Capítulo136
Su tono era completamente servil. Mientras hablaba, el equipo de construcción ya había comenzado a demoler la casa. La casa de tierra de Faustino no era sólida; con unas pocas docenas de personas trabajando, se desmoronó rápidamente. Faustino la miró fijamente por un momento, recordando los tiempos felices y sin preocupaciones de su infancia con sus padres en esa misma casa. Desafortunadamente, el tiempo no perdona, y todo había cambiado.

Cuando la vieja casa se derrumbó, Faustino sintió un vacío en su corazón y se fue.

— Bien, entonces me voy. Si necesitan algo, Olya, contácteme.

Al regresar a su clínica, varios pacientes esperaban a Faustino. Después de atenderlos y lavarse la cara, Federico y Liliana llegaron juntos, con cajas de regalo, cigarrillos y alcohol. Larisa los seguía a regañadientes.

— Faustino, ¿por qué te fuiste anoche sin avisar? ¡Queríamos invitarte a cenar! ¿No te habrá molestado Larisa? ¡Dile a tu tía y te defenderé! Liliana mostró una expresión de preocupación
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