Bianca y Elijah estaban emocionados por su cita. Era la primera vez que Bianca probaba comida tailandesa, y su paladar se llenó de nuevos sabores. Se rió al experimentar el picante y dulce en los platos que Elijah había elegido.—Esto es increíble —comentó Bianca, mientras saboreaba un plato de pad thai—. ¡Nunca pensé que me gustaría tanto!Elijah sonrió, complacido de que ella disfrutara de la comida. Después de cenar, decidió llevarla a un lugar especial. Al llegar a la joyería, sus ojos se iluminaron al ver el esplendor de los anillos, collares y pulseras que adornaban las vitrinas.—Elige lo que más quieras —invitó el hombre con una sonrisa amplia, mientras ella se sonrojaba de sorpresa.Era un gesto tan generoso que no sabía cómo reaccionar. Comenzó a mirar alrededor, sintiendo la presión de elegir algo que realmente le gustara. Finalmente, sus ojos se posaron en un hermoso brazalete de plata, delicadamente adornado con pequeños detalles.—Creo que me gusta este —dijo, un poco ap
—Ah, no puedo permitir que te vayas así. La policía te detendría de inmediato por conducir en ese estado. Para evitar problemas, te pediré un taxi. Así podrás llegar sana y salva a tu casa —le dijo Emma con una falsa preocupación en su expresión.Lauren, aunque un poco molesta, sabía que Emma tenía razón. Así que, aceptando la situación, Emma llamó a un taxi. Cuando llegó, Lauren se subió. —Adiós Emma, fue bueno pasar un rato contigo. —Lo mismo digo, cuídate. Dentro del taxi, Lauren recostó la cabeza en la ventanilla, observando cómo las luces de la ciudad pasaban rápidamente. Las lágrimas comenzaron a recorrer su rostro, saliendo de lo más profundo de su corazón. Se sentía perdida y sola, atrapada entre sus recuerdos de Alexander y el dolor que le había causado.El conductor, notando su estado, le preguntó con amabilidad—¿Cuál es su dirección?Lauren, aún sumida en sus pensamientos, a duras penas logró pronunciar las palabras. El conductor asintió y comenzó a manejar. Mientras e
Lauren abrió los ojos con dificultad, sintiéndose cansada, incluso antes de empezar el día. No estaba así, solamente por una semana agotadora en el trabajo y en casa, (el fin de semana no parecía ofrecer mucha tregua), sino también por su situación personal. Suspiró profundamente, girándose en la cama para ver la hora en el reloj despertador. Las 8:15 am. Normalmente a esta hora Lucas ya estaría saltando en la cama, listo para comenzar el día, pero hoy parecía estar disfrutando de un poco más de sueño.La mujer se quedó un momento más acostada, deseando poder quedarse así el resto del día. Sin embargo, sabía que eso no era posible. Tenía que levantarse, preparar el desayuno y enfrentar la inevitable pregunta de Lucas sobre cuándo vería a su padre. Ese era un tema que siempre le causaba un nudo en el estómago. No quería verlo, porque eso significaba sentirse afectada por esas emociones que inevitablemente no podía dejar de sentir por Alexander, incluso cuando ella
Lauren se quedó mirando largo rato la pantalla de su teléfono, sabiendo que debía enviarle el mensaje. Al final lo llamó.Alexander despertaba apenas, aquejado por la resaca. —¿Sí? Su profunda y ronca voz atravesó su corazón. Tragó duro y respiró profundo. —Alexander. —¿Lauren, qué pasa? —Solo quería decirte que todo asunto que tenga que ver con mi hermano, lo haré por mi cuenta. No deseo que te involucres más. Él suspiró hondo. —¿Por qué no quieres que me involucre? No lo comprendo. Creí que habías aceptado mi ayuda. —Lo hice, pero prefiero seguir por mi cuenta. No te necesito para esto, realmente solo quiero que te límites a ser el padre de Lucas. —Ya me lo has dicho muchas veces —resopló. —Lo sé, entonces es todo lo que debía decirte. Terminaré la llamada. —¿A partir de ahora te conviertes en una fría persona? —inquirió casi indignado —. Eres la madre de mi hijo, al menos intentemos llevarnos bien. —En cuánto lo haga, me arrepentiré. No puedo ser amigable contigo, al me
