Ya no aguantaba el sueño, mis ojos luchaban por mantenerse despiertos, así que no tuve más remedio que dejarme vencer. Me acurruqué en la cama abrazando la almohada, un repentino recuerdo furtivo cruzó mi mente evocando el rostro de Adrián. Su efigie se esparcía diáfana en todo mi interior, irradiando un agradable calor, estaba casi dormida cuando un murmullo irrumpió mi descanso. —Sangre por sangre… ¿Ese es el precio que quieres pagar? Me agité y el sueño se desvaneció, no me hacía falta adivinar de quien se trataba, y aunque por un segundo quedé petrificada logré recobrar rápido la cordura. —Ya no sigas aparentando que nada pasa, aférrate a mí y te mostraré el camino de tu origen perdido, solamente así podrás entender y reencontrarte contigo misma —continuó con su asedio. Comprobé que su voz ya no era motivo suficiente para hacerme perder la razón, así que continué firme ignorándolo, de alguna forma debía apagar el retumbar de aquel eco perturbador. Tal postura duró poco cuando
Arturo había dejado al descubierto uno de los tantos misterios que me rodeaban, este amuleto como lo había llamado él y que me dio mi abuela antes de partir guardaba un gran secreto, esto no había sido un simple obsequio de su parte, ella me lo había dado con un fin y ahora lo sabía: el brazalete me protegía de él.Permanecí mirando el espacio donde Arturo se había materializado, aún estaba atónita y no dejaba de pasar el dedo por los símbolos que adornaban la esclava. Sentí mi corazón acelerarse al oír la voz de mi tía del otro lado de la puerta.—¿Victoria estás bien?Pensé en cómo evitar que entrara al ver los pedazos de vidrios que yacían regados por el piso, pero Andrea insistió en querer saber cómo me encontraba, no tuve más opción y caminé
Me sentía como una tonta, por no haber reconocido la canción, esta era una de las bandas favoritas de mi padre. Para mi sorpresa Ethan no cantaba mal, mientras lo hacía sus ojos me contemplaban infinitamente, escondiendo bajo el cobijo de aquella letra otra de sus declaraciones.—Este tema dice en su composición muchas cosas que tú me haces sentir, como por ejemplo la siguiente frase: “No necesitas estar sola, no hay necesidad de estar sola”, la otra sería: “No necesitas estar asustada, no hay necesidad de estar asustada… Esto es amor real”.Quedé en silencio pensando: ¿Este chico no se cansará de ingeniarse tantas formas de sacar a relucir sus sentimientos? Su mirada continuó examinándome de manera tan intensa que me incomodó, así que sutilmente y mostrando una sonrisa débil y nada creíble volteé hacia la ventana del coch
Rápidamente, Ethan se me acercó y me tomó de la mano aceleradamente y me condujo hacia las escaleras, yo estaba muy avergonzada, no sabía cómo manejarme ante este pleito familiar, pero lo peor fue cuando Ethan ascendía conmigo a rastra tropezando bruscamente a Maribel que seguía reprendiéndolo frente a mí.—¡Te estoy hablando!… ¡Esto lo va a saber tu padre!—¡Termina de morirte! —le gritó sin mirarla.Ethan me llevó a su habitación, luego de estar ya adentro lanzó la puerta con tanta fuerza que esta crujió al chocar contra el marco.—¡Como odio a esa mujer! Perdón… No debiste presenciar esta discusión, creí que esa desagradable mujer había salido a verse con alguno de sus amantes.—Ethan yo… Lo siento mucho.Quedé callada rep
Me había convertido en una especie de efigie de piedra, que a duras penas podía arrastrar los pies para entrar al internado, mi cuerpo me decía que no quería estar ahí y mucho menos mirar a mi alrededor. No sabía cómo debía actuar ahora en adelante con Ethan luego de la velada del domingo. Aquella tarde habíamos abierto otra puerta, conduciendo los sentimientos a otro nivel de compromiso.Aún podía sentir su mirada, esos ojos que más de una vez me recorrieron en aquella habitación, eran pequeños detalles que me matarían de la pena si se los confesara a Emily; aunque en mis adentros sabía que tarde o temprano ella se enteraría. Mi mayor preocupación era el no poder comprender como de la noche a la mañana mis pensamientos por Ethan se había intensificado de tal manera que me costaba sacármelo de la cabeza.
Aquella escena me atravesó como una daga ardiente encendiendo mi alma con el más profundo odio y sin importarme las consecuencias salí corriendo de mi escondite para ayudarlo.—¡Victoria, no salgas! —me pidió entre murmullos Emily, pero no hice caso; sus manos y las de Lucy se aferraron a mí para evitar que saliera, pero fue inútil, ya yo me había zafado, al llegar a ellos me detuve en seco.—¡No se atreva a volverle a poner una mano encima a Ethan nunca más! —Ethan elevó el rostro con sorpresa para toparse con el mío, mientras su padre me miraba confuso.—¿Tanto le cuesta entender a su hijo, señor? —continué entre reclamos.—¿Quién es esta mocosa tan entrometida?—¡No te atrevas a insultarla!, porque soy capaz de perderte el poco respeto que me queda —resopl&o
—Sí, si voy a seguir hasta que lo aceptes —, sin previo aviso, los comentarios de Emily comenzaron a encenderme y al igual que un volcán exploté dejando salir la lava. —¡Si me está empezando a gustar! ¿Eso es lo que querías oír? Emily dejó brotar una carcajada triunfar, y aplaudiendo me felicitó. —Bravo Victoria, ¡al fin! Pero sabes algo, ya yo lo sabía; solo que quería escucharlo de tu boca. Después de mi improvisada confección, Emily se alejó y comenzó a urgir entre sus cosas. —¿Qué haces? —¿Qué hago?… ¡Voy a ayudarte! La observé aún confusa, seguidamente sacó una caja mediana que tenía muy bien escondida, al parecer yo no era la única que tenía escondites en el cuarto. —Ven. Emily abrió el cofre y de ahí sacó una resortera y un frasco lleno de canicas. Sitúe mis ojos en el contenido restante de la caja, y noté que eso no era lo único que guardaba, también había una soga, un frasco que decía gas pimienta y otros artículos para defensa personal como un paralizador de corr
—Estoy agotada… Tan agotada —repetía mi mente una y otra vez mientras me adentraba en un sueño profundo que me llevaba más allá de mi realidad. —¡Oh! Mi pequeña niña triste… Mi hermosa Victoria —exclamaba entre susurros una voz que era inconfundible para mí. —¡Abuela! —En toda esta miseria, está lo que verdaderamente amas… Pero lo que odias también. Anda mira con avidez —sus palabras eran como acertijos inconclusos, no las podía interpretar ni entender. —Observa con avidez —me repetí, tratando de ver lo que ella me quería decir. —Mira dentro de tu conciencia, sé que puedes salir de tu cuerpo astral —murmuro otra voz a lo lejos, mezclándose con el murmullo de mi abuela —. Él tiene miedo de ti. —¿De quiénes son estas voces? ¡Que quieren de mí! ¿Por qué me persiguen? No pude distinguir formas ni sombras, hasta que una luz me encandiló suavizándose, luego y lentamente se fue adaptando a mis ojos. No lo podía creer, era él. ¿Será que me engañan mis ojos? Era Adrián. Lo vi en la negr