Capítulo 79
Al soltar ese "mamá", Mateo agradeció que nadie más hubiera sido testigo de esto.

¿Dónde quedaba su dignidad? ¡Nunca en su vida había hecho algo así!

Por suerte, el "mamá está aquí" pareció consolarla. Se acurrucó en sus brazos, sus pequeñas manos se aferraron firmemente a su esbelta cintura y se quedó dormida.

Mateo pensó que ella realmente se apegaba a la gente. La miró; ya no lloraba, pero las lágrimas habían humedecido sus pestañas como abanicos. Era verdaderamente conmovedora.

Mateo sonrió: —No soy tu mamá, ¡soy tu papá! Valentina, llámame papá.

La Valentina dormida no dio ninguna respuesta.

Mateo la abrazó por los hombros y también se quedó dormido.

[...]

Al día siguiente, Valentina abrió los ojos.

Afuera brillaba el amanecer, la cálida luz del sol inundaba la habitación en esta nueva mañana.

Valentina intentó levantarse, pero al moverse notó algo extraño: un fuerte brazo rodeaba sus delicados hombros y estaba durmiendo en los brazos de alguien.

Se detuvo un momento y levantó la
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