Después de la comida, Bianca se retiró a su habitación y se quedó mirando el brazalete que Elijah le había regalado. Cada vez que lo veía, sentía que su corazón latía más rápido. En ese momento, su madre entró y se sentó al borde de la cama.—¿Tienes algún problema? —inquirió su madre, observándola con curiosidad.Bianca, sintiéndose acorralada, negó todo. —No, mamá, no entiendo por qué lo dices—soltó, tratando de sonar convincente.La madre, sin embargo, no se conformó con esa respuesta y le preguntó sobre la pulsera. Bianca, nerviosa, solo dijo que fue un regalo de una amiga, intentando ocultar la verdad.Janet al ver la evasiva de su hija, no dijo más sobre el tema. —Hija, ciertamente ya estás saliendo con alguien, pero si no es el del agrado de nosotros, si no cumple con las expectativas que tenemos, entonces debes aceptar conocer al joven que tu padre y yo queremos para ti. Ella abrió los ojos de par en par. —Mamá, hace un momento me has dicho que quieren la felicidad para mí
La noche cayó pronto. Alexander se fue a la cama, pero el sueño no llegaba. Se imaginaba a Lauren a su lado, sonriendo y compartiendo sus sueños, pero lamentablemente ella no estaba. Pensó en llamarla, en escuchar su voz, pero sabía que ella había sido clara en no darle ninguna oportunidad. Se sentó al borde de la cama, sosteniendo su cabeza entre las manos, hastiado y lleno de frustración.En un intento de distraerse, buscó en el cajón de su mesita de noche y sacó la carta que su hijito Lucas le había entregado. Había pasado unas semanas desde la última vez que la leyó, calaron hondo las palabras en su corazón. "Querido papá, soy Lucas y estoy emocionado de conocerte. Quiero que a partir de ahora juguemos y podamos ir al parque de diversiones, también quiero ver pelis contigo y comer muchos deliciosos postres. Te quiero mucho, papá".Al leer esas palabras, el corazón de Alexander se llenó de ternura y anhelo. Quería ser un buen padre para Lucas, pero era extremadamente difícil hacer
Lauren se quedó mirando largo rato la pantalla de su teléfono, sabiendo que debía enviarle el mensaje. Al final lo llamó.Alexander despertaba apenas, aquejado por la resaca. —¿Sí? Su profunda y ronca voz atravesó su corazón. Tragó duro y respiró profundo. —Alexander. —¿Lauren, qué pasa? —Solo quería decirte que todo asunto que tenga que ver con mi hermano, lo haré por mi cuenta. No deseo que te involucres más. Él suspiró hondo. —¿Por qué no quieres que me involucre? No lo comprendo. Creí que habías aceptado mi ayuda. —Lo hice, pero prefiero seguir por mi cuenta. No te necesito para esto, realmente solo quiero que te límites a ser el padre de Lucas. —Ya me lo has dicho muchas veces —resopló. —Lo sé, entonces es todo lo que debía decirte. Terminaré la llamada. —¿A partir de ahora te conviertes en una fría persona? —inquirió casi indignado —. Eres la madre de mi
Lauren estaba en su casa, mientras terminaba de realizar algunos pendientes que no pudo acabar en la oficina, y su pequeño hijito recién llegaba con Bianca del colegio y estaba ansioso por comer, siempre que regresaba del colegio le daba más apetito y le encantaba poder haberle preparado con anticipación, un nutritivo almuerzo. —Mamá, hoy me la pasé súper genial en el colegio, la maestra nos llevó a todos a ver una función de teatro. Bianca sonrió cuando Lauren conectó con ella —La función la prepararon los niños más grandes y se realizó en el patio de la escuela. Fue divertido —explicó. —Oh, ahora entiendo. Bianca, ¿Te quedarás a comer? Hice suficiente comida. —Te lo agradezco, sin embargo no me siento muy bien. Es decir, me duele un poco la cabeza. —Tengo analgésicos. —No, descuida. Ya se me pasará. Lauren hizo una mueca. Solo ahora se daba cuenta de aquel brazalete adornando la muñeca pálida de Bianc