Hay muchos más de nosotros caminando entre los humanos. La maldición de Hanna es milenaria, marcó tantos linajes que se fue proliferando por muchos lugares de la tierra… Tiempo de peste y muerte llegaría. La purga tomó muchas vidas inocentes, y afortunadamente ya muchas mujeres con la marca no nacían, pero sí continuaban existiendo los portadores con este linaje. A medida que el tiempo transcurría, la marca de Hanna se iba acabando hasta casi desaparecer, aunque no en su totalidad. Los oscuros puros eran poseídos por la ira al ver que no había humanas con la marca que pudieran dar a luz a sus vástagos, en ese tiempo los centinelas pudieron entrar en un periodo de remisión y calma, las luchas entre los bandos se habían detenido después de tanto tiempo. Desgraciadamente, los avances de la ciencia y la tecnología rompieron esta tregua, volviéndose otro problema letal para nosotros. Los oscuros se interesaron en los experimentos genéticos y reclutaron a los científicos más calificados par
Habíamos recorrido parte del camino que nos llevaría hasta el lugar donde se encontraba la madre de Ethan al ritmo de sus canciones favoritas de heavy metal, hasta los momentos todo había salido bien. Ethan tomó mi mano sin quitar su vista de la carretera y la elevó hasta sus labios y la besó.—Voy a estacionar para tomarnos ese café, me hace falta; anoche no pude dormir bien por la ansiedad —me informó y luego de una vuelta se estacionó en una famosa cafetería de la ciudad. Ya dentro Ethan pidió Mokaccino acompañado con rebanada de pastel de chocolate y era lo que necesitaba para endulzar un poco mi existencia.—Salud —me dijo luego de que nos entregaran nuestros cafés.—Salud —repetí. Ethan le dio un trago largo a su Mokaccino — ¡Está divino! ¿Te gustó?—Sí, está muy bueno —Ethan tomó mi mano y me contempló con seriedad.—¿Cómo te has sentido? Y por favor no te atrevas a mentirme —me advirtió.—Entonces aquí está mi dosis de verdad —susurré y me llevé mi Mokaccino a la boca —cada dí
La aparente tranquilidad ya reinaba, pero en mi interior un mal presentimiento se perpetuaba.—Recuerda siempre lo que hemos compartido hasta ahora. Victoria, esto ha sido un regalo precioso —manifestó Ethan con dulzura; no me había gustado aquella oración, me sonaba a despedida, a vuelo largo lejos de aquí, era como si otra persona se estuviera posesionando de su cuerpo y me anunciaba las palabras finales. No pude evitar revivir el momento cuando fui a su casa por primera vez y cuando discutió con su madrastra; esa tarde Ethan me había manifestado su deseo de ser como un ave.—No me gustaron tus palabras.—¿Por qué? —su rostro mostró extrañeza.—Suena a despedida —le expliqué.—No seas boba, suena a amor profundo y a redención… Cariño del bueno —no dije nada ante su explicación, y aunque él adornara aquellas frases para mí seguían sonando funestas. El GPS nos avisó que habíamos llegado. Nos fuimos adentrando en una calle estrecha, poco atractiva y a decir verdad hasta siniestra.—Hem
—Déjame ver tus rabihats.—¿Cómo sabe que los tengo? —Eleonor sonrió con un dejo de tristeza.—No hace falta que me lo digan, yo sé cómo funciona esto jovencita; la atracción de mi hijo hacia ti es una prueba más —quedé en silencio y ante ella me quité el reloj para que apreciara mejor las marcas que habían salido en mi muñeca, seguidamente le extendí mi brazo. Eleonor se pendió de mis estigmas, sus ojos los analizaba y pude ver cómo iba creciendo la perturbación en ella.—Eres una de ellos, Victoria, después de tantos siglos pudieron encontrarte… Y tú los guiaste hasta mi hijo.—¿Siglos? —repetí confundida.—Me hubiera gustado conocerte de otra manera; ahora eres el recordatorio del pago de mis decisiones.—Disculpe, señora, pero realmente no la entiendo —Eleonor no se tomó la molestia de sacarme de mi confusión, simplemente continuó con su plática tomando otro camino.—¿Has elegido a mi hijo? —la voz se le quebró al preguntármelo.—Sí —mi respuesta profundizó su agonía, sus ojos lo
