No pensé bien las cosas antes de venir, pero es que el afán de saber cómo está Jack, de verlo con mis propios ojos, me hizo tomar una decisión apresurada. Cuando menos lo creí ya estaba de camino y con el corazón acelerado de anticipación, creyendo que lo vería y podría tener la paz que tanto necesito.Pero cuan equivocada estaba.La Casa Blanca es majestuosa, demasiado inmensa y con infinidad de ventanas que sería imposible descubrir cuál es la oficina de Jack o cuál es su habitación. Está rodeada de una barda que impide el paso y de una cantidad de militares impresionantes que custodian incluso desde la primera barda.Ahora bien, no pensé que llegar a Washington sería de esta forma y que varios metros alrededor de La Casa Blanca estuviera protegida de tal manera. En la única parte donde se permiten las personas, hay hombres y mujeres de todas las edades gritando en apoyo a Jack y rechazando el atentado en el cual resultó herido.Hay tantas personas y tanta seguridad, que de solo ver
~Jack~Me esperaba un nuevo ataque, sabía que iban a aprovechar cualquier oportunidad para llegar a mí, solo que no esperé que fuese tan pronto y que fueran capaces de atacarme en medio de tantas personas sin importar nada más que acabar con mi vida.Y ese es su objetivo: asesinarme.Solo que nunca lo van a lograr. Jamás podrán acabar conmigo.—Entonces seguimos igual que al principio —digo, una vez estoy dentro del auto presidencial y puedo respirar otra cosa que no sea desinfectante y antiséptico del hospital—. No tenemos nada porque el atacante está muerto. Y para hacer la situación más dolorosa, difícil y estresante, tenemos una civil muerta y tres más heridas que se encontraban en el lugar de los hechos y son completamente inocentes. ¿Qué pasa con la investigación? Llevan más de tres meses diciéndome lo mismo, que están investigando, pero no veo ningún resultado.—Aunque tenemos varios sospechosos, es difícil encontrar a la persona que está detrás de los dos atentados. El primero
Estoy preocupado por Abby y no he podido descansar como se supone que debo hacerlo porque no dejo de pensar en ella. La he llamado muchas veces y no me responde ni a los mensajes ni a las llamadas.Me preocupa y a la vez me jode porque sé que ella sufre de ansiedad, y si vio las noticias, es de lógica que se sintiera rebasada con la situación y no es para menos, después de todo, estamos tan lejos y nos toca conformarnos con una llamada o un mensaje. No hay manera de darnos consuelo como tanto lo queremos.Doy vuelta en la cama y me quejo ante el dolor que experimento en el costado derecho. Por fortuna la bala no dañó ningún órgano importante, pero sí me hizo perder mucha sangre y tener una pequeña complicación cuando me estaban operando para sacarla de mi cuerpo.Pienso en llamarla una vez más, pero varios toques en mi puerta me avisan que hasta aquí llegó mi momento de paz.—Adelante —ordeno, sentándome para recibir a quien sea que vino a molestar.—¿Lograste descansar? —entra Anthon
~ABBY~—Ya le dije que no detuve el auto adrede... Mi perro se soltó de la correa y salió corriendo, yo solo quería llegar a él para que no lo atropellaran —repito, ya no sé por cuánto más, sin poder controlar las lágrimas que se deslizan por mis mejillas—. Por favor, déjeme ir, yo nunca atentaría contra el presidente...—Si sigue mintiendo no va a irse y pasará una buena temporada en la cárcel —es lo que me dice ese hombre de cabello oscuro y mirada dura.—No, por favor, otra vez no.Me niego, así que me revuelvo en la silla, tratando de zafarme de las esposas, pero lo único que consigo es que ellas me lastimen por lo apretadas que las dejaron.Ese hombre mayor solo me mira en silencio, su mirada es tan intensa, descifrando cada uno de mis gestos y queriendo traspasar todo mi ser.No puedo creer que de nuevo esté en esta situación, en casos distintos, pero siendo retenida y juzgada como si me tratara de la peor de las criminales.Lo peor es que esto ha detonado los recuerdos que tuve
