Capítulo 424
Después de mirar brevemente al subjefe, Faustino entró al ring clandestino.

El lugar era enorme.

En el centro del vasto espacio se alzaba una jaula octagonal hecha de acero templado.

Una vez dentro de la jaula octagonal, solo uno podía salir con vida.

No había reglas ni restricciones. Aquí, para sobrevivir, se podía usar cualquier táctica sucia o truco; el único objetivo era matar al oponente.

Si un luchador se rendía por no poder vencer a su oponente, haciendo perder dinero a los jefes, tampoco sobreviviría, no había diferencia.

Los luchadores victoriosos no solo obtenían todo lo que deseaban, sino que su valor se duplicaba.

Sin embargo, estas peleas eran jugarse la vida; morir en la jaula octagonal era solo cuestión de tiempo.

El suelo de la jaula estaba manchado de sangre, algunas frescas y otras ya secas y oscurecidas.

Incluso el aire caliente estaba impregnado de un leve olor a sangre.

Esto excitaba los corazones de los amantes de la violencia, haciendo hervir su sangre.

Los espec
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