—¡Suficiente madre! Es hora de acortar los detalles y llegar al punto que quiero oír, así que contéstame estas dos preguntas: qué clase de experimentos hacías y que tenemos que ver Victoria y yo en todo este meollo —la palidez de Eleonor poseyó toda su cara, creí que de un momento a otro se iba a desmayar, aun así, ella se llenó de valor y continuó.—El propósito era modificar el ADN humano, mezclarlo con ADN alienígena, pero desgraciadamente no fue tarea fácil como pensábamos, muchas personas murieron por nuestra culpa… lo siento tanto Ethan.—De nada vale que te arrepientas ya el daño está hecho, así que continúa; ya me respondiste la primera pregunta, ahora espero la otra respuesta.—Nuestros jefes estaban indignados por todos nuestros experimentos fallidos, hasta que me di cuenta de que tenía un mes de retraso de mi menstruación, al principio consideré que era por el exceso de trabajo, pero decidí salir de dudas haciéndome una prueba de embarazo la cual salió positiva… estaba emba
—¡No sabes lo que dices! Y de ser cierto lo que tu boca declara, entonces mi deseo de soñar así haya despertado será más profundo, alteraré la secuencia y dormiré eternamente solamente para poder reunirme con ella en su propio sueño —vi cómo las lágrimas de Ethan comenzaban a emanar de sus pupilas.—Ethan, preferiría sangrar yo por ti, sostenerte en mis brazos como cuando eras niño y quitarte el dolor, ¡acabar con mi propia existencia! Antes que hundir la daga de estas verdades que te hieren… todo para que perdones todos mis errores.—Creo que ya es muy tarde para todo ese arrepentimiento, el daño está hecho Eleonor Becker.—Hijo, por favor, sé que no tengo derecho a pedirte nada, pero lo que te digo sobre esta muchacha es cierto.—¡Ella y yo nos vamos a casar! —la congoja de Eleonor se hizo más honda al escuchar las declaraciones de Ethan.—Es cierto —le afirmé.—Victoria, tú al igual que mi hijo te has querido colocar una venda en los ojos, tu inconsciencia de pronto se torna adorme
—¡No salgas! —le gritó mientras le golpeaba la manga de su chaqueta, por un momento lo pude detener hasta que notamos que uno de los seres era Margot, la otra era Allison y el tercero no lo reconocía. Ethan al ver a Margot se encendió de ira. —¡Qué quieres, m*****a! —gritó Ethan, saliendo del carro sin importarle mis súplicas, no me quedó de otra que bajarme también, cuando lo que deseaba era encender el carro y pasárselo por encima a esos desgraciados demonios. Margot lo miró sin mostrar emoción alguna, su mirada y las facciones de su cara estaban vacías de luz, su alma ya no estaba dentro de ese cuerpo, luego de un momento habló: —Quiero que mueras cazador defectuoso —su voz sonó masculina, el detalle hizo alterar un poco a Ethan. Arturo era el que yacía en su interior, podía sentir su olor. Margot elevó el rostro y me busco con su mirada siniestra, esbozo una media sonrisa cuando dio con mi cara. Se veía tan diabólica, llevaba unos vaqueros desgastados, botas negras y chaqueta del
Atrás habíamos dejado los gritos de los oscuros. Un sendero inocuo y rápido nos llevaba a un nuevo lugar, jalados por una fuerza brillante. Habíamos llegado a la mansión Hudson, Yahadet alteró su apariencia, optando por otra, ya no era el anciano decrépito que nos había recibido, ahora usurpaba la identidad de un hombre más joven que llevaba a Ethan en sus brazos. La puerta se abrió, apenas nos sintieron, la sirvienta que abrió se impactó a ver la escena y entre gritos llamó al señor Oliver. El señor Hudson salió corriendo al escuchar los lamentos, al ver a Ethan y a Eleonor perdió el habla y la preocupación junto a la alteración tomó posesión de sus actos.—¡Qué le sucedió a mi hijo! —riñó pasándose la mano por los cabellos a punto de un colapso, la madrastra de Ethan se unió a la escena, del impacto había quedado tiesa o no sé si los centinelas tenían que ver en eso porque al entrar a la casa todos los que ahí habitaban quedaron como estatuas. Vi hacer el ritual de protección una ve