Mátenlo

En el auto, Isabel y Elina no tenían idea de que palabras expresar, o si debían hablar siquiera, pero la segunda creyó que necesitaba mencionar lo sucedido…

—¿Por qué lo dejaste libre? —le preguntó en tono cálido y suave, para no dañar más la mente y desbordar las emociones de su amiga.

—Yo creo que dice la verdad, él no sabe quién es, por lo tanto no es un peligro. ¿O tú crees otra cosa?

—No, yo vi en sus ojos la terrible desesperación que sentía porque le creyeran, no mentía, lo cual no sé si es peor o mejor.

—¿A qué te refieres?

—¿Tienes idea de lo que se siente no saber de dónde vienes, quién es tu familia o siquiera si el nombre que usas es el que tus padres eligieron?

—¿Crees que sería mejor si él osara de luchar po

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