Capítulo 112
Al escuchar las palabras de Nora, Faustino se quedó atónito.

El alcalde controlaba el destino de todos los pueblos, villas e incluso la ciudad. No era comparable al alcalde Federico. Para Faustino, un simple campesino, la figura del alcalde era inalcanzable. Faustino no esperaba que Nora, la hija del alcalde, se arrodillara ante él.

—Señorita, usted es una persona tan importante, ¡cómo puede arrodillarse ante este campesino! ¡Por favor, levántese! —Al ver que Nora se había arrodillado ante Faustino, Fabio estaba aterrorizado y trató de levantarla apresuradamente.

—Él puede salvar la vida de mi padre, así que vale la pena arrodillarme. ¿Acaso la hija del alcalde puede ser superior y menospreciar a todos? Hoy, aunque el doctor no vaya a atender a mi padre, mi arrodillarme será una disculpa, no es algo vergonzoso. —Nora lo reprendió con razón y justicia.

Fabio quedó sin palabras, tartamudeando sin poder articular una frase.

—Señorita Ramos, por favor, levántese. Puedo ir con usted a ver
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