Alexander estaba en la ducha, sintiendo el agua caliente caer sobre su cuerpo tonificado y perfectamente moldeado. Cada gota resbalaba por su piel, resaltando la definición de sus abdominales y la potencia de sus brazos. Se observó en el espejo cubierto de vapor, contemplando su imagen, pero la satisfacción que usualmente experimentaba se desvanecía pronto, dejándole con una sensación de vacío.No podía quitarse de la cabeza a Lauren. Su imagen se proyectaba en su mente como un recordatorio persistente y poderoso, recordándole aquel beso. Era un deseo ardiente, una necesidad de volver a tenerla en su vida, de hacerla suya una vez más. Se sentía extraño, como si estuviera atrapado en curvas llenas de emociones contradictorias. Por un lado, había una gran parte de él que anhelaba acercarse a ella, pero por el otro, se frenaba. Finalmente, apagó la ducha y salió, el vapor aún envolviendo su figura. Se secó con una toalla, sintiendo la suavidad del tejido contra su piel húmeda. A medida
En la mañana decidió hacerlo. Lauren en ese momento se preparaba para desayunar junto a su pequeño pero ver que Alexander la llamaba tan temprano, hizo saltar su corazón y le hizo dudar si la llamada era por trabajo o algo más. Finalmente, escuchó la voz familiar de Lauren al otro lado de la línea.—Alexander —pronunció ella, un poco sorprendida —. ¿Por qué me estás llamando? Él se quedó en silencio unos segundos. Ya lo invadía un poco el arrepentimiento, pero en medio del accionar no había reversa. —Hola, Lauren. ¿Tienes un momento para hablar? —es lo primero que soltó, intentando sonar lo más natural posible, aunque en su interior sentía un maremoto de emociones.—Claro, ¿todo bien? —contestó ella llena de hipocresía, su tono era desafiante. Lauren se alejó de Lucas, para no ser escuchada. —Sí, todo bien. Solo... quería hablar contigo sobre algo importante —siguió, sintiendo que cada palabra era un paso más que daba. —Alexander, en realidad no quiero verte. No quiero saber nad
Alexander miró su reloj por enésima vez mientras esperaba en el café. La ansiedad lo envolvía a medida que los minutos pasaban. ¿Dónde estaría Lauren? Se preguntó, sintiendo que cada segundo se convertía en una eternidad. La conversación que había imaginado en su mente se esfumaba lentamente, dejando solo un vacío en su interior.Finalmente, después de esperar más de media hora, decidió que ya era suficiente. Se levantó, sintiendo que la decepción lo inundaba. Se dirigió hacia la salida, sintiéndose estúpido por haber creído que esta vez las cosas serían diferentes. ¿Por qué había asumido que ella querría hablar?El camino de regreso a casa se sintió más largo de lo habitual. Odiaba escuchar en su cabeza el recordatorio de su fracaso. Se preguntó por qué ella habría cambiado de idea. Al llegar a casa, se dejó caer en el sofá, desilucionado. Era una tontería haberla llamado y esperado que fuera al encuentro. Se reprochó a sí mismo por haberse dejado llevar por la ilusión de poder pon
Después de dos horas, el doctor salió, ya se habían realizado varios estudios, el médico se acercó a Lauren con una expresión seria. —Señora, los resultados han llegado —comenzó el doctor—. Lucas necesita un trasplante de médula ósea. Lauren sintió que el aire se le escapaba de los pulmones. Que su mundo caía y todo le daba vueltas. Bianca se tapó la boca y se mantuvo al lado de Lauren, apoyándola. —¿Qué significa eso? ¿Por qué necesita un trasplante? —averiguó, su voz temblando de miedo. No podía creer que su niño que siempre había sido saludable y fuerte, de pronto se encontraba en una terrible situación como esa. Cuando pensó que la vida comenzaba a ser un poco más justa para ella y las curvas se transformaron en rectas, de pronto llegaba la estocada y el ciclón haciendo destrozos en su vida. El derrumbe era inminente. —La médula ósea es responsable de producir las células sanguíneas, y en el caso de Lucas, su médula está dañada —explicó el doctor—. Esto puede ser consecuenci
