Minutos después, salí del baño con una toalla envuelta en mi cuerpo y saqué un vestido holgado de flores que no usaba a menudo pero que sería lo más práctico de vestir considerando mi herida. A esa hora, debía estar en el taller trabajando y no en mi habitación eligiendo ropa que se ajustara a la consecuencia de una estúpida reacción; de haber hecho lo que Noah pidió, mi pantorrilla estaría en perfectas condiciones, pero no, tuve que saltar sobre él como una cobarde.
—¡Audrey Gunnar! —chilló una voz familiar desde el pasillo y, poco después, entró a mi habitación como un vendaval, haciendo que la pieza de madera golpeara la pared. Olive era menuda y pequeña, pero tenía un carácter fuerte, autoritario, que a cualquiera haría temblar; los golpes de la vida la obligaron a serlo—. La ciudad está ar
—No, no. No, por favor —suplicó, clavando sus rodillas delante de mí—. No te merezco, Audrey. Mira alrededor, mira lo que provoqué, observa mis manos estropeadas por la maldita furia que habita en mí, que es como una llama que no se apaga, que se aviva día con día. Mírame, Audrey. ¡Soy un verdugo!Tomé las manos temblorosas que me enseñaba y besé sus nudillos, uno a uno, pintando mis labios con la tinta roja de sus heridas, y luego las puse en mi cintura. Noah las mantuvo en mi cintura, aunque sin mucha fuerza. Me arrimé hacia él, en el espacio que quedaba entre sus muslos, y le acaricié el rostro, repasando con mis yemas la barba creciente que cubría su mandíbula, esbozando sus labios, su nariz, sus pómulos..., y las reposé a cada lado de sus facciones.Noah cerró los ojos y liberó un resoplido grave y luego dijo
—Connor… —Nombré sin aliento.Él ensanchó sus labios con una sonrisa complacida, mostrando una línea de dientes color marfil, tan rectos que parecían haber sido alineados con ortodoncia, y me encontré buscando algún parecido de él con mi madre. Pero no, no había nada. Su cabello era castaño oscuro y sus pupilas color café, los de mi madre eran grises y tenía el cabello rubio, como el mío. Sus rasgos eran asimétricos, nariz ancha, labios gruesos, ojos pequeños, cejas pobladas y pestañas largas. Tampoco hallé similitud en su estatura y complexión, mi madre era delgada y bajita, Connor era alto y corpulento.—¿Ya lo sabes, ¿verdad? ¿Al fin tu padre te dijo quién soy? —Su voz interrumpió mis cavilaciones. Él seguía sonriendo, pero en sus ojos no había la misma sim
Aparté mi rostro de su pecho y lo miré a los ojos, dispuesta a derrumbar cualquier duda que le impidiera creer en lo nuestro, con una declaración sincera y definitiva.—Noah, no será la primera vez que te diga esto, lo voy a repetir hasta la saciedad si con una no te basta: te amo, lo hago desde que fui una niña de trenzas y rodillas raspadas, solo que no sabía que eso era lo que sentía. Te amo tanto que la palabra en sí es poca cosa, incapaz de describir la magnitud de lo que contiene mi pecho, mi alma, todo mi ser. Y sí, hace dos noches no fui capaz de decirlo, porque hace dos noches no había tenido una prueba de lo que ser amada por ti significaba. Y no, no hablo de lo sexual, me refiero a lo que hiciste en esa sala, ganándotela admiración de Jace Gunnar y mi amor eterno.—¡Dios, Audrey! —Apoyó su cabeza en mi frente y espiró una ráfaga de
