Las primeras veinticuatro horas fueron terribles para Gerard, porque todo dependía de que Luz se estabilizara y comenzara recuperarse. Las siguientes veinticuatro… una verdadera tortura.

Luz mostraba indicios de mejoría, la inflamación había bajado, ya estaba en el tercer día, pero no quería despertar.

-Señor Finnick, esto suele suceder, a veces las personas no reaccionan de inmediato y cuesta que despierten – le dice el doctor, tratando de animarlo -.

-¿Y si nunca lo hace? – le pregunta angustiado -.

-Lo hará, solo tenga paciencia.

Pero eso era lo que no tenía.

Tres días teniendo a su mujer acostada en una cama, sin hablar, sin ver sus ojitos, era una tortura siniestra. Matías iba cada día a verla, los padres de Luz se quedaban con ella por las tardes, lo suficiente para que él pudiera estar con Charlize, bañarse y vol