—No debes hacer tantos esfuerzos, Jack —le digo, cambiando su vendaje manchado de sangre por uno nuevo mientras él se mantiene recostado en su cama—. Tienes que cuidarte.—Ahora ya tengo quién cuide de mí —su respuesta me hace sonreír y me acaricia la mejilla con suavidad—. Siento mucho no haberte llamado antes, pero no me permitían tener el teléfono en cuidados intermedios y...—No pasa nada, lo importante es que estés bien.—Pero no quería causarte ninguna preocupación.—Es normal que estuviera preocupada, sobre todo en este momento que tu vida corre peligro. No debes tomarte estos atentados tan a la ligera, Jack —suspiro—. No pienses que estoy buscando entrometerme, pero ¿aún no han dado con los atacantes?—Ven aquí —me toma de la muñeca y me hace sentar en su regazo a horcajadas y sus manos van directo a mis caderas. Aunque me niego y trato de bajarme para no lastimarlo, me da un apretón y me sonríe ladeado—. Así estamos mucho mejor. Primero, corazón, no eres ninguna entrometida p
Jack levanta mi rostro, me limpia las lágrimas con esa dulzura que tanto me enamora y me besa con suavidad, borrando toda mi tristeza con sus labios y sus brazos alrededor de mi cuerpo, manteniéndome segura, protegida y querida.—No mereces seguir llorando y recordando esos momentos tan horribles de tu vida. Es hora de que seas feliz, de que sonrías y vivas tu vida como siempre lo debiste hacer —murmura contra mi boca—. Mereces ser inmensamente feliz.—Lo merezco —repito esas dos palabras, como queriendo convencer a mi mente de que así es, de que merezco lo mejor luego de tantas lágrimas que he derramado.«Me lo merezco», me digo a mí misma y recuesto mi frente de la suya. Miro sus ojos grises, siempre calmos, siempre dándome seguridad y una genuina preocupación. En su mirada también hay deseo y un amor que me está quemando el corazón sin llegar a hacerlo cenizas.No sé a ciencia cierta qué tanto puede sentir por mí, pero con sus palabras, con su forma de mirarme, de besarme, de tener
~JACK~—Haces todo lo contrario a lo que te digo —Anthony entra a la oficina oval, con ese humor de perros que ha venido mostrando desde hace varias semanas y toma lugar frente a mí—. Dijiste que Abby se quedaría como mucho una semana y ya vamos a entrar a la tercera y ella sigue aquí, eso sin contar que tenemos una chiquilla y habladora pululando por todos lados, haciéndole la conversación a todos los guardias que vea como si fueran grandes amigos. Aún no entiendo qué hace aquí, pero igual aquí está y no es que la vayamos a echar a patadas aunque ganas no me faltan. Dos perros con demasiada energía que han tirado más de un jarrón al suelo y han hecho desastres por toda la casa. He tenido que encubrir más de una noticia que ha salido con respecto a la presencia de las dos mujeres y los perros. Por los pasillos del Capitolio ronda el chisme de que estás en una relación y que te vas a casar.»Lo que menos queríamos que se supiera ya se sabe, y ahora tengo que planificar todo un discurso
El sol se asoma y tiñe de colores el cielo azul oscuro. El amanecer es uno de los tantos espectáculos que me encanta contemplar; ver el cielo siempre ha sido terapéutico para mí, allí con tanta quietud e inmensidad encuentro un poco de sosiego, una paz que no puedo explicar.Un tono amarillo se mezcla con las nubes blancas y el azul, haciendo que frente a mis ojos se despliegue una gama de colores único y hermoso y que capturo en mi mente mientras bebo a sorbos cortos y lentos una taza de café. Cierro los ojos por un instante, disfrutando del momento de paz, pero, inevitablemente, recuerdos invaden mis pensamientos y siento que en cualquier instante tendré un ataque de ansiedad. La sangre en mis manos se vuelve tan espesa y es tan roja que, por más que intente limpiarlas, ella parece haberse quedado adherida a mi piel para siempre. Por más que me lave las manos, nunca podré limpiarme de aquel líquido repugnante. Mi respiración se acelera, siento como los latidos de mi corazón van e