Gonzalo conducía una van blanca a toda velocidad por la autopista, mirando a través del retrovisor a Valentina, quien yacía inconsciente en el asiento trasero.Sus ojos recorrían lascivamente las curvas de Valentina, deseando poder tomarla allí mismo.Sin embargo, por precaución, necesitaba llevarla lejos de allí. Una vez que llegaran a un lugar donde nadie los conociera, ella no podría escapar.Podría hacer con ella lo que quisiera.Solo pensar en eso hacía que su sangre hirviera.En ese momento, los autos delante se detuvieron y Gonzalo tuvo que frenar bruscamente.¿Qué sucedía?Había un embotellamiento.Los conductores cercanos asomaban sus cabezas —¿Qué pasa? ¿Hubo un accidente?—No es un accidente, han bloqueado las carreteras. Están revisando todos los vehículos.¿Bloqueo de carreteras?El rostro de Gonzalo palideció, presintiendo lo peor.—¿Quién tiene tanto poder para cerrar toda Nueva Celestia?—Dicen que es Mateo, el presidente del grupo Figueroa y el hombre más rico de Nueva
De pronto, Gonzalo usó su fuerza y con un tirón violento rasgó el cuello de la blusa de Valentina.La mente de Valentina retrocedió a años atrás, cuando en una cueva similar, Gonzalo la había sometido. El repugnante olor de él la sofocaba mientras la desesperación y el miedo la ahogaban como una marea. La pequeña Valentina de aquel entonces sentía que iba a morir.En su mente solo podía pensar en su hermano, preguntándose por qué no venía a ayudarla.Ahora, sintiendo el peso de Gonzalo sobre ella nuevamente, Valentina cerró los ojos con tristeza al darse cuenta de que, años después, en una situación similar, seguía esperando que Mateo viniera a rescatarla.Aunque los años habían pasado, una parte de ella seguía siendo aquella niña que anhelaba la protección de Mateo.Pero en su corazón sabía que él nunca vendría.Valentina intentó alcanzar su cintura, pero en ese instante, una patada certera impactó contra Gonzalo, quien salió despedido de encima de ella.Con un estruendo, Gonzalo se e
Mateo ayudó a Valentina a subir a su lujoso Rolls-Royce Phantom, acomodándola en el asiento del copiloto antes de tomar su lugar tras el volante.Sus manos fuertes y elegantes se posaron sobre el volante mientras pisaba el acelerador, y el auto de lujo se deslizó suavemente por la carretera.El delicado cuerpo de Valentina estaba envuelto en el abrigo de él, rodeada por su aroma limpio y fresco y su calor corporal. La punta de su pequeña nariz se sonrojó mientras sentimientos extraños florecían en su corazón —nunca imaginó que él vendría.Años atrás, no vino.Pero ahora, aquí estaba.Valentina giró su cabeza para mirar su perfil apuesto y definido:—señor Figueroa, gracias.Mateo ajustó el volante con sus dedos largos y preguntó con labios tensos:—¿Por qué no me lo dijiste?—Yo... —comenzó Valentina.—Te lo pregunté tantas veces, ¿por qué no me lo dijiste? ¿Sabes qué hubiera pasado si llego un minuto más tarde? —preguntó con tono severo.Valentina percibió su enojo y sus ojos rojizos se
Mateo asintió y guió a Valentina hacia la habitación, mientras ella preguntaba con curiosidad sobre los artículos con cargo que había mencionado la posadera.Mateo le dirigió una mirada, notando sus ojos inocentes llenos de interrogantes, pero optó por no responderle.Al entrar a la habitación 503, encontraron un espacio limpio pero con una sola cama, lo que hizo que Valentina bajara la mirada pensando nerviosamente en cómo dormirían esa noche.—Valentina —la llamó Mateo desde atrás, era la segunda vez que pronunciaba su nombre.Ella se volteó preguntando qué sucedía, y recordando de pronto:—¿Qué querías preguntarme antes en el auto?—Tú... —comenzó Mateo, pero fue interrumpido por el sonido de WhatsApp en su teléfono.Era un mensaje de Luciana con una foto de su infancia, acompañado del texto "Encontré esta foto en mi álbum, ¿recuerdas cómo era en ese entonces, hermano?". Mateo observó que la pequeña Luciana guardaba cierto parecido con Valentina, y comprendió que había malinterpretad
