realidad, deseo que hasta Matilda vaya con nosotros. —¿Un gran plan familiar? Hecho. —¿De verdad? —Nada más me hace feliz que complacer a mi esposa. Elige el destino y la fecha. Ella se quedó pensativa, imaginando el lugar ideal. Finalmente, una idea brillante le cruzó la mente. —He estado soñando con una isla maravillosa en Italia. Imagina las playas, el sol y la comida. Podríamos ir a Capri. —Capri suena perfecto —respondió Alexander, sonriendo al ver la emoción en los ojos de Lauren—. Vamos a hacer que esto suceda. El día esperado llegó, y el aeropuerto estaba lleno de energía. La familia se reunió en el terminal privado, donde todos estaban listos para viajar. En el hangar privado, el avión de Alexander los esperaba. —Matilda —dijo Camila, señalando el avión—. Es tu primera vez volando, ¿no? Matilda, con los o