Capítulo 119
Las dos mujeres hacían todo lo posible por animar a Faustino.

Pero Faustino tenía el corazón muy adolorido en ese momento.

—Rosalba, Lara, gracias por ser tan buenas conmigo.

—Ya es tarde, vamos a descansar.

—Mañana tengo que ir a la ciudad por un asunto.

Dicho esto, Faustino se acostó en la cama, con lágrimas que no podía contener.

Tanto Rosalba como Lara nunca habían visto a Faustino tan triste, y ni siquiera podían conciliar el sueño.

Las dos mujeres no dijeron nada más, solo abrazaron a Faustino y lo acompañaron en silencio.

—Faustino, no pienses demasiado, duerme bien, y cuando te sientas mejor, mi oferta sigue en pie —lo consoló Rosalba con voz suave.

Lara, por supuesto, no podía decir ese tipo de cosas abiertamente. Pero ella demostraría con acciones cómo hacer feliz a Faustino...

La noche pasó rápidamente.

El estado de ánimo de Faustino había mejorado bastante, ya no estaba tan triste como ayer.

—Rosalba, Lara, hoy tengo que ir a la ciudad, así que la clínica no abrirá. Quédens
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