Capítulo 80
La estaba llamando por su nombre.

Valentina tiró con fuerza hasta romper algunos cabellos, finalmente liberándose.

Se sentó y preguntó: —¿Qué pasa?

Mateo la miró: —¿Lo hiciste a propósito?

Fue entonces cuando Valentina notó algo extraño: al intentar desengancharse del botón, se había terminado sentando sobre él.

Ahora estaban en una posición con él abajo y ella arriba.

La mente de Valentina quedó en blanco con un "¡boom!" y por instinto apretó sus piernas.

La esbelta cintura de Mateo estaba bajo ella, sus delgadas piernas blancas a cada lado, brillantes, casi cegadoras.

Con ese apretón, los ojos de Mateo se enrojecieron al instante. Los músculos bajo su pijama de seda se tensaron. Puso sus grandes manos en la suave cintura de ella y dijo con voz ronca: —Afloja.

El delicado rostro de Valentina se sonrojó intensamente, su largo pelo negro caía desordenado, sus ojos cristalinos asustados como los de un cervatillo: —¿Aflojar qué?

Mateo tragó saliva: —Las piernas, aprietas demasiado.

Valent
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