Capítulo 54

Sin darme cuenta, el reloj avanzó silencioso hasta las cinco de la tarde, la hora en la que Connor llegaría al taller. Por eso me sorprendí al verlo de pie a mi lado cuando di la vuelta para cambiar de herramienta.

—Hola, princesa. —Me saludó con una sonrisa que no podía crecer más.

—Hola, Connor —contesté con cautela y sin demostrar ninguna emoción, ni buena ni mala. La conmoción inicial por el asombro de su repentina aparición se había desvanecido; solo sentía inquietud, y no por él realmente sino por la reacción de Noah cuando lo viera.

—Te traje pretzels y rosquillas. ¿Te gusta el dulce? No te lo pregunté ese día. —Habló con nerviosismo mientras me tendía una bolsa de papel.

—Sí, gracias, me encanta el dulce. Te dije que mamá cocinaba tartas y brownies. &iq

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