—Cariño, debo ir a trabajar, Bianca cuidará de ti, recuerda obedecer y pórtate bien —señaló, a lo que él hizo un puchero. —Quédate conmigo hoy. —Lucas, me encantaría quedarme contigo, no te imaginas las ganas que tengo de pasar todo el día a tu lado y ver películas o divertirnos juntos haciendo cualquier otra actividad, pero debo trabajar. Si no trabajo no podríamos comer, dormir tranquilos o ir de viaje. Lucas abrió los ojos de par en par, alarmado. Entonces comenzó a negar con la cabeza. —¿Seremos pobres? —Digamos que sí. —Entonces deberías trabajar. Ella acarició sus mejillas y besó su naricita. —Por supuesto, lo bueno es que estaré aquí en la tarde, en caso de que se presente un inconveniente en la compañía, le avisaré a Bianca. Además, puedes salir con ella y comer lo que quieras. —¡Sí! Comeré un delicioso helado de chocolate. —Así es, solo uno, ¿bien? —Okey. —Termina de comer, yo iré a prepararme. ***Después de ducharse y refrescarse, se dirigió al armario. Con exp
Mientras tanto, en su oficina, Alexander le daba vueltas al plumín entre sus dedos, postergando la cita agendada, atrasando adrede el encuentro con el encargado de aquel nuevo proyecto en Beauty. Si iba la vería, en otro momento habría sido divertido, ahora se sentía extraño de solo pensarlo.—¿Qué haces? —espetó su tío, resoplando. —Damián, ¿por qué entras así sin tocar? —¿Ahora debo hacerlo? Quisiera saber en qué piensas, estás tan retraído, aterriza. —Estoy agotado, es todo. —¿Olvidaste el proyecto en Beauty? Camila Chamberlain asignó a Lauren Green para este proyecto, me lo comentó hace poco. En ese momento Alexander se levantó de la silla giratoria, mirándolo con los ojos abiertos de par en par, indignado. —¿Por qué hablas de ella como si nada? ¿Ya lo sabías? ¡¿Estabas al corriente de dónde, con quién y que hacía Lauren?! Maldita sea, ¿todo este tiempo supiste que alguien la acogió y la ayudó? —No entiendo por qué te alteras, además, ¿qué más da lo que hizo con su vida? Al
Sin opción a ausentarse, se levantó de la silla y se dirigió a la salida, pronto se puso en marcha a la compañía Beauty. El tráfico ese día también era tedioso por lo que su mal humor empeoró; el sonido de los claxones alrededor suyo le aturdía. Enfadado golpeó el volante y tomó una bocanada profunda de aire, por fin el auto volvía a desplazarse, alrededor de medio hora después, llegó a su destino. Cuando estuvo en las instalaciones de la compañía recibió la atención de muchos empleados, podía escuchar como murmuraban entre ellos que el "poderoso dueño de Whitmore estaba allí". Caminó implacable, seguro y decidido, compartiendo saludos con Camila, quién aparecía justo ahora frente a él. —Alexander, me alegra verte por aquí. Emma, la asistente de Lauren, te llevará a su oficina. Señaló a la mujer joven detrás de ella, que con un leve movimiento de cabeza, tímidamente saludaba. —De acuerdo, ¿no estará en la reunión? Pensé que también estaría presente para escuchar sobre el nuevo p
Su corazón latía desbocado, como si quisiera escapar de su pecho. Cada latido resonaba en sus oídos, acelerando su pulso y llenando el espacio entre ellos de una tensión palpable. Se sentía atrapada en una vorágine de sensaciones que parecían encarcelar su cuerpo, haciéndola consciente de cada pequeño detalle: el aroma familiar de su colonia, el brillo de sus ojos que reflejaban... ¿Anhelo? Sacudió la cabeza. Sus grisáceos desprendían fuego y deseo. —No quiero pelear, pero necesitamos hablar —pronunció Alexander, su voz grave resonando en el silencio que se había instalado entre ellos.Lauren intentó despegarse de la pared, pero se dio cuenta de que la proximidad de él la desconcertaba. En su interior, luchaba entre el deseo de alejarse y la curiosidad de saber qué tenía que decir.—¿Sobre qué más podemos hablar? —inquirió, su voz temblando ligeramente, traicionando su seguridad.Alexander, sintiendo su temor, suavizó su agarre en su muñeca, como si se diera cuenta de que la presió
