Los días que siguieron fueron un mar de emociones. Lucas despertó en la sala de cuidados intensivos, rodeado de monitores que pitaban suavemente. Tenía un aspecto pálido, pero una vez que abrió los ojos y vio a su madre, una sonrisa débil iluminó su rostro.—Mamá... ¿estoy bien? —preguntó, su voz apenas un susurro.—Sí, cariño. Estás muy bien. Eres muy fuerte —le dijo abrazándolo con cuidado, sintiendo el alivio inundar su corazón.La recuperación de Lucas no fue fácil. Experimentó fatiga y algunos efectos secundarios, pero cada día que pasaba se sentía un poco más fuerte. Alexander, quien también había pasado por un proceso de recuperación después de la extracción de médula, estaba allí, cerca de su hijo. Él miró curioso al hombre que ingresó, no entendía quien era. Alexander nunca antes había sentido tan nervioso. —Mamá, ¿quién es él? La mujer no le respondió sino que conectó con Alexander y lo ánimo a tomar el rumbo de la conversación. —Hola, Lucas. Me presento, soy Alexander W
Un mes después, Alexander se preparó para salir con Lucas, ese día solo sería de ellos. —¡Papá! —gritó, extendiendo los brazos en un gesto de alegría.—¡Hola, campeón! —respondió Alexander, acercándose y abrazándolo con fuerza—. ¿Estás listo para un gran día?—¡Sí! Quiero pasarla bien contigo. Lucas estaba emocionado. —Vamos a dar un paseo en mi auto y vayamos a ese parque que tanto quieres conocer —propuso, y Lucas asintió con alegría.Lauren salió al encuentro. —Alexander, por favor llámame si pasa algún inconveniente, estaré al pendiente del teléfono. Recuerda si Lucas se siente mal o cualquier otra cosa, llámame de inmediato. —Lauren, está bien. Me podré ocupar de todo, nos vemos más tarde. —Gracias —se dirigió a su hijo —. Lucas, no te alejes de tu padre, sé obediente y cuidadoso. Aquel día pasaron la siguiente hora jugando, subiendo y bajando del tobogán, corriendo por el césped y lanzando pelotas. Alexander se sorprendió de lo rápido que Lucas se recuperó, a pesar de to
Alexander consiguió de la estantería un libro interesante y resultó ser el cuento favorito de Lucas, el niño perdió las veces que escuchó esa misma historia, pero le seguían encantando como la primera vez y poco a poco cayó en los brazos de un sueño profundo y plácido. Alexander al darse cuenta se inclinó y dijo un beso sobre su frente. —Buenas noches, Lucas. Al salir, Lauren seguía en la cocina recogiendo alguna cosas. —Oh, ¿ya se durmió? —Sí, ¿necesitas ayuda? —No, descuida. Ella a sabiendas de que solo ellos dos estaban allí se ponía demasiado nerviosa, ni siquiera era capaz de sostener la mirada en cambio, evadía cuánto podía todo tipo de acercamiento que podría surgir entre ambos. —Lauren, me doy cuenta de lo incómoda que te sientes cerca de mí, así que me iré a casa. Solo dije que me quedaría para no quitarle la ilusión a Lucas del rostro, puedes decirle que me fui temprano por la mañana, no creo que se dé cuenta. Es todo, gracias por la comida, estaba deliciosa y ha sido
Lauren se quedó en la habitación, sumida en sus pensamientos, cuestionándose dónde podría estar su pequeño hermanito Jake. A sus trece años, ella todavía no lo había vuelto a ver, y Lauren deseaba con todas sus fuerzas poder abrazarlo y recuperarlo. Ahora que tenía la oportunidad de ofrecerle una vida cómoda y alejarlo de su madre, Margaret, estaba decidida a hacerlo sin dudar.Al día siguiente, incluso sintiéndose bastante desganada, se preparó para ir hacia la compañía. Antes de salir, se acercó a su pequeño hijo, que aún estaba en la cama, y le pidió que se levantara para desayunar.—Buenos días, cielo. —saludó con una sonrisa, tratando de transmitirle su energía positiva. —¿Cómo te sientes? —¿Dónde está papá? —es lo primero que quiso saber, y ella desvió la mirada. —Se ha ido temprano, debe trabajar. Lucas sonrió, aún un poco adormilado, mientras ella preparaba su comida.El aroma de los panqueques y chocolate caliente, impregnó la cocina. El pequeño se sentó a la mesa con much
