Capítulo 56
Al regresar a Villa Buganvilia, ya eran las cuatro de la tarde.

La camioneta Mercedes-Benz negra avanzó sobre la gruesa capa de nieve y se detuvo en el estacionamiento de la residencia principal.

Al abrirse la puerta, Milena ayudó a Aitana a bajar. Quería quedarse para cuidarla, pero Aitana se negó.

De pie en los escalones, Aitana levantó la mirada hacia los copos de nieve que caían y dijo en voz baja:

—Amar demasiado a un hombre nunca termina bien.

Milena no alcanzó a escuchar claramente y quiso preguntar, pero Aitana ya subía las escaleras. Aunque todo su cuerpo estaba helado y le dolía intensamente, mantenía la espalda recta, no queriendo perder la dignidad frente a otros.

Aunque su dignidad, Damián ya la había despojado por completo.

El personal de servicio se acercó para ayudarla, pero Aitana los apartó suavemente:

—Quiero caminar sola.

Al ver su estado, una empleada no pudo contener las lágrimas:

—Señora, ¿qué le ha sucedido?

Aitana, aturdida, respondió:

—Estoy bien, no se preocu
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