Cuando cayó la noche, Lauren preparó la cena para Lucas. Mientras cocinaba, el aroma envadió sus sistema, pronto el pequeño entró, con una sonrisa en el rostro.—¡Mamá! — Lucas, corriendo hacia ella—. ¿Qué hay para cenar?—Puedo preparar tu plato favorito, pero también puedo elegir hacer algo diferente si deseas —inquirió Lauren, mirándolo con curiosidad.—Quiero algo diferente, mamá —pidió el niño, con los ojos brillantes. —Está bien, ¿qué te gustaría? —cuestionó, sonriendo mientras se agachaba a su altura.—Brochetas de pollo, mamá —sugirió el niño. Mientras Lauren comenzaba a preparar la cena, Lucas se sentó en la mesa y, tras un momento de silencio, miró a su madre con una expresión más seria.—Mamá, te extrañé ayer, siempre te echo de menos —confesó, bajando la mirada.Lauren sintió aguijones en el corazón. —Yo también te extraño, Lucas. Siempre estás en mi mente. Siento mucho no venir ayer, pero se me presentó un problema. Afortunadamente todo está bien. —Hoy en el colegio m
Lauren estaba descompensada, no podía creer que esa mujer tuviera las agallas de aparecer frente a ella como si nada, después de tanto tiempo hacía acto de presencia volviendo su vida un infierno, era una aparición repentina y estaba incómoda con eso. Ni siquiera las palabras salían de su boca era como si su garganta de pronto encarcelaba cada oración lo que la volvía incapaz de poder pronunciar una sola cosa. Su corazón también daba un vuelco y se encogía en su lugar. —¿Por qué vienes aquí después de tanto tiempo? No, ¿quién demonios te dio mi dirección? Margaret puedo llamar a la policía si eso quiero, así que te pediré que te vayas, no permitiré tu entrada a mi hogar. Sin embargo, la mujer parecía que no daría su brazo torcer y se mostró con seguridad, era realmente escalofriante la forma en la que la miraba, como si había perdido el poco juicio que tenía. Lauren no quería iniciar una disputa menos a esa hora tan tarde de la noche, pero esa mujer la estaba lanzando a iniciar un
Alexander se movió rápidamente hacia la cocina, dejando a Lauren sentada en el sofá, temblando. La conmoción por el encuentro con Margaret aún la envolvía. Cuando él regresó, llevaba una taza de té caliente. —Aquí, tómalo. Te ayudará a relajarte —dijo Alexander, colocando la taza en las manos temblorosas de Lauren.Ella lo miró a los ojos, buscando sus grisáceos. —Gracias, Alexander. No sé qué habría hecho sin ti —susurró, sintiéndose un poco más segura con su presencia.Se sentaron en silencio. Lauren dio un sorbo al té, sintiendo el calor del líquido recorrer su cuerpo, pero no podía evitar que las lágrimas comenzaran a salir.—¿Por qué…? —empezó a decir, su voz quebrándose—. ¿Por qué siempre tiene que ser así? Margaret no debería haber tratado a Jake de esa manera. Él es solo un niño.La tristeza la atrapó, y las lágrimas comenzaron a caer libremente. Alexander se acercó, poniendo su mano en su espalda, ofreciéndole apoyo sin palabras.—Ella lo dejó en una casa hogar —continuó La
Por la mañana, Lauren se encontraba otra vez en la oficina. El ambiente cálido la reconfortó. Estaba organizando sus pendientes y firmando algunos papeles. Cuando Camila llegó, recibió un cariñoso abrazo de su parte. Sin embargo, el momento agradable se vio opacado por la inquietud de Camila hacia Lauren. —Lauren, tienes muchas ojeras. ¿Te encuentras bien? —cuestionó mirándola con atención.Lauren sonrió, intentando disimular su malestar. —No pude descansar anoche, estaba ocupada con algunos pendientes. —Era una mentira, pero no se atrevía a confesar la verdad.Camila asintió con la cabeza, sin dejar de mostrar su preocupación.—Deberías descansar por el bien de tu salud. No puedes dejar que el estrés te afecte así.—Tienes razón, lo haré —respondió Lauren, agradecida por el consejo, aunque en su mente seguía atormentada por lo ocurrido la noche anterior.Justo cuando Camila estaba a punto de retirarse, Lauren sintió un impulso repentino de ser honesta. La angustia que llevaba dentr
