—Hola, Ethan, bienvenido; ya veo que no tuviste problemas en dar con la casa —Ethan se levantó rápidamente del sofá.—No, en situaciones como estas le doy gracias a la tecnología, en especial al GPS —luego quedo en silencio por un segundo, hasta que su boca volvió a entreabrirse.—Hoy te ves más bonita que nunca, con el uniforme te ves linda, pero con ropa casual realmente no hay palabras.Sus palabras no hicieron esperar la reacción de mis tíos, el primero fue el tío Gustavo, se levantó rápidamente y le lanzó una mirada inquisidora acompañada de un “Hmm”, Andrea no pudo reprimir que se le escaparan unas risitas.—Y yo te veo más alto hoy —dije para librarme de aquella tensión.Ethan era un chico que colocaba murallas a su alrededor, incluso su carácter rebelde había logrado que se ganara muchos problemas y enemigos, también era verdad que podía ser el patán más insoportable cuando se lo proponía, pero ahora se le sumaba otra faceta, y era esta que revelaba frente a mí, tan intensa co
*** Ya nos encontrábamos en el interior del invernadero, los aires de amor y pasión en Ethan se habían atenuado, me tranquilizaba verlo más relajado contemplando el lugar. —Ahora entiendo por qué es tu parte favorita de la casa ¡Es maravilloso! —Mi tía pone mucho empeño en mantenerlo hermoso. —Quiero saber más de ti, sé que es muy precipitado de mi parte, pero es que no lo puedo evitar… Eres como un espejo donde puedo mirar mi reflejo, puedo verme a través de ti —sonreí con tristeza ante aquella manifestación, al parecer los arranques de frenesí en Ethan volvían a aparecer. —No digas eso, ser mi reflejo o estar en mis zapatos no es nada tentador. —¡No puede ser que tú misma te tengas en tan baja estima! Eso está mal, fíjate en mí, yo no puedo evitar ser como soy y de lo pesado que puede ser mi actitud para muchos, aun así, soy optimista… O por lo menos hago el intento —le sonreí gentilmente, realmente su compañía no me era indiferente. Continué mostrándole los rincones del inver
Ya no aguantaba el sueño, mis ojos luchaban por mantenerse despiertos, así que no tuve más remedio que dejarme vencer. Me acurruqué en la cama abrazando la almohada, un repentino recuerdo furtivo cruzó mi mente evocando el rostro de Adrián. Su efigie se esparcía diáfana en todo mi interior, irradiando un agradable calor, estaba casi dormida cuando un murmullo irrumpió mi descanso. —Sangre por sangre… ¿Ese es el precio que quieres pagar? Me agité y el sueño se desvaneció, no me hacía falta adivinar de quien se trataba, y aunque por un segundo quedé petrificada logré recobrar rápido la cordura. —Ya no sigas aparentando que nada pasa, aférrate a mí y te mostraré el camino de tu origen perdido, solamente así podrás entender y reencontrarte contigo misma —continuó con su asedio. Comprobé que su voz ya no era motivo suficiente para hacerme perder la razón, así que continué firme ignorándolo, de alguna forma debía apagar el retumbar de aquel eco perturbador. Tal postura duró poco cuando
Arturo había dejado al descubierto uno de los tantos misterios que me rodeaban, este amuleto como lo había llamado él y que me dio mi abuela antes de partir guardaba un gran secreto, esto no había sido un simple obsequio de su parte, ella me lo había dado con un fin y ahora lo sabía: el brazalete me protegía de él.Permanecí mirando el espacio donde Arturo se había materializado, aún estaba atónita y no dejaba de pasar el dedo por los símbolos que adornaban la esclava. Sentí mi corazón acelerarse al oír la voz de mi tía del otro lado de la puerta.—¿Victoria estás bien?Pensé en cómo evitar que entrara al ver los pedazos de vidrios que yacían regados por el piso, pero Andrea insistió en querer saber cómo me encontraba, no tuve más opción y caminé
Me sentía como una tonta, por no haber reconocido la canción, esta era una de las bandas favoritas de mi padre. Para mi sorpresa Ethan no cantaba mal, mientras lo hacía sus ojos me contemplaban infinitamente, escondiendo bajo el cobijo de aquella letra otra de sus declaraciones.—Este tema dice en su composición muchas cosas que tú me haces sentir, como por ejemplo la siguiente frase: “No necesitas estar sola, no hay necesidad de estar sola”, la otra sería: “No necesitas estar asustada, no hay necesidad de estar asustada… Esto es amor real”.Quedé en silencio pensando: ¿Este chico no se cansará de ingeniarse tantas formas de sacar a relucir sus sentimientos? Su mirada continuó examinándome de manera tan intensa que me incomodó, así que sutilmente y mostrando una sonrisa débil y nada creíble volteé hacia la ventana del coch
Rápidamente, Ethan se me acercó y me tomó de la mano aceleradamente y me condujo hacia las escaleras, yo estaba muy avergonzada, no sabía cómo manejarme ante este pleito familiar, pero lo peor fue cuando Ethan ascendía conmigo a rastra tropezando bruscamente a Maribel que seguía reprendiéndolo frente a mí.—¡Te estoy hablando!… ¡Esto lo va a saber tu padre!—¡Termina de morirte! —le gritó sin mirarla.Ethan me llevó a su habitación, luego de estar ya adentro lanzó la puerta con tanta fuerza que esta crujió al chocar contra el marco.—¡Como odio a esa mujer! Perdón… No debiste presenciar esta discusión, creí que esa desagradable mujer había salido a verse con alguno de sus amantes.—Ethan yo… Lo siento mucho.Quedé callada rep
Me había convertido en una especie de efigie de piedra, que a duras penas podía arrastrar los pies para entrar al internado, mi cuerpo me decía que no quería estar ahí y mucho menos mirar a mi alrededor. No sabía cómo debía actuar ahora en adelante con Ethan luego de la velada del domingo. Aquella tarde habíamos abierto otra puerta, conduciendo los sentimientos a otro nivel de compromiso.Aún podía sentir su mirada, esos ojos que más de una vez me recorrieron en aquella habitación, eran pequeños detalles que me matarían de la pena si se los confesara a Emily; aunque en mis adentros sabía que tarde o temprano ella se enteraría. Mi mayor preocupación era el no poder comprender como de la noche a la mañana mis pensamientos por Ethan se había intensificado de tal manera que me costaba sacármelo de la cabeza.
Aquella escena me atravesó como una daga ardiente encendiendo mi alma con el más profundo odio y sin importarme las consecuencias salí corriendo de mi escondite para ayudarlo.—¡Victoria, no salgas! —me pidió entre murmullos Emily, pero no hice caso; sus manos y las de Lucy se aferraron a mí para evitar que saliera, pero fue inútil, ya yo me había zafado, al llegar a ellos me detuve en seco.—¡No se atreva a volverle a poner una mano encima a Ethan nunca más! —Ethan elevó el rostro con sorpresa para toparse con el mío, mientras su padre me miraba confuso.—¿Tanto le cuesta entender a su hijo, señor? —continué entre reclamos.—¿Quién es esta mocosa tan entrometida?—¡No te atrevas a insultarla!, porque soy capaz de perderte el poco respeto que me queda —resopl&o