La enfermera me dio una pastilla para el malestar y los vómitos, no me quedó de otra que tomármela. Rebeca una vez más me salvaba, salió directo al aula de clases para hablar con el profesor y a explicarle lo sucedido. Me recosté en la camilla tratando de calmarme, pero aquellas imágenes no dejaban de asaltarme, no pude reprimir mi llanto, la enfermera se dio cuenta y acudió en mi ayuda. —¿Te duele algo? —No —dije apenada —solo son nervios. —No eres la única, por estas fechas muchas alumnas caen desmayadas y con todos los males. Ya sabes, por los parciales, me han dicho que son terribles. —Si algo —murmuré con una sonrisa forzada. —Tranquila, ya vas a ver que todo va a salir bien. ¿Cómo no sentirme nerviosa cuando mi peor pesadilla se había hecho realidad y, peor aún, caminaba en un cuerpo prestado? Me preguntaba si aun Margot seguiría en el baño con parte del rostro quemado, cuando más hundida estaba en mi incertidumbre Rebeca entró. —Vicky, tranquila, ya hablé con el profesor,
Lucy no dijo nada con respecto a la idea de Emily, no me quedó de otra que hacerle caso y con dedos asentí a su propuesta. Por su parte, Emily ideaba cómo hacer posible el encuentro, no se podía negar que tenía alma de líder. —Muchachas tenemos permisos de estar en otras habitaciones hasta las ocho, así que apenas terminemos con las actividades académicas, tenemos reunión de chicas. ¿A qué hora dijo Ethan que subiría? —A eso de las nueve, ya sabes, de manera que todo el panorama esté claro. —¡Perfecto! Dile que se lleve el uniforme para que duerma en nuestro dormitorio. —¡Estás loca! Yo no pienso escribirle eso y mucho menos pienso vestirme estando él aquí. —No seas tonta. Ahora más que nunca debemos estar unidos, y no te preocupes, te ayudo a vestirte, así te sentirás más segura. —No sé Emily. Realmente no sé si pueda complacerte. Ella frunció el ceño ante mi negativa, tomó su teléfono y le escribió sin mi consentimiento a Ethan mandándole instrucciones. —¡Estás consciente de
Emily se sonrojó, pero además quería decirle que yo entendía lo que sentía, gritarle que yo lo había experimentado, pero mi lengua se trabó pensando en qué le diría cuando ella me preguntara por quién sentía tan profundos sentimientos, ¿cómo la abordaría? No podía decirle: “Amiga, de un chico que nada más he visto en sueños y se llama Adrián”; eso definitivamente sonaría más a excusas que a verdad; aparté tales pensamientos y continué con la conversación. —Emily, no experimento esa sensación de euforia por Ethan ni esa magia que te deja sin habla. No estoy diciendo que no me atraiga, ya que incluso llegué a creer que realmente me podría enamorar de él, pero luego comprendí que solamente se trataba de una atracción y no sería justo aceptarlo simplemente para darnos los besos, él quiere algo serio, una relación estable y eso desafortunadamente no se lo puedo dar. —Si te lo propones puedes intentarlo. —No, Emily, eso sería injusto de mi parte, quizás te parezca estúpido y hasta cursi;
Mi impaciencia provocó que sus facciones se agudizaran, Ethan se apartó de mi lado y se situó cerca de la ventana, dándonos la espalda. Cuando me acercaba, Emily me detuvo y me hizo señas de que esperara. Fue entonces cuando él comenzó a narrar lo sucedido aquella noche. —Yo estaba profundamente dormido, hasta que sentí un olor muy dulce, un olor que de antemano ya mi olfato reconocía porque es el olor de la mujer que amo. En ese momento Ethan giró a mirarme captando el pudor en mi rostro, entretanto Emily oía fascinada toda la historia. Creí abrir los ojos y digo creí porque no sabía si estaba dormido o consciente. Lo horrible sucedió cuando traté de moverme, mi cuerpo no reaccionó, volví a intentarlo y el resultado fue el mismo. Empecé a experimentar angustia. Luego, en medio de mi lucha, vi una figura que comenzaba a moverse abriéndose paso en la oscuridad. Eras tú Victoria. Ethan hizo una pausa mientras el corazón se me aceleró del pánico, las palabras de Margot poseída por Artu
