Capítulo 62
La abuela seguía inconsciente, en UCI.

A través del cristal transparente, Aitana permanecía afuera mirando fijamente, cada minuto y cada segundo era una tortura para ella.

Zarina, preocupada, frecuentemente le traía sopa para que Aitana se alimentara.

Pero Aitana apenas podía comer algo, en tan solo dos días había adelgazado notablemente, su barbilla se había vuelto más pronunciada. Los consejos de Zarina no servían de nada, solo podía acompañarla en silencio.

Miguel y su hermana también venían ocasionalmente para echar una mano.

Viendo a Aitana sin comer ni beber, cada vez más demacrada, Selene se apoyó en el hombro de su hermano, con voz entrecortada por el llanto: —¡Aitana es tan desafortunada! ¿Por qué Damián hizo eso? ¡Es tan cruel con Aitana!

Miguel conocía la razón, pero no podía decirla.

—Porque la verdad era aún más cruel.

Por la tarde, Alejandro envió a Fernando y a su esposa.

Fernando trató a Aitana con amabilidad y cortesía, pero la señora Uribe no era tan agradable, acusan
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