Capítulo53
Aunque estaba rodeado de dos hermosas mujeres, Faustino se mantuvo quieto, sin atreverse a hacer un movimiento. Con los ojos bien abiertos, escudriñaba la oscuridad, expectante ante cualquier manifestación sobrenatural. Las horas se arrastraron lentamente hasta la madrugada, envueltos en un silencio absoluto. Faustino lanzó una mirada furtiva: Lara parecía haberse quedado dormida. Sintiendo que la tensión se aliviaba un poco, comenzó a relajarse.

—Rosalba, ¡uy qué rico hueles!—dijo Faustino, inhalando el aroma que venía de ella y olvidándose por completo de los fantasmas.

Aunque Faustino era bastante decente, estaban en una cama estrecha, así que era inevitable que sus cuerpos se tocaran. Y Rosalba, además de guapa, tenía un encanto especial. Faustino, aprovechando la situación, empezó a ponerse más descarado, intentando meterse debajo de su ropa. Rosalba se tensó y le advirtió en voz baja, pero sin atreverse a gritar.

¡Ese chico cada vez se pasa más de la raya! ¡Tendré que darle una b
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