Esperaba que Noah me permitiera poner los pies en el suelo cuando llegamos a su casa, pero estaba equivocada. Entró por el garaje, cruzó la puerta lateral, y esquivó cada cosa que había tirada en el suelo, a causa de la demolición que había provocado con su ira, hasta encontrar la escalera. Entonces pensé, «ahora sí me va a bajar», pero no fue así. Él me llevaría hasta el final en sus brazos, como un par de recién casados. La comparación me fascinó y asustó de la misma manera, todo estaba aconteciendo demasiado rápido, pensar en nosotros como esposos era una locura; apenas iniciábamos lo que pudiera definir como una relación inestable, con más debilidades que fortalezas, y debíamos trabajar muy duro para lograr estabilizarnos.—Bienvenida a mi habitación, muñeca. El lugar donde te demostraré lo que e
Busqué mi ropa en el suelo y me vestí, aún llorando. Estaba tan enojada por haber sido tan débil, tan impulsiva, y permitir que mi vida se convirtiera en un desastre. Todo cambió desde que vi a Noah. Sabía que nada sería igual desde ese momento y debí tomar cartas en el asunto, alejarme, poner mil y un barrera para que la atracción no se transformara en sentimiento, pero no pude, fue imposible impedirle a mi corazón que se enamorara de ese hombre tan impulsivo como apasionado. ¿Y todo para qué? Para lastimarlo, para herir a Aarón también, para sentirme como un montón de estiércol… El daño ya estaba hecho, no había vuelta atrás. El pecado se había consumado, los corazones se entregaron y el castigo sobrevino.Abandoné la habitación como Eva cuando fue desterrada del Edén y bajé las
Una vez que Cris pagó la compra, volvimos al auto y regresamos por el mismo camino hasta llegar a su casa. Esa vez, el viaje no fue silencioso; mi amiga decidió que era una buena idea escuchar música y eligió que Ellie Goulding era una buena opción, pero escuchar la letra de Beating Heart no le hizo ningún favor a mi estado de ánimo, sino que le empeoró. Sentía que era yo la que pedía escuchar su corazón, sacarles partido a las horas, abrazarlo fuerte... Y ese fragmento, en el que decía “No puedo hacerle frente a esto, ahora que todo ha cambiado, solo quiero estar a tu lado”, me robó algunas lágrimas. Cris no lo notó, ella estaba muy enfocada en conducir y en cantar como desquiciada, y fue mejor así, no quería que sintiera más pena por mí de lo que ya lo hacía.Al llegar a su pequeño apartamento estilo
La canción no había terminado al momento que detuve el auto frente al taller; la distancia entre mi casa y Gunnar´s no era mucha. Hubiera deseado que quedara a kilómetros, necesitaba más tiempo antes de estar lista para entrar, sin embargo, ahí estaba y no podía quedarme como estúpida mirando al frente mientras los minutos se acumulaban. Me bajé del auto y recorrí el camino desde la entrada hasta mi oficina. Era una de las primeras en llegar, solo Cris y Manuel estaban ahí, tomando su acostumbrado café. Los saludé a ambos y luego me fui a la habitación. Necesitaba un par de minutos para controlar mis emociones. Me sentía nerviosa, impaciente. Noah llegaría en cualquier momento y no sabía con qué actitud.—Drey. ¿Estás bien? —preguntó Cris, entrando a la habitación.—No, ni un poco. Esperaba que estuvi
Todo mi cuerpo temblaba cuando me senté en el asiento del Mercedez-Benz para abrir el capó desde el interior y poder trabajar en el motor. Incluso, olvidé por completo dónde se encontraba la palanca que lo desbloqueaba. Me encontraba muy nerviosa, conmocionada. No podía creer lo que había hecho ni de dónde surgió toda mi resolución. Obviamente, mi conversación con Cris fue un detonante, pero apenas estaba asimilando que había roto con Noah. Cerré los ojos y tomé un profundo suspiro. Exhalé pausadamente, volví a inhalar, pero eso no estaba funcionando. El temblor seguía en mi cuerpo y los pálpitos de mi corazón no me daban tregua alguna. Quería correr de regreso a la oficina y adherirme al cuerpo de Noah hasta que la calma retornara a mi sistema, pero también quería que no existiera razón alguna para no poder ir y hacer jus