Ethan nos oía con gestos desgarbados y la mirada desorbitada. —Pensé que mi historia era fantástica, pero ya veo que no, la de ustedes me supera. Vicky, disculpa que te pregunte esto, pero ¿estás segura de lo que vistes y oíste? —¡Estoy totalmente segura! —Cuando Vicky nos contó el detalle de la pulsera no lo creíamos hasta que la revisamos. Encontramos una piel delgada y quemada, pegada a la pulsera, y lo más asombroso es que en algún momento el rostro se regeneró, porque al llegar al salón ¡estaba intacto! Ethan seguía perplejo y escéptico, no gesticulaba palabras; sin embargo, su cara se mostraba ruda e inexpresiva, manifestando una mirada que jamás le había visto. —Estimo que han estado viendo muchas películas de ficción —, sus palabras me perturbaron. —¿Acaso supones que soy una lunática que anda inventando cuentos, que soy mentalmente inestable? ¡Yo no gano nada inventando historias! Ojalá estas malditas cosas no me pasaran a mí. —No te molestes, disculpas si me ofendí,
—¡Bienvenida! —oí que susurraba, mi piel se erizó y un olor a peste y muerte penetró por todo el cuarto. Tomé entre mis manos la pulsera que hasta entonces me había servido para protegerme. Pero esa protección ya no era suficiente. Tal como me lo había dicho Arturo: Ese amuleto que cargas no te servirá de mucho. Desgraciadamente, muy tarde comprendí sus nefastas advertencias. Arturo era un demonio de fuerza menor comparado con el que me tocaría enfrentarme. El señor de la noche había decidido que era hora de hacer su aparición. El momento de comenzar a manifestarse en mi vida había llegado. *** La ansiedad había bajado un poco en torno al plan fallido de Lucy, aun así, la preocupación seguía hasta el punto de quitarnos el sueño. Ya eran las nueve de la noche, lo que indicaba que las monjas no tardarían en pasar revista. Tuvimos que esconder a Ethan en el armario para que no lo descubrieran y así evitarnos un problema mayor. La madre Susana entró y observó enfáticamente cada rincó
Gritó a los hombres que, muertos de risa, habían cumplido a cabalidad su petición. En aquel momento de la escena, la rabia y el dolor se apoderaron de mí, y sin pensarlo me acerqué más. Al hacerlo, volví a experimentar el mareo que me producía una desagradable sensación de desconexión. Unos minutos después, un fuerte dolor abrazador me sacó de mi estado; el dolor fue tan intenso que no pude reprimir gritar. Abrí los ojos y me topé con los ojos verdes de esa mujer desgraciada que me contemplaba con ira. Caí en cuenta que una vez más yo miraba la historia a través de los ojos de Estefanía. No perdí tiempo y me abalancé sobre aquel demonio que ya tomaba el lat. Mi presencia era como la de un fantasma, un alma en pena confinada solamente a mirar. Continué luchando, pero de nada valió, el verdugo alzó su mano y de un solo golpe rasgó la piel de la espalda de su prisionera con el látigo, logrando que sintiera un fuerte dolor que terminó postrándome en el suelo. Otro grito desgarrador rasgó m
—¡Abre la m*****a puerta! ¡Enfrenta todo esto de una buena vez! Apreté la mano en torno a la cerradura y abriendo por fin el portal que me dejaba ver el interior de la habitación. Mis ojos se fijaron en un hombre increíblemente alto que estaba dentro de la estancia. Su cruel perfil contemplaba ciegamente las sombras. Fue entonces cuando la sensación de que algo siniestro se cernía sobre mí apoderándose de mi entereza, una densa humareda comenzó a tomar vida. No podía contener el horror que me rodeaba el pecho como si fuera una olla de presión a punto de estallar. Con manos temblorosas encendí la luz del baño, no podía aceptar lo que mis ojos cristalizaron, luego me arrepentí de haberlo hecho. Nunca en mi vida había visto nada más diabólico, aquello me dejó helada e inmóvil. Estaba alucinada, mirando fijamente la luz que brillaba detrás de ella, revelándome su gigantesca y perturbadora sombra. Mi presencia no pasó desapercibida, volteando hacia mí, al hacerlo su gran capa negra con c