—Camila, sé que debo ser fuerte pero tengo demasiado miedo, no quiero perder a Lucas, tengo miedo de lo que pueda pasar... este asunto es demasiado grave, incluso cuando el doctor ya me ha explicado más sobre el tema, no sé qué hacer. —Lo sé, linda. Sé que debes estar aterrada por tu hijito, pero todo estará bien —le aseguró con una enorme sonrisa, detrás había tristeza. Camila sabía muy bien lo que significaba tener en esa circunstancias a un hijo, ella pasó por lo mismo, peor aún, perdió a su hija en aquel día trágico. —Gracias. Muchas gracias, Camila. Se separó y limpió sus lágrimas. —Debemos encontrar un donante. Yo me haré los exámenes para saber si soy compatible, tú también deberías hacerlo.—Te los gradezco. Y sí, hablaré con el doctor para hacerlo. —No debes derrumbarte, ahora más que nunca Lucas te necesita. —Lo sé —se le rompió la voz. Después de la conversación con Camila, Lauren se sintió un poco más tranquila, pero la ansiedad seguía presente. Sabía que el próxim
Lauren sin saber a quién más recurrir, se atrevió a marcar el número de Damián, su corazón latía frenéticamente al saber que cada minuto era crucial.—¿Quién habla? —Lauren... Lauren Green. El hombre frunció el ceño. —¿Lauren? —Sí, quisiera conversar con usted. No es necesario vernos, no le quitaré mucho tiempo. —De acuerdo, adelante —aceptó aún vacilante. Nunca pensó que ella lo llamaría, ahora parecía que algo muy malo estaba pasando y por eso recurría a él. Pero no tenía idea sobre qué. Lauren tomó una respiración profunda antes de continuar. Sabía que necesitaba ser directa, pero también honesta.—Lucas es hijo de Alexander, he hablado con él... le conté que Lucas es su hijo, lo siento, sé que usted tampoco lo sabía —comenzó, sintiendo cómo la ansiedad la invadía—. Pero él no reaccionó como pensé. Se sintió aturdido. Sé que debí decirle antes, pero creí que jamás volvería a cruzarme con él, además de que nunca tuvo intenciones de ser padre, así que me dio miedo ponerlo al c
Alexander se encontraba sentado en el despacho de su tío, el aire era tenso y la luz del sol se filtraba a través de las persianas. Miraba a su tío, un hombre robusto y de mirada firme, que había sido una figura "paterna" desde la muerte de su padre. Aunque siempre sospechó que tenía otras intenciones más allá de lo que demostraba. —Alexander —comenzó Damián con voz grave—, hay algo que debes entender si realmente deseas asumir la presidencia de Whitmore. El joven frunció el ceño, sintiendo que el peso de la herencia estaba a punto de caerle encima. —¿Qué es? —preguntó, intentando mantener la calma.—Tu padre dejó una cláusula en su testamento —dijo el tío, cruzando los brazos—. Solo podrás heredar la compañía si te casas. Las palabras resonaron en la mente de Alexander como un eco ensordecedor. Su corazón se aceleró, y un torrente de emociones lo invadió. —¿Casarme? —repitió, incrédulo—. ¿Por qué? Maldición, ¿por qué tengo que casarme? —Era su deseo —respondió su tío, sin inmu
El día de la boda llegó. Huir no pudo. El momento que deseaba vivir cualquier mujer al lado del amor de su vida, su caso distaba de ser un "deseo", ocurría. Retuvo las lágrimas. Sus temblorosas manos sostenían el ramo de flores cuidadosamente elegidas, su vestido blanco de encaje caía en suaves pliegues que acariciaban el suelo, reflejando la luz de la ceremonia con un brillo casi etéreo. Se vio a sí misma en los ojos de todos los presentes, un panorama lleno de sonrisas falsas. Alexander emanaba en sus grisáceos ojos solo desprecio hacia su futura esposa. Pero una parte de él la contempló , admirando el delicado bordado que adornaba su escote y las mangas de tul que le daban un aire de inocencia, pero eso no apartaba de su corazón, el aborrecimiento que surgía hacia ella. Lo que hacía que el palpitante corazón de la joven intentara encontrar la calma en medio de la tempestad de aquellos orbes. De no ser por el pensamiento que le que recordaba que su medio hermano estaría bien