Mateo ya había salido del baño y había escuchado todo el mensaje de voz.Valentina, desconcertada, sintió que su mente se quedaba en blanco y se levantó bruscamente:—No... señor Figueroa, déjeme explicarle...En su nerviosismo, el teléfono se le cayó sobre la cama y el mensaje de Camila continuó reproduciéndose: "El señor Figueroa debe tener un cuerpazo, seguro tiene abdominales marcados, y esos dedos largos... dicen que los hombres con dedos largos son increíbles en la cama. ¡Valentina, ve por él esta noche!"Valentina quería que la tierra se la tragara. ¡Lo que había comenzado como una conversación inocente con Camila se había desviado completamente!En medio de la tensión insoportable, miró al hombre junto a la puerta del baño y rio nerviosamente:—Ya escuchaste todo... pero eso lo dijo Camila, no yo —decidió que era momento de sacrificar a su amiga.Mateo, recién duchado y con el cuerpo aún húmedo, mantuvo su rostro impasible y simplemente dijo:—Ve a ducharte.—Sí... —Valentina corr
Los ruidos continuaban e incluso se intensificaron, haciendo imposible dormir. Mateo alzó su mano y golpeó la pared con sus nudillos dos veces, lo que logró silenciar momentáneamente a los vecinos.Mateo cerró los ojos, pero no tenía sueño. Su joven cuerpo vigoroso ya estaba inquieto en este ambiente, con Valentina durmiendo a su lado, suave y perfumada. Su mente evocó aquella noche en la habitación principal de Villa Arcoíris, cuando la había acorralado contra la pared, sujetando sus manos con firmeza...Los sonidos del otro lado de la pared volvieron a comenzar. Mateo abrió los ojos irritado, se sentó y apartó las sábanas para levantarse, pero una pequeña mano lo detuvo, agarrando su manga.Al girarse, vio que Valentina había sacado su cabeza de entre las sábanas - su rostro, sofocado tras estar escondido, sin maquillaje mostraba un rubor natural sobre su piel blanca, y sus ojos brillaban cristalinos, tan delicada y pálida que daban ganas de morderla.—¿A dónde vas? —preguntó inquiet
Ella seguía llamándolo, y su dulce voz hacía que el joven vecino volteara repetidamente a mirar, cautivado.Mateo, con el rostro sombrío, tuvo que regresar a la habitación.—¿Por qué tanto llamarme? ¿Estás invocando espíritus o qué? —le dijo molesto a Valentina, quien ya estaba en la cama.Valentina suspiró. ¡Solo trataba de ayudar!—Me daré una ducha fría —dijo Mateo, entrando al baño.Minutos después volvió y se metió en la cama. Se quedaron en silencio mientras aún escuchaban las risas coquetas y ahogadas de la pareja vecina.Mateo estaba por levantarse de nuevo cuando Valentina, que dormía al borde de la cama, se deslizó hacia él, pegando su cuerpo delicado contra el suyo.Una suave fragancia lo envolvió al instante. Ambos eran adultos, y en un ambiente tan íntimo, ese acercamiento tenía una clara intención.Mateo la miró:—¿Qué haces?Valentina lo miró con ojos brillantes:—¿Tú qué crees?La nuez de Adán de Mateo se movió visiblemente mientras tragaba. En ese momento, su teléfono vi
Ella lo besó. Mateo, con los ojos rojos de deseo, la apartó de un empujón. —¡Valentina!—exclamó.Ella, con su carita angelical, lo miró con una mezcla de inocencia y picardía. —¿No contestas el teléfono de Luciana?—preguntó.Él la calló con otro beso, esta vez más intenso y demandante. El teléfono seguía vibrando; Luciana insistía. Valentina sintió la misma punzada de culpa, esa sensación de estar haciendo algo prohibido, a pesar de ser la esposa legítima de Mateo. Era como si estuvieran engañando a Luciana.El beso de Mateo era feroz, casi un castigo. La mordía, la besaba con voracidad, robándole el aliento. ¡Esa chica, le encantaba provocarlo!Gonzalo tenía razón, Valentina era una experta en seducir hombres. Demasiado joven para haber llamado la atención de un tipo tan malo.Su mano se deslizó por su pecho, metiéndose bajo su camisa.Mateo la soltó, respirando agitadamente. —Valentina, ¿en serio?—preguntó incrédulo.Ella, con un rubor que la hacía irresistible, respondió: —¿No te gu