Ella abrió los ojos de par en par. —Admiro mucho a Alexander Whitmore. Incluso si se vuelve difícil, estaré agradecida por estar en su compañía. Realmente lo admiro. Él negó con la cabeza. —¿Qué? No estoy bromeando —soltó una carcajada —. Solo te doy una advertencia. —No has logrado que cambie de opinión. Él levantó las manos a modo de rendición. —De acuerdo, tú ganas. Cuando sus platos llegaron, ambos se sumergieron en la comida. Bianca sintió que tras cada segundo transcurrido, ella se sentía mejor, mientras Elijah contaba algunas cosas triviales. Al terminar, Elijah se inclinó hacia ella, con una expresión seria pero amable.—Me alegra haberme encontrado contigo hoy, Bianca. Espero que podamos repetir esto —expresó, sus ojos brillando con sinceridad.Bianca sintió que su corazón latía más rápido.—A mí también me encantaría —se atrevió a decir, sintiendo que este podía ser el comienzo de una amistad, o quizás algo más.Mientras salían del lugar, Bianca no podía evitar sonre
—No sé. Tengo mucho que hacer... —vaciló, sintiéndose un poco culpable.—Vamos, Alex. Solo será una pausa rápida. —insistió Damián, animándolo.Finalmente, Alexander cedió.—Está bien, acepto. Un almuerzo suena bien. Quizás me ayude a aclarar las ideas —dijo, sintiendo que un respiro sería lo que necesitaba.Damián sonrió ampliamente.—¡Perfecto! Conozco un lugar que te encantará. —puntualizó, mientras ambos se levantaban y se dirigían hacia la salida de la oficina.Un descanso no era nunca mala idea, se sintió menos cargado, luego de almorzar y conversar un rato con Damián. Mientras caminaban hacia el restaurante, Alexander decidió abrirse un poco más a su tío.—Sabes, hay algo que me está molestando —comenzó, mirando al suelo mientras caminaban.—¿Qué pasa?—Es sobre Lauren... no puedo dejar de pensar en ella —confesó, su voz un poco más baja.Él lo miró con sorpresa.—¿En serio? Pero ella... ya te ha dejado claro que no quiere nada contigo —recordó, tratando de ser cauteloso.—Lo
Ambas se separaron un momento, sonriendo, y Matilda notó que algo en el rostro de Lauren le transmitía preocupación. —¿Quieres un té o algo más fuerte? —le ofreció con amabilidad.Lauren, que no había pisado ese lugar desde hace tiempo, sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Solo tenía malos recuerdos de momentos difíciles y complicados que había vivido allí.—No, gracias —se apresuró en decir, tratando de mantenerse firme—. Solo quiero hablar con Alexander.Matilda asintió y, con una expresión seria, le informó el estado del hombre. —Solo para que sepas, Alexander llegó ebrio. No creo que puedas conversar con él. Lauren asintió un poco. Sabía que eso complicaría aún más la situación.—Oh, no... Necesito hablar con él, pero no sé si es el mejor momento.Matilda la miró sin saber qué decir.—A veces es mejor abordar las cosas en el momento más oportuno. Tú deberías tomar la decisión —señal. .—Ni pienses que se trata de ambos, es solo por trabajo. A la cabeza de Matilda llegó la
—De acuerdo, pero si no hay mejora no tendré otra opción que llamar a un doctor, será por tu bien, así que deja la terquedad —apuntó sin bromear y él resopló. Matilda regresó con el termómetro y se lo extendió a Lauren, quien le explicó que se haría cargo de la situación, Matilde insistió en ayudarla, pero la mujer aseguró que realmente podría ocuparse. —¿Estás segura? —Es lo menos que puedo hacer, Alexander ha logrado que Lucas ahora se encuentre sano, yo lo cuidaré esta vez, recordando que debería devolver un poco de su ayuda. —No quería indagar en el asunto de tu hijo, me alivia saber que se recuperó de su enfermedad. —Ha sido posible gracias a la donación de Alexander.—Así es, saberlo me estremeció, luego del exito de la cirugía, pude respirar tranquila.—Fue un momento duro —aseguró todavía con el recuerdo fresco en la memoria, luego de eso miró el termómetro, Matilda salió después de avisar, entonces a solas Lauren miró el resultado—. Oh, tienes 40º C de fiebre. Esto es ma