Bianca y Elijah estaban emocionados por su cita. Era la primera vez que Bianca probaba comida tailandesa, y su paladar se llenó de nuevos sabores. Se rió al experimentar el picante y dulce en los platos que Elijah había elegido.—Esto es increíble —comentó Bianca, mientras saboreaba un plato de pad thai—. ¡Nunca pensé que me gustaría tanto!Elijah sonrió, complacido de que ella disfrutara de la comida. Después de cenar, decidió llevarla a un lugar especial. Al llegar a la joyería, sus ojos se iluminaron al ver el esplendor de los anillos, collares y pulseras que adornaban las vitrinas.—Elige lo que más quieras —invitó el hombre con una sonrisa amplia, mientras ella se sonrojaba de sorpresa.Era un gesto tan generoso que no sabía cómo reaccionar. Comenzó a mirar alrededor, sintiendo la presión de elegir algo que realmente le gustara. Finalmente, sus ojos se posaron en un hermoso brazalete de plata, delicadamente adornado con pequeños detalles.—Creo que me gusta este —dijo, un poco ap
—Ah, no puedo permitir que te vayas así. La policía te detendría de inmediato por conducir en ese estado. Para evitar problemas, te pediré un taxi. Así podrás llegar sana y salva a tu casa —le dijo Emma con una falsa preocupación en su expresión.Lauren, aunque un poco molesta, sabía que Emma tenía razón. Así que, aceptando la situación, Emma llamó a un taxi. Cuando llegó, Lauren se subió. —Adiós Emma, fue bueno pasar un rato contigo. —Lo mismo digo, cuídate. Dentro del taxi, Lauren recostó la cabeza en la ventanilla, observando cómo las luces de la ciudad pasaban rápidamente. Las lágrimas comenzaron a recorrer su rostro, saliendo de lo más profundo de su corazón. Se sentía perdida y sola, atrapada entre sus recuerdos de Alexander y el dolor que le había causado.El conductor, notando su estado, le preguntó con amabilidad—¿Cuál es su dirección?Lauren, aún sumida en sus pensamientos, a duras penas logró pronunciar las palabras. El conductor asintió y comenzó a manejar. Mientras e
Lauren abrió los ojos con dificultad, sintiéndose cansada, incluso antes de empezar el día. No estaba así, solamente por una semana agotadora en el trabajo y en casa, (el fin de semana no parecía ofrecer mucha tregua), sino también por su situación personal. Suspiró profundamente, girándose en la cama para ver la hora en el reloj despertador. Las 8:15 am. Normalmente a esta hora Lucas ya estaría saltando en la cama, listo para comenzar el día, pero hoy parecía estar disfrutando de un poco más de sueño.La mujer se quedó un momento más acostada, deseando poder quedarse así el resto del día. Sin embargo, sabía que eso no era posible. Tenía que levantarse, preparar el desayuno y enfrentar la inevitable pregunta de Lucas sobre cuándo vería a su padre. Ese era un tema que siempre le causaba un nudo en el estómago. No quería verlo, porque eso significaba sentirse afectada por esas emociones que inevitablemente no podía dejar de sentir por Alexander, incluso cuando ella
Lauren se quedó mirando largo rato la pantalla de su teléfono, sabiendo que debía enviarle el mensaje. Al final lo llamó.Alexander despertaba apenas, aquejado por la resaca. —¿Sí? Su profunda y ronca voz atravesó su corazón. Tragó duro y respiró profundo. —Alexander. —¿Lauren, qué pasa? —Solo quería decirte que todo asunto que tenga que ver con mi hermano, lo haré por mi cuenta. No deseo que te involucres más. Él suspiró hondo. —¿Por qué no quieres que me involucre? No lo comprendo. Creí que habías aceptado mi ayuda. —Lo hice, pero prefiero seguir por mi cuenta. No te necesito para esto, realmente solo quiero que te límites a ser el padre de Lucas. —Ya me lo has dicho muchas veces —resopló. —Lo sé, entonces es todo lo que debía decirte. Terminaré la llamada. —¿A partir de ahora te conviertes en una fría persona? —inquirió casi indignado —. Eres la madre de mi hijo, al menos intentemos llevarnos bien. —En cuánto lo haga, me arrepentiré. No puedo ser amigable contigo, al me