Capítulo 44
—¿Por qué me ignoras? —sonaba como si intentara contentarla.

Cuando un hombre de la posición y poder de Mateo se rebajaba a mimar a una mujer, era fácil confundir sus acciones con amor verdadero y caer en la trampa. Pero Valentina tenía clara una cosa: ese amor profundo de Mateo nunca sería para ella. Todo se lo había entregado a Luciana.

—¡Suéltame! —insistió, bajando la mirada.

—¿Estás enfadada?

—¿Qué derecho tengo yo a enfadarme?

—¿Te lastimé la cintura cuando te empujé?

—No —negó ella.

La mano de Mateo se posó suavemente en su cintura: —¿Fue aquí?

Sí, era allí. Al bañarse había visto el moretón púrpura que tardaría días en desaparecer. Ahora él sostenía el área lastimada con su mano cálida, pero Valentina rechazaba ese contacto. No quería sus migajas de afecto después de lastimarla. Prefería su crueldad constante - la herida sanaría con o sin su preocupación.

—No es ahí. Señor Figueroa, ¡suélteme! —intentó apartar sus dedos.

Era la primera vez que Mateo la veía enojada. Había visto
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