Lauren abrió los ojos con dificultad, sintiéndose cansada, incluso antes de empezar el día. No estaba así, solamente por una semana agotadora en el trabajo y en casa, (el fin de semana no parecía ofrecer mucha tregua), sino también por su situación personal. Suspiró profundamente, girándose en la cama para ver la hora en el reloj despertador. Las 8:15 am. Normalmente a esta hora Lucas ya estaría saltando en la cama, listo para comenzar el día, pero hoy parecía estar disfrutando de un poco más de sueño.
La mujer se quedó un momento más acostada, deseando poder quedarse así el resto del día. Sin embargo, sabía que eso no era posible. Tenía que levantarse, preparar el desayuno y enfrentar la inevitable pregunta de Lucas sobre cuándo vería a su padre. Ese era un tema que siempre le causaba un nudo en el estómago.No quería verlo, porque eso significaba sentirse afectada por esas emociones que inevitablemente no podía dejar de sentir por Alexander, incluso cuando ellaLauren se quedó mirando largo rato la pantalla de su teléfono, sabiendo que debía enviarle el mensaje. Al final lo llamó.Alexander despertaba apenas, aquejado por la resaca. —¿Sí? Su profunda y ronca voz atravesó su corazón. Tragó duro y respiró profundo. —Alexander. —¿Lauren, qué pasa? —Solo quería decirte que todo asunto que tenga que ver con mi hermano, lo haré por mi cuenta. No deseo que te involucres más. Él suspiró hondo. —¿Por qué no quieres que me involucre? No lo comprendo. Creí que habías aceptado mi ayuda. —Lo hice, pero prefiero seguir por mi cuenta. No te necesito para esto, realmente solo quiero que te límites a ser el padre de Lucas. —Ya me lo has dicho muchas veces —resopló. —Lo sé, entonces es todo lo que debía decirte. Terminaré la llamada. —¿A partir de ahora te conviertes en una fría persona? —inquirió casi indignado —. Eres la madre de mi hijo, al menos intentemos llevarnos bien. —En cuánto lo haga, me arrepentiré. No puedo ser amigable contigo, al me
Después de la comida, Bianca se retiró a su habitación y se quedó mirando el brazalete que Elijah le había regalado. Cada vez que lo veía, sentía que su corazón latía más rápido. En ese momento, su madre entró y se sentó al borde de la cama.—¿Tienes algún problema? —inquirió su madre, observándola con curiosidad.Bianca, sintiéndose acorralada, negó todo. —No, mamá, no entiendo por qué lo dices—soltó, tratando de sonar convincente.La madre, sin embargo, no se conformó con esa respuesta y le preguntó sobre la pulsera. Bianca, nerviosa, solo dijo que fue un regalo de una amiga, intentando ocultar la verdad.Janet al ver la evasiva de su hija, no dijo más sobre el tema. —Hija, ciertamente ya estás saliendo con alguien, pero si no es el del agrado de nosotros, si no cumple con las expectativas que tenemos, entonces debes aceptar conocer al joven que tu padre y yo queremos para ti. Ella abrió los ojos de par en par. —Mamá, hace un momento me has dicho que quieren la felicidad para mí
La noche cayó pronto. Alexander se fue a la cama, pero el sueño no llegaba. Se imaginaba a Lauren a su lado, sonriendo y compartiendo sus sueños, pero lamentablemente ella no estaba. Pensó en llamarla, en escuchar su voz, pero sabía que ella había sido clara en no darle ninguna oportunidad. Se sentó al borde de la cama, sosteniendo su cabeza entre las manos, hastiado y lleno de frustración.En un intento de distraerse, buscó en el cajón de su mesita de noche y sacó la carta que su hijito Lucas le había entregado. Había pasado unas semanas desde la última vez que la leyó, calaron hondo las palabras en su corazón. "Querido papá, soy Lucas y estoy emocionado de conocerte. Quiero que a partir de ahora juguemos y podamos ir al parque de diversiones, también quiero ver pelis contigo y comer muchos deliciosos postres. Te quiero mucho, papá".Al leer esas palabras, el corazón de Alexander se llenó de ternura y anhelo. Quería ser un buen padre para Lucas, pero era extremadamente difícil hacer
