Capítulo 37
Mateo únicamente deseaba encontrarse con la doctora Milagro. Su semblante se oscureció ante la prolongada espera.

—Señor Figueroa, seguramente tiene algún contratiempo —especuló Dana, observando su reloj—. Nadie conoce realmente sus actividades durante estos tres años de retiro.

La desaparición de la doctora Milagro durante ese trienio representaba el mayor enigma dentro del gremio médico.

"Señor Figueroa, fíjese en mí", pensaba Valentina desde la puerta. "He venido tal como lo acordamos, y todos aquí pueden atestiguarlo."

Sin embargo, el rostro de Mateo permanecía impasible.

—Señor Figueroa, permítame examinar primero a Luciana —sugirió Dana.

Veinte minutos después, Mateo y Dana conversaban fuera de la habitación. Ella, elegante con su blusa de seda blanca y falda negra ajustada, observaba detenidamente al atractivo hombre.

—Señor Figueroa, mi diagnóstico preliminar indica un defecto cardíaco adquirido: comunicación interauricular y conducto arterioso persistente. Se puede tratar quir
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