Capítulo 54
La noche era profunda, y Aitana no concilió el sueño.

Una y otra vez repasaba las palabras de Damián en su mente.

Él dijo que solo había estado con ella, dijo que no vería más a otras mujeres, dijo que aprendería a ser un buen esposo.

Dijo: ¡Confía en mí!

Bajo la luz blanquecina, el rostro de Aitana se mantiene sereno: Damián, ¿podré confiar en ti una vez más?

En ese momento, fuera de la ventana, las nubes se arremolinan y a lo lejos se escucha el murmullo de un trueno.

...

Durante los dos días siguientes, Damián no llamó, y Aitana, por dignidad femenina, tampoco lo hizo.

El tercer día, Aitana se levantó muy temprano.

Bajó a desayunar y el personal de servicio se sorprendió:

—¿Va al hospital a visitar a la señora mayor, su suegra?

Aitana tomó un sorbo de leche y sonrió ligeramente:

—Mi esposo regresa de su viaje, voy a recogerlo al aeropuerto.

La empleada se alegró:

—El señor y la señora son realmente cariñosos entre sí.

Aitana no respondió. Terminó su desayuno y condujo ella misma has
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