Me sentía como si hubiera dejado de respirar para siempre y así quería quedarme, con mi alma suspendida en una sombra inmortal. Volví a abrir los ojos en un mundo extraño donde me miraban con dolor. El cemento y los callejones neoclásicos habían desaparecido tras mis sombras, igual que el rostro de Eleonor. Yo iba borrando sus formas en luces parpadeantes y nebulosas que se perpetuaban en mis recuerdos. Mi cuerpo parecía flotar en medio del efecto de los calmantes, sentía cómo caía al interior de un agujero negro, precipitándome hacía el vacío del dolor más potente; yo era una pequeña mendiga que rogaba por misericordia, para que el dolor no terminara de despellejar mi alma rota, yo me volvía una mendiga que tenía que recorrer un mundo de dolor marcado con lo sobrenatural para poderse reencontrar y así arrebatárselo a aquel demonio, mi corazón yacía maldito en sus manos.—Vicky estamos contigo —sentí a Emily, Lucy y Abby cerca de mí. No sé cómo había llegado ahí mientras estaban mis t
En medio de aquella luz vi volar a una libélula, trayendo consigo en su leve aleteo el recuerdo de Ethan. No pude reprimir que el invierno volvía a mi alma al contemplarlo, se me encogieron los sentidos y las lágrimas empezaron a luchar una contra otra para salir de mis pupilas, no pude reprimir un quejido y sin darme cuenta mis brazos me habían rodeado con fuerza, sentía frío. Sé que había prometido ser fuerte, pero esa misión se me había vuelto difícil.—No puedo olvidarte ¡Era yo la que debía morir! Sé que esto es la antesala a lo peor, a mi propia destrucción —gemí, tratando de reprimir sin éxito el exilio de mi corazón. Dejé que mis lágrimas corrieran, y aunque no ganaba nada con llorar, por lo menos aquel río lograba aplacar de momento la pena que me embargaba. Arturo había marcado mi vida, a través de Margot yo había perdido parte de mi alma, y yo lo pude haber evitado, pero me faltó valor y convicción ¡Mi maldita terquedad!—Ya no te culpes —escuché la voz de alguien a mis esp
Todos en el internado me miraban como un ser extraño, y a decir verdad eso es lo yo que era: una colada entre humanos normales cuyo efluvio había contaminado el entorno de todos los inocentes que ahí moraban. Emily había tomado mi mano en la ceremonia, Lucy y Abby también me manifestaban su apoyo. De las tres Abby era quien me vigilaba más de cerca sabía que yo estaba hundida en el peor dolor de mi vida y por tal motivo no existió reproches de su parte. Mi padre había llegado dos días antes del acto de graduación, por desgracia su llegada no me había servido de bálsamo como anteriormente sucedía, el dolor que llevaba en el alma trascendía y se volvía desesperante. Mi padre me confesó más abiertamente de la tortura que experimentó cuando mi madre falleció, prometiéndome que con el tiempo lograría sobrellevarlo; sé que intentaba rescatarme de su mismo abismo, él había probado el infierno, pero nada me consolaba. El alma que ocupaba mi cuerpo continuaba su descenso, pudriéndose y agusaná
(“Una puerta se cierra para darle la oportunidad a otras que se abran. Un final desencadena un nuevo inicio; a la final reencontramos el camino perdido a casa”)Las copas de los árboles empezaron a moverse a causa del viento inclemente que iba en ascenso, experimentaba dentro de mí la fuerza desmedida de la naturaleza, advirtiéndome que algo diferente se avecinaba; sé que debía controlarlo, pero en aquel momento se me hacía difícil. Esto no era lógico, llevaba siglos gobernando mis facultades y había logrado dominarlas a la perfección, pero en este instante mis instintos me avisaban que algo más potente que mi fortaleza estaba tomando posesión. Mi sangre hervía bajo la carne confirmándome que un hijo de la noche se escondía por aquel bosque con sed de hambre y muerte, aunque este se tratase de uno muy diferente.—Adrián —murmuró Cristian tras mis espaldas —es mejor que nos separemos, ya casi puedo sentir el olor de esa bestia pegado a mis narices, pero el maldito trata de engañarnos.