Lauren se quedó mirando largo rato la pantalla de su teléfono, sabiendo que debía enviarle el mensaje. Al final lo llamó.Alexander despertaba apenas, aquejado por la resaca. —¿Sí? Su profunda y ronca voz atravesó su corazón. Tragó duro y respiró profundo. —Alexander. —¿Lauren, qué pasa? —Solo quería decirte que todo asunto que tenga que ver con mi hermano, lo haré por mi cuenta. No deseo que te involucres más. Él suspiró hondo. —¿Por qué no quieres que me involucre? No lo comprendo. Creí que habías aceptado mi ayuda. —Lo hice, pero prefiero seguir por mi cuenta. No te necesito para esto, realmente solo quiero que te límites a ser el padre de Lucas. —Ya me lo has dicho muchas veces —resopló. —Lo sé, entonces es todo lo que debía decirte. Terminaré la llamada. —¿A partir de ahora te conviertes en una fría persona? —inquirió casi indignado —. Eres la madre de mi
Lauren estaba en su casa, mientras terminaba de realizar algunos pendientes que no pudo acabar en la oficina, y su pequeño hijito recién llegaba con Bianca del colegio y estaba ansioso por comer, siempre que regresaba del colegio le daba más apetito y le encantaba poder haberle preparado con anticipación, un nutritivo almuerzo. —Mamá, hoy me la pasé súper genial en el colegio, la maestra nos llevó a todos a ver una función de teatro. Bianca sonrió cuando Lauren conectó con ella —La función la prepararon los niños más grandes y se realizó en el patio de la escuela. Fue divertido —explicó. —Oh, ahora entiendo. Bianca, ¿Te quedarás a comer? Hice suficiente comida. —Te lo agradezco, sin embargo no me siento muy bien. Es decir, me duele un poco la cabeza. —Tengo analgésicos. —No, descuida. Ya se me pasará. Lauren hizo una mueca. Solo ahora se daba cuenta de aquel brazalete adornando la muñeca pálida de Bianc
Lauren se asomó a la habitación de su hijo, Lucas, y su corazón se llenó de ternura al verlo sentado en su cama, mirando su reloj. Era el regalo que su padre, Alexander, le había dado aquel día en la clínica. Lucas levantó la vista y sonrió al verla.—¡Es increíble, mamá! —exclamó, mostrando el reloj con orgullo—. ¡Papá es el mejor!Lauren no pudo evitar sonreír al escuchar las palabras de su hijo. Asintió, sintiendo que no podía controlar sus emociones. Incluso si ella y Alexander tenían sus diferencias, siempre había algo especial en la forma en que Lucas hablaba de su padre.Justo en ese momento, su teléfono sonó. Era Alexander, llamándola para avisarle que iba de camino.—Voy para allá, Lauren —dijo él, de forma repentina. Ella no le dio tiempo para más reclamos. Sabía que no era el momento adecuado para discutir. En poco tiempo, el timbre sonó, y Lucas corrió hacia la puerta desesperado.—¡Papá! —gritó, abriendo la puerta con una sonrisa radiante.Alexander entró, y su rostro se
Bianca estaba en su habitación, llorando sin parar. La tristeza la invadía, y su corazón anhelaba a Elijah. Deseaba con todas sus fuerzas que él estuviera a su lado, apoyándola y entendiendo lo que sentía. No podía evitar pensar en cómo sus padres nunca aceptarían su relación. Tenía que hacerles entender que ella lo había elegido, y que eso debería ser suficiente.Con las lágrimas aún corriendo por su rostro, Bianca tomó su teléfono y decidió llamar a Lauren. Sabía que necesitaba desahogarse y que su ella siempre había estado ahí para escucharla.—Hola, Lauren —dijo Bianca, tratando de contener sus sollozos.—¿Bianca? ¿Estás bien? —quiso saber, preocupada por el tono de su voz.—No, no estoy bien —confesó Bianca—. Quería decirte que estoy saliendo con Elijah. El brazalete que llevé puesto fue un regalo de él.Lauren se quedó en silencio por un momento, sorprendida por la declaración. Ahora Lauren comprendía la razón por la que los vio aquella vez juntos, no se trataba de una coinciden
Janet se quedó en la sala, no podía dejar de pensar en su hija y la forma extraña en la que actuó aquel día, tenía mucha curiosidad sobre con quién estaba saliendo, le preocupaba no tener idea de quién era. Ella se preparó un té en la noche, buscando consuelo en la calidez de la bebida. Mientras lo disfrutaba, su marido, Danilo, apareció por allí y notó la preocupación en su rostro.—¿Todo bien, cariño? —preguntó Danilo, acercándose a ella.Janet suspiró, dejando que su preocupación saliera a la luz.—No, no estoy bien. Me inquieta no saber con quién está saliendo nuestra hija. Me siento tan perdida.Danilo asintió, sintiendo la misma inquietud.—Yo también lo he estado pensando. Es difícil no saber qué está pasando en su vida. Bianca siempre nos ha contado todo lo que pasa en su vida, pero ahora parece un poco más hermética, sé que las personas con el paso del tiempo cambian y ella ya no es una niña, aún así de la noche a la mañana parece diferente. —Lo sé, cariño. No podemos permi