—N-no. Es decir, solo pienso que no es necesario volver a reunirnos, además estoy ocupada con otros asuntos y estoy segura que él también tiene trabajo por hacer, así que discutir lo que falta de forma virtual podría ser más cómodo para los dos. ¿Por qué no has estado presente? —curioseó. —Yo recién terminé un encuentro con un viejo amigo, además confío en ti y en Alexander. Sé que todo saldrá bien, ¿vendrás a comer con Lucas? Anhelo mucho cenar con ambos, avísame. —En realidad estoy terminando de hacer unas cosas y me queda mucho trabajo por delante, llegaré tarde a casa, para entonces probablemente Lucas esté dormido, no creo que sea posible hoy. Lo siento. —No te preocupes, ahora debo acostumbrarme que estarás más ajetreada en el trabajo. Podemos dejarlo para después. ¿Te parece bien el proyecto? —inquirió con suavidad. —Lo estoy disfrutando y estoy emocionada —admitió deslizando una sonrisa, a lo que ella rio. —Es así, todo se disfruta cuando resulta nuestro sueño hecho reali
Alexander estaba en la ducha, sintiendo el agua caliente caer sobre su cuerpo tonificado y perfectamente moldeado. Cada gota resbalaba por su piel, resaltando la definición de sus abdominales y la potencia de sus brazos. Se observó en el espejo cubierto de vapor, contemplando su imagen, pero la satisfacción que usualmente experimentaba se desvanecía pronto, dejándole con una sensación de vacío.No podía quitarse de la cabeza a Lauren. Su imagen se proyectaba en su mente como un recordatorio persistente y poderoso, recordándole aquel beso. Era un deseo ardiente, una necesidad de volver a tenerla en su vida, de hacerla suya una vez más. Se sentía extraño, como si estuviera atrapado en curvas llenas de emociones contradictorias. Por un lado, había una gran parte de él que anhelaba acercarse a ella, pero por el otro, se frenaba. Finalmente, apagó la ducha y salió, el vapor aún envolviendo su figura. Se secó con una toalla, sintiendo la suavidad del tejido contra su piel húmeda. A medida
En la mañana decidió hacerlo. Lauren en ese momento se preparaba para desayunar junto a su pequeño pero ver que Alexander la llamaba tan temprano, hizo saltar su corazón y le hizo dudar si la llamada era por trabajo o algo más. Finalmente, escuchó la voz familiar de Lauren al otro lado de la línea.—Alexander —pronunció ella, un poco sorprendida —. ¿Por qué me estás llamando? Él se quedó en silencio unos segundos. Ya lo invadía un poco el arrepentimiento, pero en medio del accionar no había reversa. —Hola, Lauren. ¿Tienes un momento para hablar? —es lo primero que soltó, intentando sonar lo más natural posible, aunque en su interior sentía un maremoto de emociones.—Claro, ¿todo bien? —contestó ella llena de hipocresía, su tono era desafiante. Lauren se alejó de Lucas, para no ser escuchada. —Sí, todo bien. Solo... quería hablar contigo sobre algo importante —siguió, sintiendo que cada palabra era un paso más que daba. —Alexander, en realidad no quiero verte. No quiero saber nad
Alexander miró su reloj por enésima vez mientras esperaba en el café. La ansiedad lo envolvía a medida que los minutos pasaban. ¿Dónde estaría Lauren? Se preguntó, sintiendo que cada segundo se convertía en una eternidad. La conversación que había imaginado en su mente se esfumaba lentamente, dejando solo un vacío en su interior.Finalmente, después de esperar más de media hora, decidió que ya era suficiente. Se levantó, sintiendo que la decepción lo inundaba. Se dirigió hacia la salida, sintiéndose estúpido por haber creído que esta vez las cosas serían diferentes. ¿Por qué había asumido que ella querría hablar?El camino de regreso a casa se sintió más largo de lo habitual. Odiaba escuchar en su cabeza el recordatorio de su fracaso. Se preguntó por qué ella habría cambiado de idea. Al llegar a casa, se dejó caer en el sofá, desilucionado. Era una tontería haberla llamado y esperado que fuera al encuentro. Se reprochó a sí mismo por haberse dejado llevar por la ilusión de poder pon