—¿Cómo puede ser posible? —pensé, mi respiración se tornó entrecortada; sus ojos de pronto se elevaron como si detrás de mí hubiese otra persona, el rostro se le relajó un poco.—Ethan —susurró, giré hacia atrás para toparme con el cardenal rojo que flotaba por encima de mí, luego Victoria perdió el conocimiento, mi apariencia la había aterrado hasta el punto del desmayarse.—¡Victoria! —se oyó un grito en uno de los caminos del bosque, giré hacia donde se originaba el vocablo. A una corta distancia de nosotros se encontraba una joven, llevaba puesto el mismo uniforme que Victoria. La muchacha pecosa de ojos grandes y cabellera roja me contempló con miedo y era lógico, frente a ella no estaba un hombre, sino una bestia con los ojos rojos de ira; luego aquel temor cambio a otro sentimiento cuando sus ojos se pendieron de Victoria que aún seguía debajo de mí causando que un instinto protector reluciera, y como toda una guerrera se enfrentó a mí caminando con pasos firmes.—¡No voy a per
Habían llegado al internado, pude ver cómo entraban y como la llevaban dentro del recinto; continué escondiéndome, está vez en los árboles que se encontraban cerca de los ventanales del edificio, hasta que las voces y los olores me guiaron hacía mi objetivo: ella. Me concentré para escuchar las voces que la rodeaban.—Creo que lo más conveniente es que la llevemos a un hospital, ahí tendrán cuidados más adecuados —opinó su padre con la preocupación a flor de piel.—Solo ha sufrido un desmayo —dijo la enfermera del internado —sus signos vitales están estables —agregó mientras la revisaba, en acto seguido colocó un algodón untado con alcohol bajo sus narices.—Debe calmarse —le pidió, mientras continuaba tomando la tensión de Victoria, comprobándola minuciosamente, a los pocos minutos entró la doctora. Victoria aún no recobraba el conocimiento, a su lado, pero no tan cerca se encontraba Abby, a ella también la estaban verificando y a la vez interrogando por la fuerte explosión que se ha
VictoriaHabía optado por el silencio, era mejor que dar explicaciones que me condenaran ante los oídos incrédulos de mi padre. En el auto no hizo más que hablarme sobre lo sucedido, empleando palabras suaves, pero no se puede embellecer lo que por naturaleza es tosco. Mi mente evocaba a Adrián y mientras lo hacía, mis ganas de vivir resurgían. Me aferré al relicario y lo apreté con fuerza, me lo había colocado en su honor. Las palabras de mi padre cesaron al ver cómo me aferraba al dije.—Nunca te había visto esa joya ¿Puedo detallarlo?—Puedes —asentí, él analizó mi rostro antes de proceder y su semblante se relajó, y a decir verdad me sentía mejor; a pesar de las horas amargas que había vivido, mi alma se había llenado, lo había encontrado y no solo eso Ethan estaba a mi lado; había sido él quien me guío hacía al encuentro con Adrián, de eso ya no me cabía dudas.—Vicky este relicario es costoso. Esa pequeña rosa en su centro está labrada en rubí. Creo que es mejor que no lo uses,
—Puedo vernos morir, ¿Lo estamos? —susurré.—Sé exactamente lo que quieres mostrarme —dijo suavemente cerca de mi mejilla.—Sé que eres bueno… sé que eres realmente bueno —mi voz se volvía un suave jadeo, la de Adrián seguía mi camino.—Has silencio —me pidió. Él intentaba seguir descifrando mis secretos, en acto seguido me acercó más hacia él sin despegar su mano del sitio donde estaba, hasta que inesperadamente sentí su boca situarse sobre la mía; dulce, sensual e hipnótica. Experimente como si fuera la primera vez que me besaban; en ese extraordinario momento yo estaba conociendo lo que era un beso de amor verdadero. Su boca creaba mis nuevos labios, mientras su lengua iniciaba a navegar en mi interior, logrando que todo mi ser se incendiara, colisionando; Adrián iba arrancando de mí, partículas que comenzaron a girar para luego ir ensamblándose, creando mi propia luna, mi propio satélite natural. Él se volvía mi equilibrio y mi fuego, aun así, no pude evitar sentirme mal ¿Acaso te